Mixed martial arts, el negocio de los combates salta del cuadrilátero a la jaula
La UFC y ONE Championship marcan la pauta del que será el deporte de contacto del siglo XXI.
Hace unos días y casi por casualidad, buscando algo distendido que ver en Netflix, me encontré con “The Apprentice: ONE Championship Edition”, un programa inspirado en el que durante 14 años presento el expresidente Donald Trump en Estados Unidos. Este concurso consiste en la posibilidad de competir por un puesto de trabajo con un sueldo de 250.000 dólares y ser el “aprendiz” de Chatri Sityodtong CEO de ONE Championship.
No centrar la mirada en otros mercados como el asiático donde millones de personas con una cultura diferente llenan estadios para ver estos combates, es una oportunidad perdida. Es cierto que a muchos les sonará la UFC y sobre todo algunos luchadores que expanden su popularidad más allá del octágono, como Conor Mcgregor. Para hacernos una pequeña idea de su popularidad, Notorius, como llaman al luchador irlandés cuenta con más de 44 millones de seguidores en Instagram mientras que algunas estrellas actuales del fútbol como Haaland no alcanzan los 15.
Los deportes de combate han sido un espectáculo siempre, y no es necesario remontarnos a los gladiadores para sostener esta afirmación. Durante el siglo pasado, las veladas de boxeo eran el centro del mundo deportivo e incluso el punto de encuentro de grandes celebridades. Un deporte que atraía a todas las clases sociales cuando estas estaban duramente segmentadas. Muhamad Ali, Sugar Ray, Rocky Marciano, Julio César Chávez, Mike Tyson o Floyd Mayweather, han sido verdaderas estrellas, llegando como en el caso de Mayweather a durante muchos años ser el deportista con mayores ingresos del mundo.
El boxeo sigue teniendo una importante masa de aficionados, pero la aparición de numerosos promotores, organizaciones y títulos así como de campeones que no acaban de enganchar o dar el nivel que los aficionados más especializados esperan, refuerza la idea de que "fabrican a los campeones". Esto afecta de forma directa en el negocio de este deporte y con la excepción de los grandes combates mediáticos como el Mayweather-Pacquiao de hace unos años, no consiguen enganchar y se encuentran en crisis. Por otro lado, surgen organizaciones como la UFC o ONE Championship, que ofreciendo unos combates muy vistosos y espectaculares de MMA, no paran de crecer, su base de aficionados aumenta exponencialmente y en consecuencia sus ingresos y facturación.
No debemos ver este deporte como un mero potencial de entretenimiento, sino como un fenómeno global en rápida expansión y una evolución de los gustos de un público más joven acostumbrado probablemente a escenas e imágenes de mayor impacto al que los actuales combates técnicos de boxeo no enganchan. La UFC cuenta con 31,4 millones de seguidores solo en Instagram y ONE Championship 37,2 millones de seguidores en redes sociales superando entre otras a la UEFA Europa League. La UFC paso de valer alrededor de 2.000 millones de dolares en 2017 a más de 4.000 millones de dolares en tan solo 3 años y continua este crecimiento imparable.
La UFC ha dominado Norteamérica, mientras que ONE Championship se ha centrado en el continente asiático, pero ambas están expandiéndose en territorio rival y en Latinoamérica y estoy convencido de que muy pronto crearan furor y nuevos aficionados en Europa, alcanzando una expansión verdaderamente internacional, lo que disparará sus ingresos. Un nuevo deporte llega convertido en puro espectáculo y promete ocupar el espacio en el corazón de los aficionados al combate que el boxeo está dejando vacante y que otras disciplinas tradicionales no han sabido llenar.