Tan buenos y brillantes que hacen falta gafas de sol

Rey del Glam. Descontado Rafa, Juan Carlos I fue la sensación de la final. Simpatía, llaneza, elegancia, porte Y gafas. Las lentes de su Majestad son tan fashion que ya se le conoce como El Rey de Castefa, Rey Charles o El Señor de las Moscas. Desde el abismal respeto, se entiende.
Bon Nadal. Lo escribió un tuitero argentino en plena depresión post Davis. "Nadal me enoja, no se puede ser tan crack: es buena persona, sabe perder, ganar, festejar y consolar. Flaco, comprate un defecto". Di que no, Rafa.
Reconocimiento. En dos generaciones, los Nadal han legado a la posteridad un Rafa, un Miguel Ángel y un Tío Toni. Se impone un ducado de Manacor o un marquesado de Vamos-Vamos. Eso es cantera y no Valdebebas.
Ay, loco. Al equipo argentino no le faltó nada, sólo Bielsa. Tampoco hay reproches para Del Potro. Si en lugar de raqueta hubiera tenido un hacha habría dejado la tundra sin árboles. Su problema fue Nadal, calzón y orto.
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Bellos. Con este equipo se gana igual una Davis que un concurso de Míster Camiseta Mojada (ahora excluyo a la realeza, por recato). En esta materia el polémico doble resulta incomparable. Pierden puntos, pero ganan corazones.
Nobleza obliga. Argentina, te queremos. Y no es porque te ganemos con contumacia y reiteración. Te queremos por ser como de la familia, por tu manera de pronunciar las elles y por tu forma de decirnos gashegos. Y una promesa: nos dejaremos ganar la próxima vez que juguemos al... pádel.