Muller frustra la remontada de Nadal y le elimina otra vez en Wimbledon doce años después
Anderson - Isner en directo: Wimbledon 2018 en vivo
Rafa Nadal es una leyenda, pero también tiene días malos o no tan buenos. Y de vez en cuando se cruza con algún héroe inesperado que hace el partido de su vida y le derriba. Es lo que le ha pasado en este Manic Monday de Wimbledon que ha terminado con una auténtica locura. Gilles Muller ha sido el gran protagonista de los octavos de final al vencer al campeón español en el duelo más largo de lo que va de torneo y el más duradero que ha jugado Nadal aquí (cuatro horas y 48 minutos). Lo ha hecho en un drama que se resolvió con un marcador inusual: 3-6, 4-6, 6-3, 6-4 y 13-15. El luxemburgués frustró la que podía haber sido la tercera remontada del español de un 0-2 en Grand Slams (lo había conseguido precisamente en el All England en 2006 y 2007, contra Kendrick y Youzhny). Nadal igualó el marcador con casta y actitud, y salvó cuatro match balls en el eterno último set (135'), pero con el quinto no pudo. A Muller, que ya eliminó al balear en el grande londinense en 2005, le espera en cuartos Marin Cilic, que se llevó por delante a Roberto Bautista. Garbiñe Muguruza se queda como única representante de España.
Nadal sumaba 28 sets seguidos desde el primer partido de este año en Roland Garros. Muller rompió esa racha y consiguió por partida doble lo que antes que él no habían logrado Paire, Haase, Basilashvili, Bautista, Carreño, Thiem, Wawrinka, Millman, Young y Khachanov. El luxemburgués lo consiguió porque con sus saques, no excesivamente potentes pero si colocados y con efecto, desarmó al balear, incapaz de encontrar soluciones en esas dos primeras mangas. Muller frecuentó la red con ventaja y ahí impuso su envergadura. En el primer set ganó 14 de los 16 puntos que jugó con el primer servicio.
Contra las cuerdas
Por primera vez en mucho tiempo, Nadal se vio de verdad contra las cuerdas. Casi nadie le había inquietado últimamente y le tocaba remar a contracorriente. Ahí fue donde tiro de su raza y sin el ansia que le había perjudicado hasta entonces, encontró la serenidad para recuperar su tenis y superar a Muller. Llevaba más de cinco meses sin jugar un partido a cinco sets y demostró que físicamente está hecho un chaval a sus 31 años, tres menos que su rival, que notó un poco más el cansancio, no mucho, y perdió algo de efectividad con el servicio. Aunque la recuperaría después.
Nadal le dio la vuelta a la tortilla justo con ese arma que había usado Muller para derribarle al principio. Conectó varios saques directos, subió su porcentaje de primeros y con un break en cada uno de los dos siguientes sets obró parte del milagro. Le faltaba rematar y lo intentó. Pero no tuvo la faena de cara. Levantó dos match ball con 4-5 y dos con 9-10; el siguiente le sobrepasó. Sin ojo de halcón durante varios juegos, en el 28º (nunca había disputado tantos en un desempate) claudicó con una bola de derechas que impactó en la red. Nadal se despidió así de Londres, y ya han pasado siete años desde la última vez que se clasificó para cuartos de final en Wimbledon. Pero nadie discute que esta gran leyenda del deporte mundial lo dio todo y que lo seguirá intentando mientras el cuerpo le aguante, porque el espíritu de lucha y el constante afán de superación son dos de las principales virtudes que adornan su naturaleza. Eso lo sabe Djokovic, que se quedó sin disputar su duelo contra Mannarino, que pasa a jugarse mañana a las 13:00 en la pista central.