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Esquí

Cómo evitar el miedo en la nieve

Una lesión puede provocar miedo a volver a lesionarse y bloqueo al regresar a las estaciones y encarar un descenso.

La esquiadora suiza Lara Gut-Behrami durante la prueba de descenso  Cortina d'Ampezzo.
JOHANN GRODEREFE

La temporada pasada de esquí me quede completamente bloqueado al intentar descender por una pista roja, muy amplia, con la nieve perfecta y apenas esquiadores. Fue un bloqueo total. Se apoderó de mí un miedo frio a hacerme daño en la rodilla y, de repente, todo se volvió inclinación imposible, velocidad vertiginosa y agarrotamiento muscular. Tengo la rodilla izquierda lesionada, con 5 operaciones, en aquel momento molestaba un poco, y el miedo a volverme lesionar me paralizó. Era incapaz de doblar la rodilla, daba los giros descompensados, por lo que el desequilibrio era constante y la falta de control también. Esto no hacía más que acrecentar mi inseguridad y miedo, lo que me provocaba mayor rigidez muscular, menos pericia técnica que cerraba el círculo vicioso de ejecución desastrosa y terror constante y creciente.

 Nunca me había pasado nada similar. Había oído que en el buceo, por ejemplo, existe algo llamado “síndrome de la esfera azul”, una especie de miedo súbito por la que un buceador, sin importar su nivel de experiencia, puede entrar en un estado de pánico mientras bucea y confundir la superficie con el fondo. Lo que es bastante más peligroso que un bloqueo en los descensos en la nieve, porque en el mar el aire que se tiene para respirar bajo el agua es muy limitado. En la montaña basta con sentarte y dejar de esquiar. Pero en mis más de 30 años buceando nunca me había pasado nada parecido, como mucho alguna inmersión ajetreada...pero miedo nunca y bloqueo menos.

El autor recuperando sensaciones en Sölden (Austria)
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El autor recuperando sensaciones en Sölden (Austria)Eduardo SaleteBalder

 Y sin embargo, allí estaba yo en la montaña, bloqueado, no ya sin capacidad de esquiar, tampoco de pensar, bueno eso sí, pero solo en como me iba a fracturar la pierna de forma horrible si cogía velocidad y me caía, lo que no ayudaba en nada. No sé como baje, supongo que con más miedo que vergüenza, pero al final de la jornada no entendía que había pasado. Y sin haber entendido que había pasado me forcé para seguir esquiando. El episodio se fue repitiendo, más o menos intensamente, durante toda la temporada….y, al final, en una bajada suave, apurando las últimas horas de luz, me lesioné la rodilla. Fue como una maldición "autoprofetizada".

Sufrí lo que en psicología deportiva se llama “miedo a volver a lesionarse", una reacción a una situación estresante, como esquiar por una pendiente pronunciada, que implica sentimientos muy negativos, falta de confianza e incapacidad de desviar el pensamiento del miedo a lesionarse. Las consecuencias son falta de concentración, reducción en la pericia técnica y un excesivo aumento de la tensión muscular. Básicamente el miedo a lesionarse aumenta, paradójicamente, las posibilidades de lesionarse.

Para evitar esta situación, y disfrutar plenamente de la montaña y los descensos, se pueden tomar las siguientes medidas que yo he puesto en práctica esta temporada.

[1] Fortalecer la zona lesionada con ejercicios dinámicos e isométricos que repliquen los movimientos a realizar en el esquí. Existe una aplicación para la forma física en el esquí, yo estoy utilizando la aplicación freeletics.

[2] Reconocer el miedo. Pensar y meditar sobre el miedo que se ha experimentado provoca que este “migre” desde la amígdala, parte del cerebro donde se regulan las emociones y respuestas automáticas, al cortex prefrontral donde es “más fácilmente” controlable…según los psicólogos.

[3] Sustituir los malos mantras por otros positivos. Por ejemplo en un descenso en vez de ir pensando “esto está muy empinado, estoy muy alto, voy muy deprisa, el próximo giro me la doy” sustituirlo por la estrategia del Cholo Simeone “Tranquilo, giro a giro. Lo estoy haciendo bien”.

[4] Practicar la resilencia. Recordar los días gloriosos en la nieve, la satisfacción de descensos sobre nieve perfecta, los momentos divertidos de revolcones.

[5] Tirarse. Y con respecto a esto último, los revolcones, practicar caídas puede ser buena estrategia por tres motivos. Para amortiguar los impactos en caídas no planeadas, tal y como hacen los judocas, para saber levantarse casi inmediatamente y para darse cuenta que caerse no es tan terrible como se puede dibujar en la imaginación, la mayor parte de las veces lo único herido es el orgullo. Esto quizá es más importante para esquiadores que para snowboarders.

Veli, monitor privado de Grandvalira
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Veli, monitor privado de GrandvaliraEduardo SaleteBalder

[6] Contratar los servicios de un monitor. Muchas escuelas de estaciones ofrecen servicio de monitor privado, por ejemplo en el Tarter (Grandvalira) conocí a Veli, un monitor que entrena a deportistas profesionales y conoce a la perfección los problemas de esquiadores en las pistas, con el que en una sola mañana avancé más que en toda una temporada. El monitor no solo mejorará la técnica mecánica de esquí, si no que al haber lidiado con todo tipo de problemas psicológicos a la hora de enfrentarse a la pendiente, sabrán como ayudar para superarlos. Probablemente, este es el punto más importante para resolver un problema de miedo en la nieve.

[7] Empezar con cuidado. No existe ningún problema con rebajar la dificultad del descenso, se trata de volver a tener buenas sensaciones sobre las tablas. Al único que se tiene que demostrar algo es a uno mismo, y es que se está seguro y a gusto en el descenso. Hay que cosechar nuevas y frescas buenas experiencias.

[8] Salir de la zona de confort. Se debe regresar a la “escena del crimen” y demostrarse a uno mismo que es capaz de bajar por donde antes daba pánico. Esto que parece un punto contradictorio con el anterior, en realidad tiene el objetivo de no mitificar descensos que física y técnicamente están a nuestro alcance, aunque psicológicamente no. No se tiene por que elegir el descenso más complicado, basta superar un tramo no muy largo que termine en un descenso más suave, por ejemplo un tramo de pista roja que cruce dos azules.

[9] Disfrutar de la montaña. Para rebajar la ansiedad, basta con pararse y respirar profundamente. Retomar el control de las sensaciones mientras se disfruta del entorno espectacular que suelen ofrecer los paisajes nevados. Y terminar el día con un gran recuerdo.

Estación de Gavarnie-Gèdre
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Estación de Gavarnie-GèdreEduardo SaleteBalder

Tengo que reconocer que, aun aplicando estas medidas, el recelo a lesionarme no se ha evaporado del todo, pero lo que llevo de temporada de nieve ha sido fantástico. Mi objetivo es que a media temporada solo tenga buenas sensaciones.