Qué comer para competir en la copa del mundo
El menú de los competidores en la Finales de la Copa del Mundo de esquí alpino Andorra 2019.
La pasada semana tuve la fortuna de poder ser un espectador en las finales de la copa del mundo FIS de esquí, justo en la línea de llegada de la mítica pista de La Aliga en El Tarter, (Andorra), pero también seguí la competición del supergigante en algunos de los puntos del descenso. Si le gusta el esquí alpino, pocas competiciones hay en el mundo del deporte tan espectaculares como esta.
La Àliga desciende 2,7 km con un ancho de al menos 60 metros, un desnivel de 756 metros y una pendiente media del 28,2 %. Puede que estos números no impresionen mucho, probablemente usted ha descendido por pistas más estrechas, más largas y con más inclinación…pero seguro que no las ha hecho alcanzando velocidades de más de 124 Km/h y que no ha tardado en bajarla menos de 1:20 minutos. A esas velocidades, la pista se torna endiablada, exigente y extremadamente técnica. Con algunos saltos escalofriantes como el del Gall en la parte alta y algunas curvas, como el Curvone, con trazadas de suspense.
Para descender La Àliga en las finales de la copa del mundo, los esquiadores son precisos al milímetro. Tumbando el cuerpo en las curvas, mientras las piernas soportan fuerzas centrífugas brutales que les intentan expulsar de la pista. La mínima acumulación de nieve puede vencer la resistencia de los cuádriceps y hacer caer al esquiador. O en los gigantescos saltos de los cambios de rasante donde la pericia y la precisión, pero también la fuerza, desempeñan un papel primordial para aterrizar equilibrado y amortiguar el impacto.
Viendo a los atletas, auténticos formula uno, descendiendo la pista como si la pendiente, la gravedad y la aceleración vertiginosa fuesen sus más intimas amigas, uno no puede evitar preguntarse ¿Pero esta gente que come para soportar esas velocidades? La respuesta la tiene Marta Pons, asesora del equipo de restauración a las Finales de la Copa del Mundo de Grandvalira, que se ha encargado de diseñar y planificar las comidas de los esquiadores tanto antes como después de la competición.
Antes de competir
El objetivo es tomar una comida que proporcionen "energía, fácil digestión y alta concentración de nutrientes". Dos horas antes de la competición, los esquiadores hacen un desayuno de unas 600 Kcal, teniendo en cuenta que se recomienda un consumo diario de 2000 Kcal se puede hacer una idea de la exigencia energética y desgaste físico de la competición.
En el Tarter los atletas pudieron elegir entre cuencos de frutas ricas en antioxidantes y vitamina C y zumos de cítricos con jengibre, para darse un buen chute vitamínico. Variedad de aceites de oliva, frutos secos, semillas y aguacate para obtener la porción de grasas saludables. Diferentes panes, cereales de desayuno, legumbres, arroz y quínoa para obtener la “gasolina” necesaria en el descenso. Y huevos, embutidos, yogur, leche, leche de avena, tofu y humus para adquirir la reserva proteica para el desgaste.
“Este desayuno lo que hace es complementar la pauta nutricional que habrán seguido los esquiadores los días antes a la carrera. El esquí es un deporte explosivo, en el que los corredores necesitan tener las reservas de glucógeno llenas de su masa muscular, por lo que es básico los días antes la ingesta de carbohidratos, que encontramos sobre todo en los cereales como el arroz o la pasta, en las legumbres y en la fruta.” – Explica Marta Pons.
Por supuesto, hay diferencia entre esquiadores y esquiadoras. Las mujeres deben ingerir más alimentos ricos en hierro ya que tiene más posibilidades de sufrir anemia. Y además, en altura el nivel de oxígeno desciende por lo que el aporte extra de hierro para la hemoglobina nunca viene mal. Y si el día de la competición hace mucho frio, tanto para hombres como para mujeres, consumir desayunos calientes, incluyendo caldos, es una buena idea.
Después de la competición
El desgaste físico después de la tensión de la competición, los nervios de la espera de turno y la exigencia física del descenso, es gigantesco y requiere una recuperación nutricional exclusiva.
En Grandvalira entre los competidores se hizo muy popular un coctel conocido como “batido de nieve”. Una sencilla bebida elaborada con plátano, leche de coco y coco rallado, pero extremadamente rica en potasio y sales minerales, y muy energética, que la convierten en una “poción mágica” para recuperarse y recargar las pilas para próximas mangas o los días siguientes de la competición. El batido de nieve, junto las botellas de champán, fueron las bebidas más populares entre los esquiadores, al menos entre los que ganaron la final.