MUTUA MADRID OPEN
Nadal progresa adecuadamente
Ganó a Youzhny (6-2 y 6-3) dominando en el primer set. En el segundo, tras discutir con el juez, sufrió un bache que resolvió como un trueno. En cuartos, Ferrer o Haas.
En la carrera por llegar al domingo a tope, a la final del Mutua Madrid Open. En la búsqueda por elevar su nivel de juego, que de momento ya le ha dado para ganar cuatro títulos de seis torneos tras la lesión en la rodilla izquierda, Rafa Nadal progresa adecuadamente. Sería la calificación para su partido frente a Mikhail Youzhny, al que derrotó por la vía rápida por 6-2 y 6-3 en 1h:14 para plantarse en unos cuartos de final que disputará mañana contra el ganador del David Ferrer-Tommy Haas.
Si en el partido sucio frente a Paire, falto de ritmo por el estilo ecléctico del francés, el español se demandó restar más agresivo y profundo, hoy lo consiguió en la Caja Mágica ante el número 31º del mundo. Sobre todo en el primer parcial. Y un termómetro de la confianza y el estado del número cuatro del mundo es su derecha. Viajó rápida y larga. Plena.
Nadal, que podría sumar en Madrid su título número 40 sobre tierra batida igualando a Thomas Muster, castigó el revés a una mano del ruso, que acabó el miércoles con problemas físicos una batalla de tres horas con Nicolás Almagro. Con dos breaks en los juegos tercero y séptimo del primer parcial, Nadal ventiló la primera manga en 31 minutos.
En la segunda sufrió, sin embargo, se metió en un pequeño bache. Quizá un falso apoyo con su rodilla izquierda, esa que aún le duele, le despistó. “Vamos haciendo lo que podemos cada día, no es momento de hablar de eso más de la cuenta”, dijo un tanto enigmático a pie de pista cuando fue preguntado después sobre si algo no marchaba bien.
También discutió Nadal con el juez Cedric Mourier, que mandó repetir un saque del ruso con 3-1 y 40-40 que claramente había ido fuera. “¡Olvídate y míralo luego en la tele!”, espetó el español a Mourier. Y cedió su servicio por primera vez durante el partido.
Pero la alegría del ruso, que con un lazo en su manga recordaba el Día de la Victoria de los aliados sobre Alemania en la II Guerra Mundial, duró poco. El español tronó, recuperó el break para 4-3, bajó sus pulsaciones y se marchó imperial hacia la victoria. Esa que a Youzhny, hijo de un soldado del Ejército Rojo le hubiera gustado celebrar con su clásico saludo militar, cubriéndose la cabeza con la raqueta y llevando su mano derecha a la sien. Pero aquí el sargento de hierro es otro.