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LA INTRAHISTORIA

Nole y el equipo de waterpolo pusieron a Serbia de moda

En una misma jornada, el equipo de waterpolo conquistó el Europeo; Djokovic se apuntó su tercer Abierto de Australia y el balonmano lo peleó contra Dinamarca.

Djokovic gesticula durante la final del Abierto de Australia.
AFP

El domingo 29 de enero será recordado como un gran día en la historia del deporte de mi país, Serbia. En las últimas décadas, todas las alegrías que nos hemos llevado los serbios han sido por hazañas deportivas. Y, en una misma jornada, el equipo de waterpolo conquistó el Europeo; Novak Djokovic se apuntó su tercer Abierto de Australia en una final épica ante Rafa Nadal; y el balonmano lo peleó contra Dinamarca, aunque tuviera que conformarse con la plata en el Campeonato de Europa organizado en nuestras ciudades.

Estos éxitos han llegado además cargados de simbolismo. En waterpolo, los serbios derrotamos a Montenegro. Resultaba interesante de ver cómo se enfrentaban dos naciones que antes eran una. En balonmano, con el apoyo de nuestro público, la sele­cción eliminó a Croacia en semifinales, otro país con el que también estuvimos unidos. Afortunadamente, salimos victoriosos de los dos partidos.

Respecto a Djokovic, su gesta es aún mayor. Nole proviene de una familia humilde, que ha trabajado muchísimo para que se pudiera dedicar al tenis en una Serbia que siempre ha preferido el fútbol, el baloncesto o el waterpolo. Además, ha tumbado a Nadal en una final épica, la de mayor duración en la historia de los Grand Slam. Cualquiera habría merecido ganar, pero el triunfo cayó del lado del actual número uno. Su mérito es vencer a un deportista ejemplar, que figurará entre los mejores del siglo.