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PLANETA E-BIKE

¿Cuestan las e-bikes lo que nos cobran por ellas?

El elevado precio de las bicicletas eléctricas supone un escollo para su expansión definitiva.

¿Cuestan las e-bikes lo que nos cobran por ellas?

En esta ocasión me gustaría compartir con vosotros una inquietud, abrir un debate al respecto. No tanto ofreceros mi opinión porque lo cierto es que no tengo demasiado claro mi criterio. Se trata de un dilema que entiendo que es aplicable a cualquier tipo de bicicleta, excepción hecha de los modelos básicos de las grandes superficies, ya sean de carretera o muscular de montaña, aunque me voy a ceñir a las e-bikes desde el momento que son las protagonistas de este espacio. La pregunta es sencilla: ¿cuestan tanto las bicis eléctricas como nos cobran al comprarlas? ¿Está su elevado precio justificado?

A días de hoy, diría que es difícil encontrar una mountain bike nueva con asistencia eléctrica, de suspensión doble y cierta calidad por debajo de los 4.000 euros (me refiero a la tarifa recomendada por los fabricantes o importadores, dejando al lado las ofertas o promociones de los distribuidores). Una cifra mínima para una e-bike de componentes básicos, nada de exquisiteces o materiales sofisticados, porque entonces la factura puede superar incluso los 10.000 euros.

Para mí, que profesionalmente me muevo en el mundo del motor, estas cantidades así en frío, sin mayores consideraciones, me parecen escandalosas. Tomando como referencia las motos, por definición el vehículo más similar a una bicicleta, la comparación no deja de sorprenderme por más vueltas que le doy. Por un precio similar a lo que cuesta una Specialized Turbo Levo S-Works (11.299 euros) se puede comprar una KTM Freeride E-XC (11.295 euros, incluyendo batería y cargador), una enduro con motor eléctrico de 11 kW y una batería de iones de litio de 2,6 kWh, con suspensiones White Power en ambos ejes, frenos de discos y más de 110 kilos de componentes de primera calidad.

Y eso que la batería y cargador de la moto no son precisamente económicos. Porque si nos alejamos de la electrificación, desembolsando prácticamente lo mismo que por la magnífica Turbo Levo tope de gama, un bicicletón sin duda, puedes sacar de un concesionario BMW una F 850 GS (11.950 euros en su versión básica), una trail con propulsor bicilíndrico de 95 CV y toda la tecnología del gigante alemán de la automoción… que además paga impuesto de matriculación.

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No es que pretenda establecer equiparaciones directas que seguramente admitan muchos matices, pero sí creo que se trata de datos referenciales para enmarcar la incertidumbre que me producen los precios de las e-bikes. Mi sensación es que se obtiene menos rendimiento por nuestro dinero en el caso de las bicicletas. Porque en cualquier caso, tanto en uno como en otros, entiendo que en el coste que asume el consumidor se incluyen una serie de intangibles que son inevitables en todo el proceso de diseño, investigación, desarrollo, producción, distribución, comercialización y promoción de los productos.

Así que no discuto que pueda estar justificado que una determinada e-bike valga 8.000 o 10.000 euros. Sólo debo admitir que me resulta difícil aceptarlo y entenderlo, por mucho que me hablen de materiales costosos, investigación y desarrollo, tecnología o calidad. Porque son conceptos todos, insisto, que identifico igualmente el otro tipo de productos cuyo precio me resulta más aquilatado para lo que ofrece a sus usuarios.

Como señalaba al principio, tan sólo pretendo realizar una reflexión en voz alta sobre la que me gustaría conocer vuestra opinión, bien desde este espacio o desde las redes sociales que compartimos. No descarto que existan aspectos que se me escapen y que otorguen sentido a las tarifas de las actuales e-bikes, que pienso siguen siendo inaccesibles para un gran número de economías personales (no digamos ya domésticas con niños, colegios, vacaciones en familia y neveras sin fondo).