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SIN CADENA

Cuando se tuercen los planes: readaptando los ojbetivos

Tres meses después de El Pavo, apenas he podido hacer unas cuantas salidas en bici. Toca ponerlo todo en su sitio, replantear el año... y disfrutar

Cuando se tuercen los planes: readaptando los ojbetivos

Muy feliz y contento estaba yo en Navidad, mirando el calendario de marchas y Gran Fondo decidido a convertirme ya en un globero pro. No como ahora, que soy globero hasta para los globeros. Muchos propósitos de año nuevo me hice, pasándome casi dos horas eligiendo sitios a los que ir, esperando estar bien en forma en primavera. Iluso. La primavera empieza oficialmente dentro de una semana –aunque en Málaga llevamos ya un mes sin rastro del invierno- y yo sin vender una escoba.

En estos tres meses ha habido desde una gripe seria hasta un cambio de residencia con su correspondiente mudanza, hecha en tres tandas con lo que implica de ir, volver, empaquetar y reubicar, y también un problema inesperado de salud que, por suerte, al final ha quedado en nada. Además, como resulta que el problema venía por la zona donde uno se sienta en el sillín, precisamente la bici he tenido que aparcarla. Y, la verdad, he tenido poco tiempo y menos ganas de echar la esterilla al suelo para hacer core y similares. Así estamos.

Hasta ayer. Por fin, a 13 de marzo conseguí sumar los primeros kilómetros dando pedales. Y mira que en la Costa del Sol llevamos dos semanas de un tiempo que preocupa a todos los agricultores y dueños de piscinas, pero para quienes nos gusta la bici es gloria bendita. Sol, termómetro por encima de los 20 grados y viento cero. Bueno, menos ayer. Porque para 1h30 que hice, la tuve que hacer -aquí lo llamamos 'terrá'- con un aire caliente horroroso. No digo más que el Garmin me llegó a marcar hasta 34 grados. De locos en marzo.

Por alguna razón que desconozco, en estos dos meses y medio en los que casi no he hecho nada –en febrero sí hice dos salidas en todo el mes- no he ganado demasiado peso y creo que parto de una base algo más alta que la última vez que tuve que empezar de cero. Aunque tampoco sea gran cosa. Además, cuando yo competía hace ya unos cuantos años no había métodos novedosos de entrenamiento y las primeras semanas eran de llano. Por el lugar donde vivía anteriormente, no tenía forma de hacer días de fondo más o menos planos, que es donde más a gusto me siento para empezar. Aquí lo puedo hacer y, encima, a la orilla del mar.

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El jueves sí le he podido dar un poco de continuidad con algunos ejercicios en el suelo para ir acompañando. Así que como ya hiciera hace algo más de medio año cuando me propuse correr el Pavo de Vélez-Málaga, esta vez haremos lo mismo: poner la vista en un objetivo e ir a por él. Será una prueba que me quedé con las ganas de hacer en 2018 y va a ser este año. La XXIV Marcha Ciclodeportiva Sierra de las Villas, que tiene salida y llegada en Villacarrillo (Jaén).

Todavía no ha salido el recorrido, pero el año pasado anduvo, más o menos, en los 110 kilómetros con algo menos de 2.000 metros de desnivel. Así que toca ponerse las pilas y apretar un poco. Supongo que el trabajo anterior debe estar ahí. Cuidaremos la comida también –sin locuras, eh, que en el pueblo estamos de Ruta de la Tapa hasta primeros de abril- y trataremos de llegar lo más fino posible.

Tampoco se me olvida que en diciembre tengo que volver como sea al Pavo para hacer, ya sí, un tiempo medianamente respetable y olvidarme de calambres y demás. Así que, básicamente, la idea es trasladar la “temporada” de marzo a primeros de diciembre. La última vez no salió perfecto, pero fue suficiente. Esperemos que esta sea, por lo menos, igual. Vamos al lío.