Hierve Melbourne: Rafa Nadal ante Tomic con 40 grados

A las 09:00 horas de la mañana en España suena el primer turno de la sesión nocturna en el Rod Laver Arena de Melbourne: cuando Rafa Nadal, número uno del mundo, y Bernard Tomic, australiano de Stuttgart, número 57, de padres balcánicos, pisen el Arena entre los graznidos de las cornejas y grajos que hayan sobrevivido a la insolación desértica de la tarde del verano austral: se esperan 40 grados centígrados y se aventura la opción de ejecutar la ‘Política de Temperaturas Extremas’, con cierre de la cubierta del recinto y suspensión del juego en las pistas exteriores. Para que esto se consumara, la conjunción de calor y humedad debería llegar a límites casi insoportables.

“Creemos que el tenis es un deporte de riesgo relativamente bajo. No tomaremos medidas a no ser que haya verdadero riesgo para jugadores y público”, sostiene Wayne McKewen, árbitro principal. Le avala Tim Woods, jefe médico. Ayer, con 35 grados por la tarde y al aire libre, Novak Djokovic despachó a Lukas Lacko con diez saques directos y cero dobles faltas: 6-3, 7-6, 6-1 La bola de Djokovic volaba, rumbo a su primera victoria oficial del año y número 25 en fila para el serbio, segundo jugador mundial: el flexible Novak estrenaba a Boris Becker (de negro riguroso) como entrenador-jefe en un torneo de Grand Slam.

En este jardín del diablo y de goma recauchutada que puede esconder campos de minas se presenta hoy el bruñido Nadal, el campeón de Doha que ayer descargaba machetazos secos en la Pista 17, al estilo de ‘Mad Max’: “Voy a jugar contra una leyenda, pero tengo confianza”, se sincera un Tomic al que el viejo maestro Ken Rosewall fue a consolar después de que Del Potro, como un camión sin frenos laminara y atropellara en Sydney al chico australiano de Stuttgart. En este desierto de Melbourne surge hoy una nueva amenaza para el atropellado Tomic: es Rafael Nadal, es como ‘Mad Max’ en la cúpula del trueno.