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La derrota más dolorosa del Madrid en Atocha

La Real Sociedad gana en 1982 la primera edición de la Supercopa con un 4-0 en la vuelta y dos expulsados blancos en un duelo muy tenso.

Los jugadores de la Real celebran con su público la Supercopa de 1982.

En 1982 la Federación decidió enfrentar a los campeones de Liga y Copa a doble partido: la Supercopa. Se hizo el trofeo que aún vemos hoy, inspirado en el trofeo de verano San Juan de Sahagún, de Salamanca.

La Real estaba en sus años de mayor gloria y había ganado la Liga. Ya había dado la campanada en la 79-80, llegando invicta hasta la penúltima jornada, cuando cayó en su visita al Sevilla, primado por el Madrid según trascendió. La 80-81 la ganó la Real con aquel gol de Zamora in extremis en El Molinón cuando el Madrid, vencedor en Zorrilla, ya se sentía campeón. La 81-82 volvió a ganarla. Esta vez el Madrid flojeó, cayó Boskov, al que sustituyó Molowny, y fue tercero. Pero en la Copa eliminó en semifinales a la Real en el Bernabéu en la tanda de penaltis, en los que Ito marcó el decisivo. Luego ganó la final al Sporting en Valladolid, en aquella noche gélida.

Esa tensa pugna había dejado secuelas. Coincidió con los años de plomo de ETA, cuyo pico de asesinatos (93) fue justamente 1980. El Madrid era visto en Atocha como símbolo del Estado opresor y su presencia inundaba el campo de ikurriñas y pancartas de “Presoak kalera”. Sus jugadores se quejaban de que el ambiente borroka de Atocha intimidaba a los árbitros. Por su parte, los ultrasur recibían a los donostiarras con banderas de España con la gallina franquista, en un ejercicio de separatismo vicevérsico, y enseñas nazis, les llamaban terroristas y acusaban a Arconada de evitar con la Selección las medias con vuelta de bandera española. Luego estaba la eterna acusación al Madrid de favoritismo arbitral, que esos años azuzaba especialmente José Luis Núñez. La Real tenía clavado un penalti por mano de Gajate, de las que hoy se pitan pero entonces casi nunca, que a la larga le valió al Madrid la Liga 79-80.

La tensión se palpaba en cada partido. Se abrió un bache entre las dos plantillas, agrandado cuando los jugadores de la Real se apearon en la misma víspera de la huelga programada para la jornada 32 de la Liga 81-82, lo que dejó a los madridistas (uno de los líderes era Del Bosque) descolocados ante sus directivos.

Así llegamos a la Supercopa. Núñez maniobró para que esta primera edición no fuera considerada oficial, pero fracasó. Sí consiguió que no se televisara, lo que costó 15 millones a cada club. Pese a ello, el 13 de octubre de 1982, el Bernabéu, donde esta novedad no atrajo, sólo presentó un tercio de entrada, si bien no faltó ningún ultrasur. Arbitró Enríquez Negreira, que mostraría 14 tarjetas, dos de ellas a Juanito, expulsado en el minuto 22. Ganó el Madrid 1-0, gol de Metgod entre un enfado creciente del público, que reclamó dos penaltis claros y lanzó muchas latas al campo, en especial a Arconada. Todo el mundo salió enfadado.

La vuelta fue el 28 de diciembre en Atocha lleno a reventar. Los radicales acudieron con bolas de acero, berbiquís, tornillos… El meta madridista, Agustín, recibe ya lanzamientos en el calentamiento. El árbitro, Pes Pérez pide al delegado de campo que haga un llamamiento, pero aquello se repetirá varias veces. Era impensable en esos días que la policía entrara en la grada a sacar a alguien.

El enviado de As cuenta 12 faltas en los primeros 13 minutos. En el 21, expulsión de Juan José por cabezazo a López Ufarte. Agustín juega bajo ráfagas de lanzamientos. Hasta cuatro veces es alcanzado y se repite la interrupción para atenderle con el correspondiente aviso. La Real marca en el 53 por medio de Uralde y Atocha estalla. En el 71, el Madrid se queda con nueve por expulsión de Ángel. Alcanza penosamente la prórroga, en la que López Ufarte marcará en el primer minuto, lo que abre la puerta a nuevos goles, uno entre Bakero y Begiristain, y el otro de Uralde. 4-0. Porta entrega la nueva copa a Arconada.

A la Real el título le costó el cierre de Atocha por un partido, lo que tomó como un agravio, pues equiparó los incidentes con los del Bernabéu. El Madrid regresó cornudo y apaleado. Las tres expulsiones en esa Supercopa elevaban a siete el número de las sufridas (dos Del Bosque y Juanito, y una Sabido, Juan José y Ángel) en este ciclo de intensa de rivalidad, por solo una de la Real.

Aquella derrota trazó el signo desdichado del Madrid en la temporada 82-83, para la que había confiado el banquillo a su mito histórico, Alfredo Di Stéfano. Fue segundo en todo lo que jugó: Supercopa, Liga (ganada por el Athletic), Recopa (campeón el Aberdeen), Copa de la Liga y Copa (ambas del Barça). Di Stéfano salió de Atocha vestido de Poulidor para todo el curso.