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Susurros del campo

Tras la Dama del Bosque - Scolopax rusticola

Cada año somos más los entusiastas de este tipo de práctica cinegética

Tras la Dama del Bosque - Scolopax rusticola

Cada año somos más los entusiastas de este tipo de práctica cinegética.

Hace unos años era bastante raro encontrarse con algún becadero por el monte, mientras que ahora es de lo más habitual. La gran mayoría de los nuevos sorderos son cazadores ya veteranos que, debido a la escasez de otras especies autóctonas, se han visto obligados a pasarse a la moda, vamos, a la becada.

Pero, cómo no, el cambio conlleva una adaptación a las nuevas exigencias que ello contrae y que al parecer está lleno de mitos y habladurías, muchas de las cuales llegan a confundir al propio cazador y a orientarle de una manera poco aconsejable.

La densidad de becadas no es lo suficientemente grande como para poder hacer frente a todos aquellos cazadores que han dado por imposible la recuperación de la patirroja, dado que se trata de un ave migratoria que tiene unas preferencias y que no siempre tiene por qué encontrarse en nuestro coto.

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Esta ave de los mil nombres, a pesar de no gozar de una gran densidad, tiene un cierto atractivo que no se puede encontrar en ninguna otra práctica cinegética. El paisaje es inigualable, los lances son inolvidables y la dificultad es enorme. Por eso, el que consigue colgarse una chocha, es suficientemente recompensado después del duro caminar por las empinadas cuestas de los montes norteños.

Siempre se ha dicho que el perro es la principal herramienta en la caza de la becada, sin la cual estamos destinados al fracaso y con la cual nuestros éxitos están asegurados.

Se habla de perros muy rápidos capaces de batir el mayor terreno posible para de esta manera, tener más posibilidades de encontrar alguna pieza. En este aspecto no estoy del todo conforme, ya que creo que la manera de cazar del can depende más del terreno y del cazador que del tipo de caza en cuestión.

Los 10 secretos de la Becada

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Está clarísimo que el perro es el protagonista principal de cualquier jornada tras la “dama del bosque” y gracias a él aprenderemos a cazar. Con un buen perro sordero encontraremos más piezas que el resto de cazadores y daremos con las sordas más esquivas. El perro trabajador y con buenas cualidades será el que marque la diferencia en el cazadero.

Dependiendo de la época de año, del tiempo y del clima, optaremos por buscar en una parte del monte u en otra. No podemos pasar los días en balde buscando en lugares poco atractivos para las becadas porque casi seguro, terminamos por aburrirnos y dejar de salir al monte.

Por lo general, las primeras sordas empiezan a entrar a mediados o finales de octubre. Son becadas que llegan cansadas del duro viaje por lo que no es de extrañar que estén muy flacas. Suelan parar en los sitios altos, en los hayedos o bojerales. Lugares que en muchas ocasiones no presentan muchas dificultades al apenas tener vegetación.

Claro que siempre buscan algún escondite en el que cobijarse. Un buen día de entrada puede resultar una gran diversión, ya que se pueden levantar una gran cantidad de chochas. El problema está en que por estas fechas andan aun sin rumbo fijo, por lo que de un día para otro se suelen mover mucho.

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Según llega el día de “Todos los Santos”, las becadas se empiezan a extender por todos los montes y ya se pueden encontrar aves en casi cualquier coto, por supuesto, depende del año. Por lo general los mejores años son aquellos que tienen el mes de septiembre muy húmedo y el invierno muy frío.

Durante las primeras entradas es bueno buscar por todos los altos, pero sin descartar ningún sitio, ya que donde menos se espera puede encontrarse la esquiva sorda. Los hayedos son lugares extraordinarios para cazar las becadas, pero en cuanto se les caen las hojas, desaparecen todas las piezas al quedarse sin protección del agua y del viento. Por ello, sólo seguirán si tienen suficiente maleza como para resguardarse. Pero no nos equivoquemos, también se pueden encontrar pájaros de paso en otros tipos de árboles.

