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EL MUNDO DE RONCERO

Bordalás, Marcelino, Caparrós, Rubi…

Los cuatros entrenadores han sido, sin duda, grandes triunfadores en LaLiga que acaba de terminar. Los cuatro y sus equipos estarán en Europa.

Bordalás, Marcelino, Caparrós, Rubi…
DANI SANCHEZDIARIO AS

Recuerdo que me encontré el pasado verano a Pepe Bordalás. Yo estaba de vacaciones en Oliva (Valencia), disfrutando del sol y la familia. Él estaba trabajando, como casi siempre, preparando la pretemporada de su Getafe. Desayunamos un café mientras me desgranaba los problemas que había tenido para confeccionar la plantilla y el esfuerzo que había hecho el club azulón para tener un equipo apañado, que luchase con dignidad por mantener la categoría. Y leyendo los nombres de los componentes de la plantilla me pareció un objetivo realista y razonable. Al día siguiente jugaron un amistoso ante el Adarve, equipo de la Segunda B (Grupo I), que ahora ha certificado su descenso. Lógicamente venció el Getafe, pero su juego no fue para tirar cohetes. Eso sí, me llamó la atención el buen estado de forma de Jorge Molina, que pese a su edad (por entonces 36 años) ya avisaba del temporadón que iba a hacer. Cuento todo esto para valorar como se merece el mérito de Bordalás al haber estado a punto de meter al Getafe en Champions y al conseguir incluirle en los bombos de la próxima Europa League. No me extraña que esté tan cotizado el alicantino y que le lluevan las ofertas. Es un técnico con método, con una idea clara y sabe cómo ejecutarla. Chapeau, míster. 

Elogios que hago extensivos a Marcelino. El asturiano ha lidiado con un club sumido en muchos problemas de identidad al tener al dueño de la entidad en Singapur, Peter Lim, pero la suerte de Marcelino es que Mateo Alemany lo ha protegido siempre y ha respaldado su trabajo, que ha sido mucho, muy bueno y bastante concienzudo. Marcelino no está de paso en el fútbol y no ha venido para hacer amigos. A él le pagan para sacar el 100% de las plantillas que maneja y en esa lucha titánica ha estado metido. Hace cinco meses le querían echar de Mestalla y ahora le besan los pies por donde pisa. Ha metido de nuevo al Valencia en Champions y el sábado jugará una atractiva final de Copa ante el Barça en Sevilla. Y ha estado en las semifinales de la Europa League. Si consiguen los ches ganar la Copa, la palabra exitazo se les quedará corta. Marcelino García Toral vuelve a dibujar una brillante página en su currículo en los banquillos. Más que merecido. 

Ahora vamos con Joaquín Caparrós. Un luchador nato, un estajanovista vocacional, un tipo fiable, noble y directo. Cogió al Sevilla, a ‘su’ Sevilla, cuando la situación de Machín era insostenible. Peligraba hasta la Europa League y el equipo se desmoronaba. Caparrós llegó al rescate con su fórmula infalible: compromiso, compromiso y más compromiso. A mitad de su meritorio recorrido en esta su enésima etapa en Nervión nos desgarró el corazón al descubrir que sufre una leucemia crónica. Pero Joaquín es tan campechano y corajudo que nos lo contó como el que tiene un dolor de muelas. Ha seguido haciendo su trabajo y lo ha culminado metiendo al Sevilla en la Europa League, objetivo prioritario para seguir enganchado una temporada más a las competiciones europeas. ¡Eres grande, Jokin! 

Y mi último apunte es para Joan Francesc Ferrer Sicilia, más conocido como Rubi, el entrenador-milagro del Espanyol. Hace un par de meses mucho le habían pesto la proa y los pericos hasta se conformaban con evitar el descenso. Habían perdido la fe en el entrenador catalán, que ya había dejado su interesante sello en el Valladolid, el Levante, el Sporting de Gijón y el Huesca. Rubi es un técnico valiente, modernizado, que sabe manejar los vestuarios y que logra que sus equipos crean en lo que hacen. Aparte de los goles de Borja Iglesias, que ha estado de sombrerazo, este Espanyol ha recuperado ese espíritu combativo y ambicioso que le llevó a jugar dos finales de la UEFA y la Europa League. Bravo por Rubi y bravo por los pericos.