Sam Sumyk: “Garbiñe Muguruza es una jugadora de tenis única”
El técnico francés Sam Sumyk dirigió a Azarenka, Bouchard y hoy tiene en sus manos a la actual número tres del mundo: Garbiñe Muguruza. En Singapur, Sumyk dialogó con AS.
—Cuando pasó a ocuparse de Garbiñe Muguruza, en septiembre pasado, ¿cuáles eran los puntos fuertes y debilidades que observaba? Y, en consecuencia, ¿cuáles eran los objetivos que se trazó o se trazaron?
—No se trataba de este o aquel punto fuerte o debilidad. En mi forma de trabajar, yo no miro a puntos específicos, sino al retrato completo de lo que quiero conseguir, the whole package, la totalidad del paquete. Si hay un objetivo o una intención es que ella, Garbiñe, sea todo lo mejor jugadora y persona que pueda ser, no hay un área específica, no hay un factor más grande que otro. Trabajamos en busca de la seguridad de que pueda crecer en todos los ángulos.
(Francés de nacimiento y orgulloso de ser un ‘breizh’ o bretón, Sumyk, plenamente afincado en Los Ángeles, prefiere conducir la entrevista en inglés. A mediados de diciembre, Garbiñe Muguruza se desplazará a Los Ángeles para pasar allí un ciclo de dos semanas de entrenamiento con Sumyk, antes del Abierto de Australia. En todo caso, Garbiñe seguirá residiendo en Barcelona).
—Dado el alza de rendimiento de Muguruza, y su lanzamiento a las alturas de la clasificación mundial, donde ya es tercera, ¿le preocupa cómo ella pueda ajustarse mentalmente al eventual salto a los grandes mercados de publicidad, y ‘show business’?
—Mentalmente, ella es muy dura, tiene el carácter y sabe ponerlo todo junto, pero ese no es mi trabajo. Yo intento que juegue el mejor tenis que sea capaz de jugar. El resto no me compete.
—En todo caso, ¿le inquietan las enormes expectativas que se ciernen ahora mismo sobre Garbiñe y su propia capacidad como técnico para manejar esas expectativas?
—Mire, es ella la que tiene esas expectativas o esperanzas, no yo. Son las suyas, no las mías. No sé qué pasó hasta aquí, pero en estos momentos lo único que me interesa a mí es que sea mejor y mejor jugadora cada vez. Ese es mi trabajo. ¿Es como rematar una pintura o terminar de modelar una escultura? Quizá, algo parecido.
—Nos hallamos ante una jugadora ambiciosa, con determinación en sus objetivos…
—Garbiñe sabe perfectamente lo que quiere y sabe cómo ejecutar para conseguirlo. Ya ha sabido hacerlo. No vamos a poner ‘hielo en la caja’.
—Sé que no le gustan las comparaciones ni hablar del potencial de sus jugadoras, pero…
—Me temo que usted va a querer que compare a Muguruza con Vika Azarenka o Eugenie Bouchard, a las que entrené antes y…
—No es esa la idea, no se trataría solo ni tan siquiera de Azarenka o Bouchard. ¿Garbiñe le recuerda a alguna de las otras jugadoras que usted haya visto tanto en esta como en otras épocas?
—Garbiñe Muguruza es una jugadora única.
—¿Puede explicarlo?
—Es que esa es la razón por la que prefiero no hacer comparaciones. No cabe unificar discursos.
—Que sea sin comparaciones, entonces.
—Podríamos empezar a hablar del tópico de si ella tiene ‘más talento que esta’, o sus características de juego son parecidas a la de ‘esta otra’. Pero no es así, porque cada una de las tenistas que uno pueda encontrar por aquí, incluso en esta misma habitación, agrupa una serie de características o cualidades que la hacen enteramente diferentes a las otras. No habría dos iguales. Y en ese sentido, Garbiñe Muguruza es una jugadora absolutamente única. Para empezar, sería completamente diferente de cualquier jugadora del pasado ¿Comprende ahora por qué lo digo así?
—Y, bajo esas premisas y terminando como empezamos, ¿cuál es entonces el trabajo de quien tiene en sus manos una tenista que ya es ‘única’?
—Pues adaptar y ensamblar todas esas cualidades que hacen diferente a Garbiñe en una jugadora cada vez mejor: ese es mi trabajo.