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US OPEN

Wawrinka lloró cinco minutos antes de la final por la presión

El suizo vivió una resaca dulce en Nueva York tras ganar a Djokovic y lograr su tercer Grand Slam... pero antes de salir a jugar los nervios le paralizaron.
Del Potro vs Bautista

Wawrinka, con el trofeo en el Rockefeller Center.
JUSTIN LANEEFE

Visita al programa matinal 'Live with Kelly' compartiendo bambalinas con Sofía Loren y Patrick Dempsey. Selfie en la azotea del Rockefeller Center junto a la leyenda Rod Laver... Así fue la dulce resaca del tercer título 'grande' de Stanislas Wawrinka, que tras derrotar por 6-7 (1), 6-4, 7-5 y 6-3 a Novak Djokovic, se situó con 31 años a las puertas de completar el Grand Slam. Comenzó la cuenta con Australia 2014, siguió Roland Garros 2015 y el domingo rindió Nueva York. Sólo le falta Wimbledon.

El suizo ya tiene los mismos majors que Andy Murray, uno de los jugadores del 'Big Four' junto a Federer, Nadal y Djokovic que han protagonizado la última década. "Realmente, estoy lejos de ellos. ¿Cuántos Masters 1.000 tiene Murray? Ellos llevan ahí desde hace diez años y han estado en semifinales o finales todo el tiempo. Por eso no estoy en ese grupo ni quiero estar ahí", explicó modesto Stan, oponiendo los 12 Masters 1.000 del escocés al único que ha conquistado él, Montecarlo.

Pero la fiabilidad del helvético, que sigue tres del mundo, en finales es prodigiosa. Ha ganado las once últimas y frente a Djokovic, además de un revés a una mano potente y milimétrico, lució instinto asesino en las bolas de break: aprovechó 6 de 10 frente a 3/17 del número uno. Cada vez que ganaba un punto clave, se tocaba con el índice la sien. Calma y cabeza. Luego se supo por qué...

"Cinco minutos antes de la final comencé a llorar mientras Magnus (Norman, el técnico con el que ha crecido desde 2013) me daba las instrucciones. Sentí los mayores nervios de toda mi vida, pero me convenció de que si luchaba podría tener opciones", reveló. Cada vez que superaba una situación adversa, miraba al palco del sueco con determinación y asentía.

"Comencé muy cansado (empleó para llegar a la final casi 18 horas por nueve de Djokovic), en el tercer set sufrí calambres y en el cuarto tenía dolores. Pero lo más importante, como hablé con Magnus, era no mostrar lo que me pasaba", contó. Wawrinka supo sufrir como nunca. Y acabó disfrutando en la agonía.