Roger Federer busca los 18 grandes con un resto inventado
Para intentar conquistar otra vez Nueva York, llegó a la primera ronda ante Leo Mayer con un nuevo golpe bajo el brazo. Un truco. Un recurso de prestidigitador.
Roger Federer, con 34 años, no quiere irse del tenis sin añadir más grandes a un palmarés que ya es el más grande de todos: 17 Grand Slam le contemplan. Pero el último data ya de Wimbledon 2012. Para intentar conquistar otra vez Nueva York, llegó a la primera ronda ante Leo Mayer con un nuevo golpe bajo el brazo. Un truco. Un recurso de prestidigitador que nadie, al menos en el tenis reciente, había empleado hasta ahora y que seguro que lo volverá a mostrar hoy (desde las 01:00 en la Arthur Ashe) contra el belga Steve Darcis.
Frente al argentino (6-1, 6-2 y 6-2), Federer lo realizó en varias ocasiones: sobre el segundo servicio, cuando el rival está elevando la bola, en vez de esperar en el fondo la dirección corre hacia media pista para restar casi sobre la T y atacar la bola a bote pronto. Un resto rapidísimo que reduce el espacio en pista y la capacidad de reacción del rival. Y que funciona.
Incómodo. “Es incómodo porque se pega a la red y se hace muy difícil pasarlo luego. No lo ves venir, porque se pone a correr cuando estás mirando hacia arriba. Es difícil saber qué va a hacer. Pero no lo tomo como una falta de respeto, porque ya se lo hizo a otros jugadores de buen ránking”, contó Mayer tras sufrirlo. El golpe de Federer no se ve como un caño o una bicicleta innecesaria en el fútbol. Como una frivolidad.
Se refería Mayer a que Federer ya dejó con la boca abierta a muchos en el reciente Masters 1.000 de Cincinnati, donde ganó en la final a Novak Djokovic y estrenó el golpe que también endosó al número uno.
“Mi entrenador me animó a intentarlo en los entrenamientos, y por ahora funciona. Cuando lo fallas te da sensación de ridículo, pero si lo logras es una gran sensación. Lo que está claro es que tienes que estar comprometido para hacerlo, ser valiente”, explica Federer, que cuando fichó para su banquillo a Stefan Edberg este ya le hizo ver la necesidad de ir más al ataque, de aproximarse a la red. Incluso se arriesgó a cambiar de raqueta para tener más mordiente. Señales de que no ha perdido la ambición.
“Son cosas que solo Federer puede hacer. Cuando está con mucha confianza, siente que domina todos los golpes del tenis”, expone en Nueva York Feliciano López, que también vio desde la misma pista cómo el suizo se lo hacía en Cincinnati. Federer se reinventa.
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