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Carla, número ocho: "Para avanzar, había que arriesgar"

La canaria ganó un metro en pista, cambió la raqueta, mejoró el físico…y llega a Roland Garros como número ocho. Budó: "Su patrón es más agresivo".

Carla Suárez, en el Tenis Barcino de Barcelona.
Carla Suárez, en el Tenis Barcino de Barcelona. CARLOS MIRA
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Carla Suárez (Las Palmas, 26 años) pisa un territorio por el que no transitaba una española desde 2001, desde los gloriosos años de Arantxa y Conchita: el top-ten de la WTA. La canaria ingresó en él tras jugar la final de Miami y este lunes salió como número ocho tras perder la final de Roma con Maria Sharapova. Como una hormiguita, ha ido escalando puestos y haciendo frente a jugadoras con más músculo y centímetros (ella mide 1,62 y es la más baja de la élite). Pero su ascenso no se ha debido a la casualidad. “Cuando llevas un año jugando bien es difícil asumir riesgos, pero para avanzar hay que hacerlo. Los mejores han tenido que cambiar muchas cosas y el tenis te exige estar en continua mejora”, cuenta sobre una transformación que se inició en 2013.

“En su éxito hay tres cosas claves: un patrón de juego más agresivo, una mentalidad más decidida y una condición física muy mejorada”, enumera Xavi Budó, su técnico. “Las conversaciones con Xavi me han hecho dar un paso adelante. Son charlas exigentes. Soy más fuerte mentalmente y eso, combinado con la experiencia, marca la diferencia”, añade la tenista, que este curso lleva nueve victorias sobre top-10.

“En la pretemporada del 2013 tuve una reunión con ella muy larga y profunda y le dijimos que debía jugar más agresiva y metida en pista y lucir una mentalidad más valiente. El año 2014 dio un paso hacia adelante en el juego, pero faltaba a nivel mental. Hubo partidos como el Bouchard en Roland Garros con 4-1 arriba en el tercer set, contra Venus en Montreal o Ivanovic en Roma que se le fueron por no creer en ella. Esta pretemporada hicimos menos horas de pista y más de vídeo, charla, entrenamiento con palabras. Con muchos ejemplos. La transformación viene de hace año y medio no de hace tres meses”, cuenta Budó, que le pone siempre a Carla dos ejemplos de superación: “Rafa Nadal y David Ferrer. Su mentalidad y su espíritu, su capacidad de superar obstáculos y de mejorar”.

Así, comenzaron a tomar riesgos. En 2013, Budó le colocó una placa en la cancha y le prohibió que jugara por detrás de ella para ganar un metro en la pista: consiguió ser más agresiva. Este año, ha cambiado la raqueta de 93 pulgadas por otra de 102 para tener más pegada a costa de menos control. Y ha machacado el físico. “Estoy más definida”, cuenta ella. “En Barcelona, siempre hace doble sesión de físico: tres horas. Hora y media de potencia explosiva y el resto de trabajo preventivo”, revela su entrenador. Eso le ha valido para ganar este año 17 partidos en el tercer set.

Sobre arcilla es donde Carla debería dar sus mejores prestaciones (ha sido dos veces cuartofinalista en Roland Garros). De momento, en Stuttgart se vio condicionada por una tendinitis en la muñeca derecha, en Madrid hizo cuartos y final en el Foro Itálico. “Es cierto que en tierra tengo más tiempo para preparar los puntos, pero llevar la iniciativa te evita correr”, dice Suárez. “El año pasado en Roland Garros me metí demasiada presión y he aprendido. Todos los torneos tienen la misma importancia, y hay que puntuar en todas las superficies”, avisa. La hormiguita se ha ganado el respeto.