La dormilona

Por tres, por cuatro o saliendo por la puerta, el pádel ha llegado para quedarse como deporte profesional. Por ello, y porque lo mejor está por venir, este blog nace para analizar, valorar e informar sobre la actualidad del mundo de la pala. Pasen a la pista.

Autor: Alberto Bote

LA DORMILONA

¿Cuándo será olímpico el pádel?

Tras Tokio 2020 la pregunta más repetida en el deporte de la pala es esta y su respuesta se entiende más a medio que a corto plazo.

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La Selección Española femenina durante el Campeonato de Europa de la Federación Internacional de Pádel (FIP).
FEP

Apenas 48 horas después de que hayan acabado los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, la pregunta sigue circulando. ¿Cuándo será el pádel deporte olímpico? Esta ha sido quizá la frase más repetida por todos los amantes del pádel en los últimos 15 días y cuyo vaticinio parece difícil, se entiende desde el exponencial crecimiento y fructificando en el medio plazo.

Y es que el pádel ha vivido con envidia la cita de Tokio. Envidia sana, claro. El mayor escaparate deportivo se da cita cada cuatro años -cinco, en esta ocasión- para que el mundo ponga sus ojos durante dos semanas en una gran variedad de disciplinas deportivas que ven en el olimpismo ese ascenso al olimpo que no tiene comparación por trascendencia, dificultad, recorrido, reconocimiento y satisfacción.

Un sueño, el olímpico, que en esta ocasión ha incorporado un abanico de hasta 5 nuevos deportes. Surf, skateboarding, baloncesto 3x3, escalada deportiva y karate -además del regreso de béisbol y sóftbol- serían los elegidos para, entre otras cosas, acercar a un público más joven. Debutantes que han atraído muchas miradas y que además de poder mostrar al globo terráqueo el atractivo de su razón de ser han encontrado en este espacio un importante respaldo para su crecimiento como industria.

Alberto Ginés, escalador, durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Alberto Ginés, escalador, durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Y ahí -y quizá en la comparación- radica la pregunta de por qué el pádel no es olímpico. Y esta, tiene sus respuestas lógicas.

Requisitos para ser deporte olímpico

Para ser deporte olímpico no basta con ser popular, tener éxito o ser consumido por cientos de miles de seguidores. Ni de millones. Para recibir la Carta Olímpica se deben cumplir una serie de estrictos requisitos que rige el Comité Olímpico Internacional (COI) y que muy pocos deportes logran cumplir.

Dos, son los más férreos y están vinculados con la práctica real y no testimonial. Un mínimo de 75 países y cuatro continentes donde se practique en modalidad masculina y 40 países y hasta tres continentes en su versión femenina. Todo, bajo el amparo de una federación internacional.

Además, y de forma reciente, se ha incluido un nuevo baremo que dicta que los Juegos Olímpicos -de verano- deberán estar compuestos por un máximo de 28 disciplinas, 300 pruebas y 10.500 competidores.

Y, por si fuera poco, deberá haber adoptado el Código Mundial Antidopaje que rige, haber sido aprobada su incorporación al programa olímpico en un plazo cercano a los 7 años y ser aprobada su inclusión por el COI, al menos, tres años antes -los 5 de Tokio fueron aceptados en agosto de 2016-.

Cuál es la realidad olímpica del pádel

El pádel tiene una realidad bastante prometedora como para pensar que no queda tan lejos la realidad olímpica o, al menos, la posibilidad de que esta pueda presentarse en próximas ediciones.

El pádel estará en los Juegos Europeos de 2023.

El pádel estará en los Juegos Europeos de 2023.

Y es que tal y como recoge la Federación Internacional de Pádel (FIP), el pádel está ya presente en más de 90 países, cuenta con 51 federaciones nacionales, más de 18 millones de jugadores activos y una cifra superior a las 300.000 fichas federativas en todo el mundo.

Unas potentes cifras que muy pocas disciplinas deportivas pueden enarbolar, pero que todavía se encuentran -en muchos de sus casos- en vías de desarrollo y que necesitan de tiempo y trabajo para su consolidación y que en los próximos años será cuando se acerquen a ese ratio entre países, continentes y práctica no testimonial.

Su sana realidad, expansión y crecimiento, si bien hacen que el sueño olímpico sea todavía eso, un sueño, sí han conseguido acercar su participación a los Juegos Europeos de 2023 en Cracovia, tal y como ya nos hicimos eco en La Dormilona, gracias al arduo trabajo de la FIP para dar visibilidad a este deporte dentro del entorno COI.

Cuándo será el pádel olímpico

Es una pregunta de respuesta incierta. Nadie sabe cuándo ocurrirá. Esa es la realidad. Lo cierto es que desde que el italiano Luigi Carraro se pusiera al frente de la FIP -noviembre de 2018- se ha impulsado un movimiento que trabaja para acercar la realidad olímpica a un deporte que hasta entonces solo fantaseaba con ella y que entiende esa meta más como una carrera de fondo que como una de velocidad.

Por requisitos y ediciones, la distancia es evidente. Contando con las próximas citas, la necesidad de aprobación de 7 años y el resto de condiciones olímpicas, es complicado -que no imposible- que el pádel pueda estar en unos Juegos Olímpicos en la recién estrenada década.

El presidente del COI, Thomas Bach, muestra la elección de Brisbane 2032 como sede de los Juegos Oliímpicos.

Thomas Bach muestra la elección de Brisbane 2032.

Siendo optimistas y confirmadas ya las altas y bajas para la cita de París 2024, Los Ángeles 2028 es la primera de las opciones factibles, aunque parece aún prematura y ya hay otras discilplinas como el sambo que, parece, tendrán su espacio. Brisbane 2032 será el primer escenario realista donde el pádel podría optar a estar dentro de las 28 modalidades seleccionadas. De no ser así, serían las posteriores ciudades sede las que podrían albergar el debut padelero -voces autorizadas en el deporte de la pala sueñan con un idílico binomio Madrid 2036 (o 2040) y pádel-.

Lo cierto es que será la expansión del deporte, el trabajo de las federaciones y la propuesta final de los Comités Organizadores los que despejen la incógnita a esta pregunta. Su futuro, es esperanzador.