Wimbledon | Final masculina
El título daría a Novak Djokovic el número uno de Rafa Nadal
Roger Federer, con 32 años, quiere ganar su 18º Grand Slam y octavo Wimbledon esta tarde ante Djokovic. 170 puntos separan a Nadal y al serbio y solamente ganando será líder.
Un dorado número ‘7’ reluce en el talón de las zapatillas con taquitos especiales para hierba que Roger Federer usa en Wimbledon: el número de los siete títulos que Federer ha amasado en el All England Lawn Tennis&Croquet Club (aún existe la pista de croquet). Ese ‘siete’ quedaría caduco si Federer conquista hoy dos divinas plusmarcas: su título número 18 en Grand Slam… y octava corona en Wimbledon.
Federer pisa su novena final en el All England con el seductor tenis de agresión controlada que Edberg le exige. Sólo perdió una de las ocho anteriores: en 2008, ante ese Rafael Nadal Parera que aún es líder mundial por 170 puntos ante Novak Djokovic: 12.500-12.330.
Esos 170 puntos completan los números mágicos de la finalísima de hoy, primera final de Wimbledon entre Federer y Djokovic: si Djokovic (perdedor en cinco de sus últimas seis finales en Grand Slam) alza por segunda vez en el All England, el trofeo que lleva la inscripción de Campeón del Mundo… entonces, el serbio irá al número uno y Nadal caerá al dos. Federer siempre es tercero.
Esta partida a tres ya cierra: Federer pone proa a los 33 años… y la treintena se cierne sobre Nadal y Djokovic, que será padre en pocas semanas y consulta a Federer cómo se viaja con niños. “Lo perseguiré por todos los rincones del mundo”, decía Connors de McEnroe. Estos tres se han perseguido. En cruces directos, Federer domina a Djokovic por 18-16… y pierde por 10-23 con un Nadal que liga balance total de 46-29 ante Djokovic y Federer.
Maestro. Estos días, quizá Nadal esté más cerca del futuro papá Djokovic que de Federer, distante sol poniente en el universo del tenis. “No duermo bien las noches de vísperas”, dice el celestial Roger. Debería haberlo hecho si desea borrar ese número ‘7’ del talón y poner el ‘8’: porque Djokovic, zorro elástico, olfatea y acecha el rastro del viejo maestro sobre el prado del All England.