Marmotte Series, pruebas para adictos a los grandes desniveles
Tres marchas Gran Fondo por escenarios únicos como los Alpes franceses, los Alpes suizos y los Pirineos, sólo aptas para escaladores
Todo un atracón de desniveles. Para los que, como es mi caso, la estatura y el peso nos convierte por fuerza en rodadores –porque cuesta arriba no podemos ni pedalear-, este post es cansado hasta para escribirlo. Pero si eres de los que aman los grandes puertos y te gustaría poder presumir de que has subido ‘bichos’ tales como el Galibier, Alpe D’Huez o el Tourmalet, las Marmotte Series patrocinadas por Look pueden ser perfectamente tu destino.
El pasado domingo se celebró la primera de las pruebas: la Marmotte Alpes. Una marcha de 174 kilómetros con más de 5.000 metros de ascenso acumulado. No es cualquier cosilla, desde luego. Además, con la subida de puertos míticos: la prueba partía desde Bourg D’Oisans, una villa cuyo nombre ya es sinónimo de montaña y, por tanto, también de ciclismo. En el corazón de los Alpes franceses. Desde allí, el ascenso a Glandon, Col del Galibier –por la vertiente del Télégraphe- y, tras su laaaaarga bajada, atacar las rampas de Alpe D’Huez.
La prueba, como era de esperar, congregó a miles de cicloturistas llegados de todos los rincones de Europa. Pero quien se lo haya perdido y ahora se lamente por ello, tiene otras dos oportunidades en destinos que también implican para el ciclismo algo similar a los Alpes de Francia: Suiza y los Pirineos. El próximo 11 de agosto tendrá lugar el Gran Fondo Marmotte Montana, que se celebra en tierras helvéticas.
Sobre un recorrido de 130 kilómetros, los ciclistas afrontarán varios puertos de gran nombre –y, por tanto, desnivel y distancia-, un total de siete: desde Crans-Montana, uno de los finales de etapa más renombrados del Tour de Suiza, hasta el último y definitivo Col de la Croix de Coeur con sus casi 2.150 metros de altitud, antes de bajar hasta Verbier. Es el más corto de los tres, pero también el que menos descansos deja entre puerto y puerto. Un recorrido ciertamente complicado.
Y para terminar, el 26 de agosto llega el turno de los Pirineos. Una vez más, los puertos-Tour asumen el protagonismo en el recorrido. Las inscripciones se pueden hallar con facilidad en la página web de las pruebas, y desde luego no son baratas. La de los Alpes sobrepasa los 100 euros, mientras que la de los Pirineos se queda en 80. Habrá quien diga que cualquier día se puede planificar esa ruta y hacerla solo sin tanto jaleo y más económico. Y llevará razón. Habrá quien piense que verse ahí dentro de un pelotón de cicloturistas tiene tanto encanto que merecerá la pena gastarse el dinero. Y también estará en lo cierto, a buen seguro. Como ya he dicho más de una vez por aquí, eso ya está en cada uno.
Volviendo a los puertos pirenaicos, no faltan el Tourmalet, que se sube dos veces, o Luz Ardiden, donde termina la prueba. En mitad se encuentran tanto la Hourquette d’Arcizan como el Col D’Aspin. Desde luego, en comparación con lo que supone subir el Tourmalet en dos ocasiones, esto puede parecer verdaderamente poco. En definitiva, aquí otro ejemplo de un circuito creado por una marca ligada al ciclismo para el cicloturista. Pero en este caso se trata de una prueba mucho más complicada y sólo apta para gente que, esta vez sí, haya entrenado lo debido.