Hay rincones que todos los años atraen alguna sorda por contar con un cierto atractivo. Encontrar estos lugares es cuestión de salir mucho al monte, por eso es bueno mirar frecuentemente en los lugares en los que días o temporadas anteriores se ha levantado alguna becada, ya que es muy posible encontrar la suerte. Por ende, cuando se asientan en nuestros bosques hacia principios o mediados de noviembre, hay que ir a buscarlas en robledales y encinares en los que pueda encontrar comida.

Es aconsejable mirar bien los bordes de los caminos y senderos, los alrededores de los prados de pasto del ganado y los bojerales, pues no es de extrañar que se encuentren en esos sitios ya que, junto a ellos, suele haber lugares húmedos en los que poder hincar su pico para comer gusanos y larvas.

Los pinares son lugares magníficos para el resguardo de las heladas, por eso es óptimo mirarlos cuando bajan mucho las temperaturas. Pero estos sitios no tienen mucha comida, así que, por lo general, suelen optar por lugares con más comida. Cuando hiela no pueden meter el pico en la tierra que ya está demasiado dura, por lo que tienen que acercarse a sitios en los que corra el agua y donde la tierra esté aun blanda.

No debemos confundir las preferencias de las becadas con las de las becacinas, aunque sean aves muy parecidas se comportan de una manera muy diferente. A las becadas, a pesar de lo que se suele escuchar, no pueden ni ver el agua.

Les gusta que la tierra esté húmeda pero no encharcada, no quieren mojarse. Si un prado está encharcado se podrá levantar alguna agüaneta, pero rara vez una sorda. Como ya sabréis las sordas suelen bajar a los prados, piezas o cerros a la noche en busca de comida, por eso a primera hora del día es fácil encontrarse con ellas e incluso más de una se suele quedar todo el día si el tiempo se lo permite.

La becada suele andar por lugares sombríos, pero con el suelo limpio, sin hierbas ni hiedras para que no le estorben. Claro que cuando notan la presencia del perro o del cazador, se suelen esconder dentro de la maleza. Por lo tanto, el suelo, es un factor importantísimo a la hora de buscarlas.

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Por supuesto el tipo de vegetación cambiará. Ira a los sitios más cerrados cuando llueva o nieve. Por eso, según va transcurriendo la temporada y llegando el frío, tiende a bajar a latitudes y alturas más bajas.

El comportamiento de las becadas va cambiando según va transcurriendo la temporada. Hay muchos lugares en los que puedes encontrar sordas durante todo el otoño e invierno, pero lo mejor es cambiar ya que de esta manera casi seguro que daremos con más aves.

Las 8 especies de la becada, su caza, biología, distribución e historia

Como apunte, aconsejaría que, una vez que se quedan a invernar, se busquen en los sitios más sombríos ya que suelen ser los que más les gustan. Aquellos en los que el tiro se hace casi imposible. Por lo general son lugares bajos, situados en las laderas de los montes. Buscan el cobijo en aquellos sitios más resguardados de los fríos vientos del norte. También les gusta que paste el ganado ovino, ya que dentro de sus heces buscan alimentos y a la vez limpian el suelo de vegetación, de manera que les es más fácil andar por él.

Eso sí, cuando se queda todo el monte blanco las becadas permanecen, por lo que hay que buscarlas en zonas con muchísima maleza en la que encuentran algún pequeño rincón claro en el que poder aguantar.

Desde finales de enero es bastante corriente encontrarse con becadas de contrapasa que vuelven a sus países de origen. Durante estos días hasta finales de abril, se pueden encontrar muchas piezas, aunque de un día para otro es muy probable que desaparezcan. Es en esta fecha cuando se pueden levantar en cualquier monte, ya que no hay unas preferencias concretas.

Una vez terminada la jornada, no olvidéis prepara un buen plato de becada, os dejo alguna exquisita receta.

- Receta de Becada en Salmis

- Receta de Becada al Armagnac

- Becada con Setas

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¡Salud y buena caza!