Tras el emblemático macho montés
En España tenemos la gran fortuna de contar con una especie cinegética emblemática, codiciada por cazadores de todos los rincones del mundo: el macho montés.
En España tenemos la gran fortuna de contar con una especie cinegética emblemática, codiciada por cazadores de todos los rincones del mundo: el macho montés.
El rececho es considerado por muchos como la modalidad de caza más pura. Un desafío entre cazador y animal donde un exhaustivo conocimiento del medio y de los hábitos de la pieza buscada son la llave del éxito. “Esfuerzo, soledad y silencio”.
El rececho de la cabra montés es para muchos amantes de la caza mayor la modalidad más apasionante y pura de las que pueden practicarse en nuestro país. El macho montés es una especie exclusiva, de las más emblemáticas de España, que despierta pasión entre los que aman el rececho de alta montaña, tanto cazadores nacionales como extranjeros. De hecho, es una especie con un altísimo valor cinegético no solo en el territorio nacional, sino también a nivel mundial, ya que su trofeo único en el mundo es codiciado por cazadores de todos los rincones del planeta.
La cabra montesa o cabra pirenaica es una especie endémica de la península ibérica que actualmente se encuentra en las áreas montañosas de España. Se trata de un bóvido de menor tamaño que un ciervo, que presenta una complexión fuerte y robusta. El peso de los machos adultos puede llegar a alcanzar los 110 kg, mientras que las hembras varían alrededor de los 40 kg. Una altura a la cruz de 90 cm en el macho y 65 cm en la hembra.
Este bóvido presenta una gran cornamenta, sin ramificar, desviada ligeramente hacia atrás, siendo en la hembra más pequeña y delgada. Su apariencia varía según las subespecies y la época del año, ya que el pelaje se vuelve de color grisáceo y se alarga en invierno, mientras que en verano se vuelve pardo o canela. El hocico es algo más corto que en la cabra doméstica y su color de pelo varía desde el gris parduzco al pardo claro. La presencia de la barba en los machos, su mayor corpulencia y la enorme extensión de manchas negras, son diferencias con las hembras.
Suele encontrarse principalmente en zonas de boques y matorrales de alta y media montaña como la Sierra de Gredos, Sierra Nevada, Puertos de Tortosa-Beceite, Serranía de Ronda y Muelas de Cortes o la Sierra de Guadarrama. Es el cazador quien, en función de sus necesidades y posibilidades, practicará el rececho en una zona u otra.
La época de caza del macho montés se inicia con la llegada de los primeros fríos de octubre, precisamente cuando esta especie comienza su celo, que dura hasta el mes de enero. Es en este momento cuando los grandes machos salen de sus lejanos refugios estivales y se dejan ver más fácilmente, ya con su pelo negro a modo de traje de invierno. No se llevan muy bien entre ellos, disputándose las hembras y luchando por ellas. Se levantan sobre las patas traseras, chocando las cuernas al caer. El vencedor se hace con un pequeño harén que abandona tras el apareamiento.
La cabra pirenaica es de hábitos diurnos durante el frio invierno y nocturna cuando el calor aprieta en los meses de verano. De carácter tímida y tranquila, tiene los sentidos del oído y olfato excepcionales. Además, posee la capacidad de caminar entre rocas y saltar por paredes prácticamente verticales o incluso cubiertas por el hielo. Son verdaderas acróbatas.
Las garantías de lograr abatir un macho son muy certeras, ya que previamente al rececho, los cotos suelen seleccionar las zonas más querenciosas para que los cazadores puedan cumplir sus expectativas cinegéticas. Las zonas de caza son muy diferentes, ya que para poder cazar un macho montés hay que tener en cuenta sus necesidades, conociendo muy bien los hábitos y características del animal y de la zona donde se va a cazar.
Lo primero a tener en cuenta para la caza del macho montés es saber volvernos invisibles para evitar que nos vean. Ahora bien, dependiendo de la época del año, la hora y el lugar, deberemos adaptarnos a las casuísticas de este animal, recordando que, en los meses de frío invierno, los machos pasan más tiempo activos. En primavera tendremos que madrugar y ver el crepúsculo en el monte, mientras que, en otoño, podemos caminar todo el día en busca de los machos.
Una vez localizado al ejemplar que queremos cazar, es de vital necesidad valorar el trofeo para estar seguros de que se ajusta a nuestras exigencias. Para ello, es fundamental observar exhaustivamente todos los movimientos del animal. Hay muchos “maquinillos” que son indispensables a la hora de estudiar los movimientos del animal, tales como catalejos, prismáticos, telémetros… ¡Ahora viene lo mejor! Una vez escogido el macho a abatir, escrutaremos los pasos a seguir para acercarnos. Será entonces cuando debamos valorar la distancia apropiada para apretar el gatillo. El éxito del rececho es el resultado de una buena gestión, preparación física y paciencia, mucha paciencia.
Si queréis saber todo sobre la caza del macho montés, no te puedes perder el número de mayo de la revista Trofeo Caza ¡Ya en tu kiosco!
Gracias a Carlos de la Iglesia por todo lo que me ha enseñado acerca de “sus cabras”.
Feliz fin de semana y buena caza.