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MR. PENTLAND

Hacer la cama y hacer de Ramos

Lo mío, a otro nivel (Regional) y con otra trascendencia, fue más suave. Una cama de agua. Aunque la moraleja es la misma. Los jugadores, a jugar.

Hacer la cama y hacer de Ramos
DIARIO AS

Antes de lo que él mismo pensaba, Zidane está de vuelta en el Madrid. Y de todas las conclusiones que se pueden rescatar de su regreso, la más trascendental es que ha enfriado de inmediato un incendio. En esta era de los extremismos y de la crispación a todos los niveles en la que convivimos, es una gran noticia ver cómo una institución de tal potencial apuesta por un hombre conciliador en detrimento de pirómanos. Sobre todo para el propio Real Madrid. La apuesta por el francés no sólo es un buen y oportuno escudo. También es una estrategia con perspectiva de futuro. Zizou puede ser un potente imán para las estrellas que están por venir, mientras que otras alternativas, como la de Mou, que antes poseía una atracción similar, hubiera sido ahora un repelente para esas joyas a las que se ha echado el anzuelo. Sus últimas experiencias le delatan. Que se lo digan a Pogba.

La reaparición de Zidane confirma la tendencia vintage que impera en España y en nuestra Liga. El Villarreal deshizo sus pasos en plena crisis hasta dar otra vez con Calleja en busca de la salvación. Y rebobinar la jugada le está surtiendo efecto. La Real lo hizo antes con Imanol. El Barça de baloncesto volvió a entregarse a Pesic, con el que ha encontrado títulos. Y el Zaragoza, por enésima ocasión, repitió con Víctor Fernández. Son únicamente unos cuantos ejemplos. Cuando las cosas no marchan según el plan previsto, o cuando algo puede ir mejor, no hay nada como dejarse llevar por la morriña. La afición del Barça siempre tendrá a Guardiola en su pensamiento. Como la del Getafe tiene a Quique, el Celta a Berizzo, el Valladolid a Mendilibar, el Girona a Machín o el Leganés a Luis Ángel Duque o Garitano. Es lo mismo que les sucede en la actualidad, con más urgencias, a clubes metidos en apuros. El Rayo ha llegado ya a tantear a Jémez por si Míchel cae y el Sevilla cuenta con Caparrós por si su delfín no aguanta más.

Pero del sí de Zidane a Florentino, y por tanto de la destitución fulminante de Solari, al que no han dejado ni despedirse públicamente, también pueden extraerse otros análisis que por secundarios no son menos importantes: ¿le hicieron la cama los jugadores al argentino? Con la primera parte de Valladolid se acrecentaron las dudas, ya que jamás se había visto a un equipo de élite cometer tantos errores seguidos. Sin embargo, el maquillaje de después sólo mantuvo el interrogante con unos cuantos futbolistas, que no con todos, que se situaron en la bancada de la oposición en la que Isco era el portavoz.

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FELIPE SEVILLANODIARIO AS

Hacer la cama es una acción que se ha repetido desde los orígenes del fútbol. Y es una costumbre tan instaurada, y con tantas ramificaciones y derivadas, que hasta yo he sido capaz de perpetrarla. Hacer la cama no tiene por qué ser dejar de correr. Es tan sutil y subliminal como olvidarte de defender a uno de los tuyos y mirarte al ombligo. Lo de algunos jugadores del Madrid ha sido una cama de matrimonio. Lo mío, a otro nivel y con otra trascendencia, fue más suave. Una cama de agua. Aunque la moraleja es la misma.

Sucedió en el año previo a mi precipitada retirada, hace 15 años. Ha prescrito y, aun así, todavía me arrepiento. Fue en Pedro Muñoz, en la tierra natal de Juande Ramos. El equipo, aunque para mí ya era un hobbie en Regional en el que apenas tenía tiempo para entrenar un día a la semana, estaba confeccionado para ser la revelación del campeonato e incluso amagar con subir a Tercera. Tras una primera temporada brillante sin lograrlo, en la segunda apareció la dejadez. La mayor cohesión de grupo se hacía en las tabernas. A estas alturas de la temporada los resultados nos pusieron en nuestro sitio, así que mirábamos al descenso de la mano de Lucas. Un tío justo, bueno y honrado. Y eso que era banquero. Por eso, el presidente de turno me llamó por teléfono para pulsar el ambiente del vestuario tras otra derrota ya que, sin ser capitán, era uno de los pesos pesados. El presi, un genio que no mataba ni a una mosca, ofreció algo nervioso su análisis de la grave situación y yo, lejos de contradecirle, compartí sus impresiones. No critiqué al míster, con el que era indiscutible, pero tampoco le defendí. Hay silencios que matan. Si eso no es hacer la cama, podría decirse que al menos colaboré, como Bale estos días, en rematarla con un buen edredón.

Ojalá todo hubiera acabado ahí. A propuesta del mandamás, accedí a darle el nombre de un posible sustituto como me pidió. Hice un Ramos en toda regla. Si el camero ya patrocinó la llegada de Lopetegui, se postuló en contra de Conte para suplirle después y ahora le ha quitado de la cabeza a Florentino abrazase a Mou para poner una alfombra roja a Zidane, la extralimitación de mis funciones fue por hacerme el importante y por amistad. En vez de negarme, aposté por un prometedor y joven técnico del pueblo. El presidente, sin una buena agenda, me dijo que lo consultaría con su directiva y, al cabo de unas horas, lo fichó por ser algo sencillo y barato. Lo que pasó después fue justicia divina. Al segundo partido el nuevo entrenador me mandó a la ducha en el descanso, en el tercero me sentó por primera vez -práctica que repitió sin una queja mía y sin una explicación suya- y al final descendimos de la mano. De toda mala experiencia se aprende algo. En el Madrid y en Regional. Los jugadores, a jugar. Los entrenadores, a entrenar. Y los presidentes, lejos, en el palco.