Ante el artillero Andy Roddick, David Ferrer pisó la Centre Court del All England por tercera vez en su vida: la Centre Court que, con el techo desplegado, fue la cúpula del trueno para el guerrero Nadal. Ante Roddick, ex número uno mundial, Ferrer, número cinco de la ATP, arrancaba a tope de confianza, flamante campeón sobre la hierba de Hertogenbosch. Y entretanto

Entretanto, Roger Federer había reflexionado sobre el Rosol-Nadal, ante la prensa. Roger se explicó así: "El quinto set era como un chiste, no podía creer que (Rosol) se destapara del modo en que lo hizo (), me estuve riendo hasta diez minutos después del partido () pero me siento mal por Rafa".

Las hazañas de Rosol acabaron ayer en la humilde Pista 12. Ahí, el alemán Philipp Kohlschreiber, número 30 del mundo, laminó los sueños del verdugo de Nadal: 6-2, 6-3 y 7-6 para Kohlschreiber, con un estilete en el revés. Fue un paseíllo de 97 minutos.

Y en la Central, Ferrer volvió a mutar en trinchera humana. Al aire libre (el viernes, en pleno desconcierto, Djokovic y Federer jugaban a cubierto con el sol fuera), Ferrer sufrió descargas cerradas de Roddick, que abrochó el primer set en 22 minutos: 6-2. Pero el zapador Ferrer (10 'aces') desactivó los saques-cañón de Roddick (15 'aces' hasta a 215 km/h), se adentró en el segundo set con 3-0 y salvó la segunda manga en el alambre: 10-8 en el tiebreak, la sentencia de Roddick. En 72 minutos más, Ferrer, Running Man, el hombre galopante, cerró los sets tercero y cuarto con 6-4 y 6-3 ante los ojos de Dustin Hoffman, Rain Man, el hombre de la lluvia,

Andy Roddick se fue lanzando besos: parecía decir adiós a Wimbledon. David Ferrer, por cuarta vez en octavos, luchará mañana por los cuartos ante Del Potro y sus mazazos. Si será con techo o no, sólo el cielo y el referee Jarrett pueden saberlo.