Los colores de Rafael Nadal en Australia son también los colores que mandan en la bandera aborigen: el negro del hombre aborigen... y el rojo de la tierra. En esa bandera, una amarilla bola de fuego, el sol, separa y guía a Hombre y Tierra. Rafael Nadal Parera ingresó en la bola de fuego de Melbourne Park con 37 grados a las 21:00 horas, cuando todo arrancó en el Rod Laver Arena. Pronto, Rafa emergió de esa caldera fresco como una rosa y con máximo control de daños: Bernard Bernie Tomic, la gran esperanza del tenis australiano, duró en pista… 39 minutos, justo lo que Tomic tardó en retirarse, por lesión muscular, tras perder el primer set ante Nadal por 6-4. En el noveno juego, Rafa, que sirvió un total de cinco aces (uno, a 203 km/h), había aprovechado la única bola de break que se negoció en todo el set.

“No puedo seguir, me puedo hacer más daño y debo proteger mi carrera”, alegó Tomic ante el árbitro y los médicos, que le habían atendido en el vestuario tras el tercer juego y le habían vendado el muslo izquierdo. El australiano (finalista en Sydney el pasado fin de semana, arrollado por el argentino Del Potro) se había lesionado en la ingle durante su entrenamiento del lunes.

Ampollas. Tomic, que conectó tres saques directos, con tope de 210 km/h, se arrancó la venda del muslo, entre rictus de amargura. Nadal va jugando con una ampolla o “llaga” (según él mismo) que se le ha abierto en la mano. “Ya está mejor que hace dos días y si fuera preciso jugaría vendado”, matiza Rafa.

Cuando Nadal sentenció el set, Bernard Tomic tiró la toalla y se despidió del Arena, que previamente también había asistido al adiós de su héroe, Lleyton Hewitt, abatido por el tirolés Andreas Seppi tras combate de cuatro horas, ocho minutos y cinco sets: 7-6, 6-3, 5-7, 5-7 y 7-5. “Lo siento mucho por Tomic, aunque yo me he visto aquí en situaciones parecidas a la de él”, declaró Nadal. Mañana, Rafa medirá a otra joven esperanza australiana: el joven Thanassi Kokkinakis (17 años), con quien Nadal ha practicado a menudo. En el incendio de Melbourne, el hombre, Rafa Nadal, da caza a otra esperanza de la tierra aborigen...