Preparados, listos… ¡Nos vamos de espera!
En pleno mes de mayo, donde los días nos regalan más horas de luz y las noches menos de oscuridad, nos encontramos en una época ideal para practicar la modalidad cinegética que tanta pasión suscita: la espera. Posiblemente porque no existen dos esperas iguales.
En pleno mes de mayo, donde los días nos regalan más horas de luz y las noches menos de oscuridad, nos encontramos en una época ideal para practicar la modalidad cinegética que tanta pasión suscita: la espera. Posiblemente porque no existen dos esperas iguales.
Nunca está de más dejarse aconsejar por conceptos básicos para tener éxito en nuestras esperas nocturnas al jabalí, ese animal tan listo, paciente e intuitivo que es el protagonista de nuestros sueños y en muchos casos, desvelos. ¡Quién no recuerda al gran “Solitario” de Foxá!
Lo consabido será esperar en aquellos lugares donde, por la abundancia de huellas de ida y vuelta que el guarro no ha dejado, den fe que frecuenta el escenario de paso.
Si además aguardamos en lugares distantes del monte o masa forestal, como campos arados, será más difícil abatir una hembra gestante, pues en estas fechas pueden confundirse con machos solitarios.
Debemos tener en cuenta que establecer aguardos en cebaderos, dada la abundante humedad del terreno, será más complicado ya que nuestros rastros permanecen más tiempo sobre el suelo.
El puesto necesita tranquilidad y debe estar lo más alejado posible de los lugares normalmente transitados. Debe estar totalmente integrado en la naturaleza y hecho con los mismos elementos que nos encontremos en el lugar de espera. Personalmente, me gusta dejar el piso lo mas limpio posible, por hace el menor ruido posible a la hora de levantarme.
Uno de los puntos fundamentales es la colocación del puesto para conseguir resultados en la caza al aguardo del jabalí. Para la correcta elección del lugar debemos tener en cuenta multitud de diferentes factores y uno de los que no podemos pasar por alto es el de la necesidad de disimular nuestro olor. Se trata de intentar que nuestros olores se venteen siempre “por encima” del jabalí, para que así pasen lo más desapercibidos que sea posible.
Es recomendable que el cebadero esté cercano a una baña, a poder ser natural, a la cual acostumbra a entrar el cochino. Bastará con buscar huellas y rascaderos cerca de la baña para saber qué ejemplar (por tamaño de huella y altura de las rascaduras y de las dentelladas) y con qué asiduidad la frecuenta (de manual básico de las primeras esperas).
Un cebo universal, que además es muy práctico y cómodo de utilizar, es el maíz.
Sin duda, la mejor forma de controlar el puesto es la observación a cierta distancia de lo que ocurre en nuestro cebadero. Para ello podemos utilizar unos buenos prismáticos de visión nocturna que nos permitirán hacernos una idea bastante clara de los movimientos de nuestro objetivo, así como distinguirlos sin ningún tipo de duda.
Si no disponemos de este tipo de óptica, siempre podemos hacer un seguimiento como se ha hecho toda la vida, con un reloj, colocándolo en un lugar y que se paran al ser tocados por el animal. ¡Un clásico! Pero funciona…
El arma debe ser muy manejable, de rápido encare y sobre todo que estemos acostumbrados a ella para no dudar al apuntar y hacer fuego.
Por lo general, los lances se producirán a una distancia corta y abatiremos al animal de un solo tiro, por lo que cualquier tipo de rifle, desde monotiro hasta semiautomático, o escopeta serán válidos siempre y cuando el calibre sea lo bastante contundente como para no dejar el animal herido.
Si empleamos visor con el rifle, la característica principal que debe tener es que sea muy luminoso para definir bien el blanco, aunque si se combina su uso con el de una linterna esto tiene menos importancia.
En cuanto a la linterna a emplear, cualquier modelo actual nos ofrece potencia suficiente (pensemos que el lance se desarrollará a unos 50/70 metros) por lo que debemos buscar un modelo que ofrezca un haz bien concentrado para que el blanco quede perfectamente nítido.
Un factor que frecuentemente pasamos por alto en las esperas al jabalí es la elección de la ropa adecuada y hay que destacar que puede ser un elemento diferenciador entre el éxito o el fracaso de nuestro aguardo. Primero, la ropa que llevemos al aguardo debe ser silenciosa, y, en segundo lugar, evitaremos los olores.
Por último, y esto de motu proprio, os recomiendo utilizar calcetines antigarrapatas, ¡ya que está el campo que no hay quien pare!
¡Salud y buena caza!