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Susurros del Campo

Monterías en enero: cómo protegernos del frío

El primer mes del año es ideal para montear: las reses derrochan instinto, los perros están en plena forma y el montero ya ha cogido su sitio a la sierra.

Monterías en enero: cómo protegernos del frío

El primer mes del año es ideal para montear: las reses derrochan instinto, los perros están en plena forma y el montero ya ha cogido su sitio a la sierra. Tan sólo un, pero: el frío y las consecuencias que puede acarrear en el puesto si no nos protegemos bien.

Siempre se ha dicho que el invierno es la estación óptima para la práctica de la caza mayor en la modalidad de montería, bien, pero una cosa es disfrutar monteando, y otra bien distinta es pasar penalidades en la sierra, y con un riesgo añadido.

Sencillamente, porque nuestro organismo no está acostumbrado a soportar sin ninguna protección temperaturas muy bajas, que, en realidad, son las que suele marcar el termómetro durante este mes en las tierras del interior.

La práctica de esta actividad cinegética, nos obliga a los monteros a permanecer varias horas sin apenas movernos del puesto desde su comienzo, hasta que la cacería llega a su fin.

Antes de salir de casa es preciso tomar las precauciones necesarias para aguantar una jornada en un medio desacostumbrado y hostil: cuiden la alimentación, la ropa mejor que sobre, y llevar buen calzado.

Mi consejo es que durante esta época del año salgan siempre bien guarnecidos al campo, sin fiarse jamás de aquellos días de enero en los que el sol inunda de luz los valles y los portillos más altos:

¡Cuidao! De que nos toque en el sorteo un puesto de solana a otro en una umbría, la diferencia de temperatura puede ser abismal.

No exagero si les digo que de un puesto al solano en el que el termómetro al mediodía llegue a marcar entre 10 o 12ºC, y otro en umbría que puede estar perfectamente a unos 5ºC, oscilaciones muy frecuentes, la diferencia entre una y otra postura sería de unos 15º a 18ºC.

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Y no digamos nada si además el viento es norte y racheado, en estos casos la sensación térmica de frío aumenta de manera exponencial la sensación. Ojo con esos días, en los que aparte de las gélidas temperaturas el viento sopla con fuerza.

Aquí quiero hacer un pequeño inciso sobre la expresión "sensación térmica". Sepan que no es lo mismo una temperatura de -5ºC con viento que, sin él, ya que la sensación térmica en este último caso sería de -15ºC.

Hago este apunte porque hoy es normal que durante el viaje o en el carril camino a la postura se le eche una ojeada al termómetro de nuestros coches y veamos que marca, por ejemplo, alrededor de los cero grados. De inmediato, lo suyo es pensar: "si la mañana está soleada no hará falta ir demasiado abrigado". Craso error.

Esos días despejados, en los que el sol inunda de luminosidad y no se ve ninguna nube en el horizonte, si la escarcha alfombra el suelo y el viento arrecia, sin duda, son los más fríos.

Seguro que en alguna ocasión habrán sentido síntomas de congelación, primero en las extremidades y luego en la cara por causa de la hipotermia.

El proceso comienza con un simple hormigueo acompañado de un progresivo entumecimiento en las extremidades, hasta que pasado un tiempo la piel superficial se vuelve rígida y, por último, blanca y cerosa.

Cuidado, éstos son los primeros pasos de la congelación superficial de nuestros tejidos, que puede llegar a acarrear un grave peligro para nuestra integridad física.

Muchas veces no le damos la importancia que tiene la exposición continuada a las bajas temperaturas sin llevar la protección adecuada y no debiera ser así. En ocasiones es por simple descuido y en otras por no querer ir al puesto con exceso de ropa, sólo pensando que las prendas puedan molestarnos a la hora de disparar ante la dificultad que entraña encarar el arma y apretar el gatillo con los guantes puestos.

Pues no, jamás vayan desabrigados al puesto durante los meses de invierno, es preferible fallar una res que jugar con la posibilidad de poder sufrir congelación en nuestros miembros, aunque ésta sólo sea de rango externo.

Hoy no es como antaño, cuando la única forma de protegerse del frío era por medio de gruesos y pesados tabardos de lana. En la actualidad la industria textil fabrica prendas de caza ligerísimas que, aparte de abrigar, absorben la humedad.

No escatimen en ropa, procuren vestirse con varias prendas, pues así se consigue mayor aislamiento, y en el caso de que deseen quitárselas o ponérselas según las condiciones atmosféricas, no existe mayor inconveniente.

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Tampoco hay que olvidar otros complementos que son imprescindibles como guantes, calienta manos, bufanda y gorros. Tengan en cuenta que las extremidades y la cara son las zonas del cuerpo que más sufren la pérdida del calor corporal. Y qué decir de las botas. Busquen aquéllas que sean específicas para pisar hielo y nieve.

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Y, por último, procure desayunar caliente y abundante, antes de empezar a cazar, y olvide el alcohol, pues aparte de no aportar calorías es un vasodilatador que lo único que produce es una pérdida de calor.

¡Salud y buena caza!