Nadal escapa del asalto de Isner tras cuatro horas

Dijo John Isner que jamás ha visto a nadie hacer el tenis que Rafael Nadal hizo en los sets cuarto y quinto. Isner, que jugó el mejor partido de su vida (el del récord en Wimbledon ante Mahut es otra cosa) olvidó un detalle: esos sets cuarto y quinto no deberían haber existido ante 'otro' Nadal. Con un set arriba, Nadal sirvió para 5-3 en la segunda manga y regaló a Isner ese juego vital. Un paseo por el Bosque de Bolonia se transmutó en una visión del infierno.

Tras ceder dos 'tiebreaks' como un comando en retirada ante el asalto de Isner (2,06, 13 'aces', 43/66 en puntos en la red) Nadal sobrevivió por pura resistencia. Cuando no podía irse tras el saque, Isner viajaba de lado a lado, arrastrado en peloteos de 20 o más golpes. Y tras caer en el tercer set, 1-2 abajo, Nadal estaba como el Ejército Rojo en Stalingrado, con las espaldas en el Volga. Si perdía un set más, hubiera sido el primer campeón de Roland Garros en dejar el torneo a la primera. Pero ahí iban 157 minutos de tortura, y ya cedía el espinazo de Isner, como el de los alemanes ante la resistencia soviética. Nadal es soviético: juega de una manera y con ella vive y muere.

La Chatrier rugía tras Isner y sus saques hasta a 232 km/h ('we love you, John') justo cuando John empezó a emitir bonos de deuda de oxígeno. Nadal sacó la factura, ganó el cuarto set en 6-2 con cero errores no forzados y con el 'break' del 2-1 en el quinto set, un juego fabuloso al resto, completó el cerco por asfixia del roto gigante.

A lo Borg.

En cuatro horas y un minuto, Rafa ganó su partido número 39 (de 40) en Roland Garros: primero a cinco sets. Luego sonó casi como sonaba Bjorn Borg en 1981: "Es complicado aguantar tanta presión". Ese 1981, Borg ganó en París y perdió ante McEnroe las finales de Wimbledon y US Open. Un año después, el Vikingo de Oro se despidió. Han pasado 30 años. Nadal, que juega y gana como Borg, empieza a hablar como hablaba aquel Borg