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SUSURROS DEL CAMPO

Y vuelta la burra al trigo…

En muchas ocasiones somo nosotros mismos los que sucumbimos a que la imagen del cazador, la visión de la caza, se vea distorsionada.

Y vuelta la burra al trigo…

Pocos días quedan ya para dar por finalizada la temporada de caza. Para muchos de nosotros, momento para hacer balance de lo bueno y lo menos bueno. Lances certeros de los que disfrutar y errores de los que aprender.

A la apertura de la “general”, insistíamos en el cuidado a la hora de compartir nuestras fotografías de caza y, sobre todo, al subirlas a redes sociales.

Está claro que, para gustos, hay mil colores, pero ¡Cuidao!, en muchas ocasiones somo nosotros mismos los que sucumbimos a que la imagen del cazador, la visión de la caza, se vea distorsionada. Y ese color, siempre es muy oscuro.

Como he recalcado en otras ocasiones, del buen uso de las redes sociales, somos responsables cada uno de nosotros. Y en muchas ocasiones, llevar un teléfono móvil entre nuestros aperos de caza, lo convierte en la peor de las armas y sin seguro. Momento foto, y sin pensarlo, la subimos “al Face”. A tomar por el culo… Se ha hecho viral.

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Me echo las manos a la cabeza, otra vez, no puede ser. No aprendemos. Estamos de acuerdo que la caza es una actividad legal y por supuesto, necesaria como parte imprescindible de la conservación. ¿Pero es necesario mostrar una imagen de la misma que solo unos pocos desalmados dan de ella? Pues mire usted, no.

Por supuesto que la caza hay muerte ¡Toma, pues claro! Pero seamos un poco más inteligentes (que nos parecemos a los que nos quieren muy poco), pero hay que mostrar esa muerte, de cualquier especie, con sumo respeto.

El respeto por el animal abatido es lo más básico. Y si no lo sientes, no eres cazador, NO CACES.

Otra vez, a leer insultos, mentiras, barbaridades de unos pocos que no saben ni a que huele una jara; a ver como por el capricho de alguno, pagamos todos.

Por ende, os vuelvo a pedir que, por favor, hagamos un buen uso de las redes sociales. Porque, no todo vale, y como le digo a mi hijo de 9 años, lo primero es el respeto hacia la pieza, y os aseguro, ya hace fotos con más gusto y elegancia que muchas de las que se suben a internet. Con 9 años, pero ¿sabéis por qué? Porque ama el campo, la caza y la conservación. Aún sin haber cogido en sus manitas un arma, ya es un CAZADOR, en mayúscula.

Salud y buena caza