El ATP 500 de Valencia puede estar viviendo sus últimos días. “La situación es ya insostenible, y no sé si se va a poder arreglar”, cuenta sincero Antonio Martínez Cascales, que ejerció de director del torneo, y tiene una pequeña participación en la propiedad. El grueso es de Juan Carlos Ferrero, que ejerce ahora de director, David Ferrer y Conchita Martínez.

Cuando comenzó con categoría 500 en 2009 en el Ágora, Valencia celebraba la Copa América de vela, fórmula uno, motos y una prueba del circuito mundial de hípica. La aportación de la Generalitat comenzó con 3,5 millones de euros que fueron bajando paulatinamente hasta 1,5. Este año se ha puesto en marcha el torneo, para no perder los derechos de la ATP, pero sin firmar todavía el compromiso con la Generalitat. Está comprometido, pero no firmado. Pero del 40% inicial sobre el presupuesto, rondará ahora el 10%. Desde el torneo también lamentan el poco nervio de la institución para ayudarles a encontrar apoyo en alguna firma, cuando la imagen de la ciudad se proyecta a todo el mundo con el tenis.

“Me duele por la gente, porque el torneo se ha consolidado, está en la calle y la asistencia cada vez es mejor. Siempre hemos tirado con problemas, pero este año podemos perder un millón de euros”, evalúa Cascales, técnico de Juan Carlos Ferrero y recientemente elegido presidente de la Federación Valenciana de Tenis. Hasta 2018, la sociedad tiene concedidos los derechos del Valencia Open, pero podría celebrarse ya el año próximo en otra ciudad. Asia y los países del Golfo están ávidos de hacerse con torneos, hay dinero y en Valencia se están escuchando ya ofertas.

El torneo tiene un presupuesto de 8 millones de euros y reparte 2,2 en premios, y Rafa Nadal nunca lo ha disputado. En Basilea, por ejemplo, está con un fijo elevado. El Valencia Open también utilizó esa fórmula para atraer jugadores, pero este año ha sido imposible. “El que ha venido, lo ha hecho gratis. Y gracias a que algunos se están jugando plazas para el Masters la participación es buenísima”, explican desde la organización con las caras largas. España se puede quedar el año próximo en el calendario con sólo dos torneos, y sobre tierra: el Godó y Madrid.