Rafa Nadal, casi indestructible en tierra, sigue su inmersión en la hierba en el Torneo de Queen's. Un universo que otras veces ha considerado como "otro deporte", donde los tiros deslizan planos en el pasto y hay que abandonar el fondo para liquidar en red. Si de lo que se trata es de acumular kilómetros, ayer tuvo una buena oportunidad. En el Queen's Club, el selecto Club de la Reina fundado en 1886, por lo que tiene a gala ser el más antiguo del mundo. Allí sudó contra Kei Nishikori, un japonés que creció leyendo el manga de Prince of Tennis y que forjó su tenis en la factoría del viejo Nick Bollettieri en Florida.

El partido del número dos frente al nipón de 19 años tuvo que irse a los tres sets (6-4, 3-6 y 6-3). "Cuando estás en pista, vas recuperando la memoria de cómo debes jugar en esta superficie de años pasados. Pero las sensaciones son extrañas, porque es totalmente diferente; por eso es importante estar mucho tiempo en la cancha", decía Nadal a The Times. Nishikori, vencedor este año en Delray Beach, le tuvo más de dos horas engrasando la mecánica que se necesita para tener opciones en Wimbledon (23 junio-6 julio).

Pero hoy Nadal tendrá una prueba mucho más difícil. Se someterá a la tortura de Ivo Karlovic, un croata de 2,08 m con más tipo de ala-pívot de la Jugoplastika que de tenista. Este tallo, que derrotó al chileno Fernando González (6-3 y 7-5), llegó a meter 51 servicios directos en un partido de Wimbledon. Este año promedia 25 por partido. Es el típico representante de ese "otro deporte" que se juega en Queen's. Y en Wimbledon.