La provincia de Granada ha dado buenos ciclistas, pero sólo uno fue capaz de paralizar la ciudad de la Alhambra, de cerrar los comercios y de sacar a sus paisanos a la calle, para recibir honores mientras rodaba camino del balcón del Ayuntamiento en un coche descapotable. Su nombre es Antonio Jiménez Quiles (11-07-1934), aunque en muchas crónicas de la época aparece como Giménez Quílez. Su gesta fue acabar segundo en la Vuelta a España de 1955 con sólo 20 años, a 3:06 minutos de Jean Dotto y delante de Raphael Geminiani y Jesús Loroño. Ningún otro granadino ha subido al podio de una grande.
Jiménez Quiles corrió con el equipo regional Cataluña-Aragón-Andalucía. Fue como ir solo. “Me tenía que dar yo los masajes por la tarde y prepararme la bicicleta por la noche”, explicó el año pasado, durante la presentación del libro ‘Jiménez Quiles, memoria de un ciclista’, que ha escrito su hija, la periodista Ángela Jiménez Maldonado. Quiles fue un notable escalador, que se adjudicó dos veces el Campeonato de España de Montaña: 1957 (Sierra Nevada) y 1960 (Estella). También ganó el Critérium de los Ases en dos ocasiones: 1956 (Zaragoza) y 1957 (Madrid).
En aquella Vuelta, los equipos de España A y B se dedicaron a sus peleas internas. Loroño, Bahamontes, Botella, Bernardo Ruiz, Poblet… Sin complejos, Jiménez Quiles corrió por sus propios intereses ante la sorpresa de los cronistas, que le calificaban de “ilustre desconocido” o “cadete”. En la 10ª etapa, en Cuenca, entró en la fuga buena con Dotto. El francés se puso líder y el andaluz se metió en el podio. Había bajado en tren con un billete de tercera y con lo puesto, y regresó con 20.000 pesetas de la época en el bolsillo. Un dineral.
Jiménez Quiles corrió durante diez años, entre 1952 y 1962, pero se retiró pronto para dedicarse a los negocios de transporte y turismo. No volvió a igualar aquel resultado.