Con las gafas del futuro
A Juan Cueto no le importaba lo pasado, sólo lo que estaba por venir.
Cuando me contrató para llevar los deportes de Canal +, lo primero que hizo fue llevarme el día siguiente a París, donde Canal + ya era una fórmula exitosa y renovadora. Nunca hasta entonces habíamos hablado, salvo algún saludo ocasional en la redacción de El País. Por supuesto, conocía su obra polifacética, desde su aventura como manager de Gitano Giménez, campeón de Europa de boxeo, hasta sus artículos semanales ‘La Cueva del Dinosaurio’, su crítica televisiva en El País Semanal.
Aquel viaje fue un descubrimiento para mí. No le importaba lo pasado, sólo lo que estaba por venir. Me hizo consideraciones sobre lo que nos esperaba en el futuro (algunas referidas al fútbol y la deporte, otras a este grupo de empresas) que se fueron cumpliendo literalmente a los diez o veinte años.
Su proyecto era renovar, vanguardia. Cine, fútbol y comunicación, los tres hallazgos del Siglo XX, le apasionaban, y le hizo feliz unirlos en un proyecto nuevo, guiado por su mano y por unos colaboradores a los que sólo nos pedía innovar.
Cuando hablábamos de posibles fichajes, me insistía:
-Mejor desconocidos, gente que no haya hecho nada en ninguna tele antes. Figuras nuevas.
Así fuimos reclutando a Carlos Martínez, Ignacio Lewin, Jorge Valdano, Michael Robinson… Éste le fascinaba, por su desparpajo, como le había fascinado Valdano, por su cultura, entonces una transgresión en el mundo del fútbol. Y por la idea traviesa de contravenir la instrucción inicial con la que se le instó a que en Canal + se utilizara sólo “castellano de Valladolid”.
Lo último en cámaras, lo último en ideas. Todo lo que se nos ocurriera era bienvenido a cambio de que se pareciera lo menos posible a lo anterior. Ningún experimento dejó de hacerse y todos tuvieron su aliento.
Su obsesión respecto al fútbol, del que era devoto (hasta fue directivo del Sporting un tiempo), era darle un tono de vanguardia cultural, quitarle aquella especie de caspa castrense que aún conservaba. Nos vino de perlas que la primera temporada de Canal + España coincidiera con la aparición del ‘Dream Team’ de Cruyff, con su fútbol atrevido, bien elaborado, y esos Cruyff y Rexach disfrutándolo desde el banquillo, con sus gabardinas y sus chupa-chups.
Aquello coincidía exactamente con nuestras aspiraciones.
Y la visión integral. El fútbol es todo, desde el regate al padre que pierde el hijo en la grada (El Día Después), el ajedrez (aquel Atocha de Robin), o la polémica, pero siempre desde una óptica de dignidad.
Y no sólo fútbol. Dimos bastantes otros deportes, pero siempre empezando por lo mejor. Si era rugby, el Cinco Naciones (hoy son seis). Si tenis, Wimbledon. Si boxeo, Tyson y sucesores. Si atletismo, la Golden League. Si baloncesto, la NBA o la ‘Fiebre de Marzo’. Si golf, el Masters de Augusta… Siempre con la mima preocupación: el deporte es vanguardia, explica hacia dónde va la sociedad, debe ser tratado con respeto, desde el silencio cuando sonaban los himnos en el Cinco Naciones a la calidad de los comentaristas de boxeo, Garci y Julio César Iglesias.
Eso empezó en 1990. En efecto, el deporte de hoy es otra cosa, casi diría que es exactamente la cosa en que él me dijo que se convertiría. Lo que él veía ya entonces aquel día lejano, cuando viajamos a París y él me hablaba con sus gafas del futuro puestas.