Carlos Soria, un jubilado hacia la cumbre del Dhaulagiri
El veterano alpinista afirma que la espectacularidad de la montaña despierta la conciencia medioambiental de quienes la recorren.
Por su interés, reproducimos la entrevista de Marta Nieto publicada en la edición impresa de El País:
El alpinista Carlos Soria (Ávila, 1939) contesta a esta entrevista desde la habitación del hospital, donde se recupera de una operación en la que le han colocado una prótesis en su rodilla izquierda. En 2004, recién jubilado, se convirtió en la persona más veterana en hacer cumbre en el K2. Desde entonces ha escalado otros ocho ochomiles (a los que se suman los cuatro conseguidos antes) y no piensa dejar de intentar completar los 14, para los que le faltan las cumbres de Dhaulagiri y Shisha Pangma.
Pregunta. Este año intentó la subida al Dhaulagiri (8.167 metros), en el Himalaya, pero se le resiste.
Respuesta. Estuve esta primavera intentando subir, pero no ha sido posible. Ha sido una primavera que ha nevado muchísimo y ha habido muchos incidentes, avalanchas que han provocado incluso muertos. En marzo del año que viene iré otra vez para allá.
P. ¿Cómo se entrena para una expedición?
R. Con bicicleta. Hago cuestas, montañas, es muy bueno para la rodilla, que es mi punto débil. Y luego iré al Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sierra Nevada, que está a 2.350 metros y que va estupendamente para entrenar. Siempre voy por ahí antes de partir a una expedición. Ahora tengo mucho tiempo para entrenar; la vida de jubilado es maravillosa.
P. ¿Cuánto de turismo tiene el alpinismo?
R. Siempre hay una mezcla de turismo y de alpinismo. A no ser que seas un obseso del alpinismo y solo veas la cumbre de la montaña, es imposible que sea de otra manera. Es un turismo muy especial, porque cuando te acercas a una montaña a pie, estás varios días y convives con mucha gente, en situaciones muy distintas y viendo paisajes espectaculares y diversos.
P. ¿Es el alpinismo una moda y una moda peligrosa?
R. Es cierto que hay mucha gente que hace alpinismo, cada vez más. No es una actividad tan peligrosa como muchos alpinistas pregonan, pero si no se tienen los suficientes conocimientos sí puede ser peligroso. Yo llevo 65 años haciendo alpinismo, he subido 13 montañas de más de 8.000 metros y no he tenido jamás ninguna congelación y jamás me han tenido que recuperar. Solo hace falta sentido común. Bueno, sí hay un peligro, que son las avalanchas, que son muy difíciles de controlar.
P. ¿El auge de la afición puede hacer que se saturen las cumbres?
R. No, hay muchas montañas. Se saturan las más famosas, el Mont Blanc, el Aneto, el Everest. Y verdaderamente eso sí tiene su peligro. Los países como Nepal o Pakistán que dan los permisos para el Himalaya intentan otorgar los más posibles, porque el turismo es una gran fuente de riqueza. Pero los Gobiernos deberían hacer algo para controlar las multitudes. En 1983, la primera vez que fui al Himalaya, solo dejaban subir una expedición por cada ruta. No hay que ser tan exhaustivo, pero sí hay que controlar.
P. Hace poco saltaron las alarmas en torno al Himalaya por la basura que dejan allí las expediciones.
R. ¿Has oído hablar sobre la basura que hay en el mar? Ahí sí tiene que preocuparnos la basura. Es muy fácil que no haya basura en la montaña: hay que traerse de vuelta todo lo que llevas. Y obligar a los expedicionarios y a quienes organizan las expediciones a que traigan todo lo que lleven.
P. ¿Hay concienciación medioambiental en la élite de la montaña?
R. Sin ninguna duda. Y también entre la gente que lleva poco tiempo. Solo con ver esa belleza que son las montañas, te das cuenta de que no se puede llenar de basura. En las grandes expediciones, muchas veces te vas antes de que se recoja todo y no estás seguro de cómo va a quedar. Hay que obligar a las empresas que sacan los permisos de las expediciones a que eso lo dejen limpio. Lo mismo que la empresa sube todo lo que se necesita, se debe bajar lo que sobra.
P. ¿Con qué se ha encontrado en tus expediciones, ha visto mucha suciedad?
R. Muchísima. El año pasado en primavera estuve también en el Dhaulagiri y había dos expediciones del ejército indio que representaban a su país y dejaron aquello como no te puedes imaginar. Uno de los lugares más limpios es el campo base del Everest, que se cuida mucho.
P. Además de la escalada, del esfuerzo físico y técnico, ¿qué más tiene un alpinista que llevar en la cabeza?
R. Sentido común. Y tener presente cuando estás subiendo a una montaña grande, a un ochomil, que además de subir, tienes que bajar, y has de hacerlo con seguridad. Y ahí arriba, en la cumbre, la cabeza va más lenta y se piensa un poco más despacio y la gente eso no lo tiene en cuenta antes de subir.
P. Además de la montaña, ¿hace otro tipo de turismo?
R. Con lo que viajo por la montaña ya hago turismo bastante. He visto cientos de lugares, la Antártida, Indonesia, África... Todo gracias a la montaña, mi turismo es por la montaña. No puedes pasar por aquellos sitios maravillosos llenos de gente excepcional viendo solo la montaña.
P. La mayoría de los glaciares de la Tierra retroceden a una velocidad sin precedentes, un fenómeno que se relaciona con el cambio climático.
R. El cambio climático lo ha visto todo el mundo, desde hace muchos años. Ahora está acelerado. Lo que tenemos que hacer es respetar los mares y las montañas y todo el paisaje que tenemos. Porque el deterioro tiene que ver con más cosas además del cambio climático.
P. ¿Cuál es su papel en Expotural?
R. Soy embajador de la montaña. La cita de Ifema me parece muy importante para la naturaleza, para que se tome conciencia de lo que sucede y que se vea los sitios a los que se puede ir y cómo se debe ir.