Por segunda ronda consecutiva, el británico Andy Murray dejó planear el suspense en este Roland Garros y tuvo que apurar 5 sets y más de tres horas y media de pelea para deshacerse del desconocido francés Mathias Bourgue, 2-6, 6-2, 6-4, 2-6, 6-3. De nuevo fue ante un rival procedente de la fase previa, sumergido en los bajos fondos del ránking contra quien el escocés tuvo que batallar para seguir adelante en un torneo en el que muchos le colocan el cartel de favorito. El número 2 del mundo ha dejado en las dos primeras rondas de Roland Garros buena parte de ese crédito o, al menos, una buena cantidad de energía, puesto que en dos partidos, el primero de ellos disputado dos días diferentes, ha pasado ya más de 7 horas en la pista. Si frente al checo Radek Stepanek, en primera ronda, probó el amargo sabor de un tenis heterodoxo e incómodo, ante el francés Bourgue, 22 años, 168 del mundo, inédito en un Gran Slam, saboreó un juego propio de un jugador de fondo de la pista. No fue la calidad del galo de Aviñón lo que perturbó al británico sino su propia inoperancia. Y algo del descaro del francés que nada tenía que perder. Tras anotarse la primera manga, el ganador de Roma se derrumbó mientras el brazo derecho de Bourgue marcaba la ley en la pista central de París. Y los franceses se frotaban los ojos ante las delicias que escanciaba su compatriota. Seis juegos consecutivos se anotó el de Aviñón en un festival de tenis que empequeñeció al británico. Empate a un set y ventaja de un servicio arriba en el tercero. Murray parecía a tierra y el drama que ya se había mascado en primera ronda volvió a aparecer en el escenario de París. Festival de Aviñón.
Dispuso hasta de tres bolas para romper el servicio de su rival en el primer juego del cuarto set y Murray tenía que aferrarse a sus fundamentospara seguir en pie. El británico mantuvo un hilo de vida para seguir adelante y no tirar el partido ni todas las esperanzas que tiene en este Roland Garros. Y su táctica dio rédito, porque el juego del francés se fue apagando, perdiendo brillo y claridad. Apareció el ansioso que anunciaba su técnico. Se quedó sin carburante, metáfora de la situación que vive su país, plagado de colas de coches en las gasolineras. Murray ya había ganado la batalla moral y ahora era el francés el que dudaba. Rompió el escocés el servicio de su rival en el cuarto juego y ya solo tuvo que esperar que las manzanas cayeran del árbol. Obligado a un quinto set por primera vez en su corta carrera -Murray solo ha perdido 7 de los 29 que ha jugado a cinco sets-, Bourgue acabó cediendo. Y Murray se marchó con otro susto en el cuerpo. Tras probar la heterodoxia de Stepanek y el descaro de Bourgue, al escocés le espera ahora otra dura prueba, la metralleta del croata Ivo Karlovic. El australiano Jordan Thomson ya lo probó hoy en un maratón de 4 horas y media en el que el croata logró 41 puntos directos de saque para imponerse 6-7(2), 6-3, 7-6(3), 6-7(4), 12-10.