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La pillería de Rogelio ante el Barça

El extremo del Betis despistó a los azulgrana en la primera visita de Cruyff a Sevilla al sacar un córner casi 'invisible' para perder tiempo.

De arriba abajo y desde la izquierda: Sadurní, Benítez, Torrent, Antón, Lico, Torres; Zaballa, Muller, Vavá, Pereda y Rogelio.

Era el 8 de diciembre de 1974 y Cruyff visitaba por primera vez Sevilla. Aunque era su segunda temporada, en la anterior no había jugado en la ciudad porque sus dos equipos estaban en Segunda.

A Cruyff se le esperaba con interés no exento de cierta repulsa. Sólo cuatro días antes se había celebrado el homenaje a Isidro Sánchez, padre de Quique Sánchez Flores, que empezó su carrera en el Betis, antes de pasar al Madrid y terminar en el Sabadell. Divorciado, había perdido la vista, estaba en apuros. Se le organizó un homenaje nacional entre dos combinados de la Liga: españoles contra extranjeros. Se había abierto la importación el año anterior y aquellas grandes estrellas todavía tenían sabor de novedad. El mejor era, claro, Cruyff, al que apetecía ver jugar junto al madridista Netzer. Pero se presentó de paisano y se limitó a estar en el saque de honor. Pretextó una contractura, pero se le acusó de haber pedido dinero.

En el Betis aún se guardaba un gran recuerdo de Isidro, de modo que fue recibido con gran antipatía. El lleno fue bárbaro.

La figura del Betis era Rogelio, La Zurda de Caoba. Andaba por su temporada número 13 en el club, pero aún estaba en magnífica forma. Durante años fue objeto de persecución persistente del Barça, que anduvo mal de extremo izquierda en los sesenta. Mientras el Madrid tenía a Gento y a Manolín Bueno (al que Bernabéu retenía como eterno suplente para que no acabara en el Barça), los culés probaban y probaban: Camps, Szalay, Beitia, Vicente, Serafín, Zaballa cambiado de lado, Seminario, que era interior... Ninguno cuajaba del todo.

Rogelio era un jugador tirando a cómodo, que ya en sus inicios le había dicho a su entrenador, Antonio Barrios, un vasco seco y severo: "Yo no corro porque correr es de cobardes". Pero tenía una zurda exquisita, una gran visión de juego y una picardía inusual. De ahí que el Barça le persiguiera tanto. El ataque más fuerte llegó en 1966, con una oferta formal de 5,5 millones de pesetas, más el delantero Vidal, pero el Betis la rechazó.

Sólo un día vistió la camiseta blaugrana, justo ese verano. El Barça organizó un homenaje a José Planas, jugador de antes de la guerra y luego técnico del club muchos años. Una figura muy querida y popular. Se contrató al Vasco de Gama. Como varios jugadores del Barça estaban con la selección para el Mundial de Inglaterra, se invitó a algunos jugadores de fuera para dar más interés al homenaje: Torrent, del Sabadell, Lico y Vavá (pichichi del curso), del Elche, y Antón y Rogelio del Betis. Salvo Torrent, que ya había pasado por el club, los demás interesaban como posibles fichajes.

Rogelio siempre guardó en su salón la foto de aquel equipo. Le tiraba el Barça, en cuyo juvenil llegó a jugar su hijo Fran.

Para 1974 ya estaba descartado cualquier interés. El Barça tenía a Rexach, asentado desde el 68. Era parecido en muchos aspectos a Rogelio, con estatura, clase y tendencia a la comodidad, tanto que en Barcelona le adjudican como propio lo de "correr es de cobardes", cuya patente es de Rogelio.

Pero estábamos el 8 de junio de 1974 en el Villamarín, a campo lleno. Público apasionado e indolencia de Cruyff, que ya desde ese segundo curso empezó a racanear, tras una primera temporada imponente. Forcejeo y 0-0 hasta el 89, cuando hay una falta cerca del área culé. Rogelio va al saque. Amaga dos veces, provocando que la defensa del Barça se adelante para dejar a los atacantes en fuera de juego. A la tercera, tras una seña a Biosca, le coloca con su zurda de caoba la pelota en la frente. Es el gol. 1-0.

Hay descuento y el Barça intenta empatar, hasta que un contraataque del Betis acaba en córner contra la portería de Sadurní. Queda poco tiempo. Rogelio va al rincón y le avisa al linier: "Voy a mover el balón lo justo para que dé una vuelta sobre sí mismo, así que el córner estará sacado". Así lo hizo, pero en el barullo del área nadie advirtió la artimaña. Asensi lo recuerda: "Nos desmarcábamos, nos empujábamos, y él no sacaba. Nos volvimos hacia el árbitro, Pascual Tejerina, pero se ve que a éste le había hecho una seña el linier y se encogía de hombros. Así estuvimos no sé si un minuto o más, hasta que Tejerina pitó el final. Luego supimos lo que había pasado".

Así que la gente que había ido a ver y a pitar a Cruyff se encontró viendo y aplaudiendo a Rogelio. Genio y figura.