Roger Federer es eterno
5.320 días después (14 años, 6 meses, y 22 días) de ganar su primer Wimbledon en 2003, volvió a levantar un trofeo de Grand Slam en Australia. El número 20 de su carrera deportiva, con 36 años...
5.320 días después (14 años, 6 meses, y 22 días) de ganar su primer Wimbledon en 2003 (7-6, 6-2 y 7-6 a Mark Philippoussis), Roger Federer volvió a levantar un trofeo de Grand Slam en Australia. El número 20 de su carrera deportiva, ya con 36 años, edad en la que la mayoría de los tenistas ya juegan en categoría de veteranos para combatir la nostalgia de la competición.
Federer superó al calor y a los cinco sets que le obligó a disputar su amigo Marin Cilic (6-2, 6-7, 6-3, 3-6 y 6-1), siete años más joven y con una potencia en los golpes notablemente superior. El genio de Basilea volvió a demostrar que el tenis es un deporte de listos, en el que la precisión, la movilidad y la fortaleza mental marcan la diferencia. Los constantes cambios de ritmo, efecto y altura de sus golpes volvieron a ser más eficaces que la fortaleza física.
La victoria agiganta más si cabe su leyenda: 332 victorias por 52 derrotas en torneos de Grand Slam (86,4% de efectividad), donde gana el 66,6% de las finales (20 títulos en 30 finales). Una vez apaciguado el monstruo de la frustración que retrasó su entrada en la élite, Federer dominó a su generación con mano de hierro. Andy Roddick, Lleyton Hewitt, Juan Carlos Ferrero, Marat Safin (todos ellos alcanzaron el #1), David Nalbandián, David Ferrer y un largo etcétera lo sufrieron en sus carnes.
Roger Federer es eterno
Pero el suizo extendió su reinado mucho más allá y se reenganchó con notable éxito a las siguientes: Nadal, Djokovic, Murray, Del Potro, Wawrinka, Cilic, Berdych, Tsonga, Dimitrov, Raonic, Nishikori, Zverev, Thiem, Goffin, Kyrgios, Pouille, Chung… Todo ello esquivando lesiones en la época de mayor exigencia que ha vivido el deporte blanco, gracias a su facilidad infinita para jugar al tenis. Solo dos colosos como Nadal y Djokovic han sido capaces de aguantarle el ritmo y someterle a duros correctivos en la última década.
Federer ya es eterno y además sigue en plena forma. ¿Dónde está su límite? Lo ha ganado todo y viaja por todo el mundo con su mujer, su equipo y sus cuatro hijos. Su pasión por el tenis y su competitividad siguen intactas. Como su motivación. Aguantará lo que le duren las piernas y seguirá jugando mientras se sepa competitivo. Con suerte, aún quede bastante tiempo para disfrutarlo. Conviene no perdérselo.