Wimbledon
La pugna por el número uno llega a la hierba londinense
“Tengo más seguridad y apoyos más estables que en los dos últimos años. No me duele la rodilla como en 2012 y 13. Es el torneo más peligroso”, avisa Nadal.
Wimbledon despierta entre los ecos de los insólitos triunfos españoles sobre hierba, el estreno en la Centre Court de esa extraña pareja de campeones, Andy Murray-Amélie Mauresmo y los sueños de leyenda de Roger Federer: quien, casi a los 33 años, gestiona el milagro de la reinvención para firmar una plusmarca de fábula: su octavo título en el All England. “Hace 15 años me llegan a decir que dos españoles ganarían dos torneos en hierba la semana antes de Wimbledon y… poned lo que queráis”. Ese fue el mensaje en Twitter de Carlos Moyá, capitán español de Copa Davis. “En hierba juego totalmente diferente”, admite Feliciano López.
Pero más allá de Federer, Murray y las hablillas sobre la hierba, más alta o más lenta… el All England Lawn Tennis&Croquet Club, Catedral del tenis, no escapa a la descarnada mística del combate de los jefes: el combate que Rafael Nadal, buque insignia de la Armada española, libra en la cima de la ATP con Novak Djokovic, The Djoker, histrión, sensacional jugador… y primer cabeza de serie de este torneo para el All England.
Cuentas. La explicación es que Nadal, número uno de la ATP, sólo ha ganado dos partidos en hierba desde 2012. Y cero en 2013. Sea como sea, Nadal y Djokovic sólo pueden cruzarse en la final. Y el margen de suma de puntos que concede a Rafa su derrota de aquí ante Darcis en la ronda inicial de 2013 le permitirá asegurar el número uno mundial sólo con pisar semifinales: haga lo que haga Djokovic, finalista ante Murray en 2013.
“Tengo más seguridad y apoyos más estables que en los dos últimos años. No me duele la rodilla como en 2012 y 13. Esa seguridad viene bien en unas pistas tan inestables como estas. Llego listo para intentar jugar bien… pero si no aprovecho las oportunidades, igual he de irme a casa el primer día: Wimbledon es el torneo más peligroso”, razona un Nadal que, móvil y optimista, afina la precisión en el saque. “Este torneo es ahora el dominio de Andy Murray, el campeón, el único presente las dos últimas finales, y también campeón olímpico aquí”, se escabulle el zorro Djokovic, que ayer hacía negocios vespertinos en el Chelsea Club. En fin…
En fin y en Wimbledon, Nadal debutará mañana ante Martin Klizan, zurdo eslovaco de fría pegada plana. Hiere los oídos el estampido seco que despide la bola de Klizan, el primer cañón que apunta a Nadal, número uno del mundo excepto en Wimbledon: donde Rafa ha sido dos veces campeón… y donde, que nadie se engañe, quiere serlo otra vez el 6 de julio. Y si Nadal quiere de verdad ser campeón… quizá haga falta para detenerle algo más que unas matas de hierba alta y frondosa: aunque sea la sagrada hierba del All England.