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Paco Gento fue el caso David Villa de los años sesenta

El mítico extremo volvió a la Selección para el Mundial de 1966 pese a que había desparecido de las convocatorias tres años antes.

Paco Gento fue el caso David Villa de los años sesenta

El regreso de Villa a la Selección tiene un precedente ilustre: Gento. Él también perdió el sitio durante tres años. En la Eurocopa del 64 no estuvo. Tampoco en la clasificación para el Mundial 66. Pero en la fase final volvió, ya cerca de cumplir los 33.

Paco Gento, jugador rústico en sus inicios pero de velocidad demoledora, debutó ante Inglaterra el 18 de mayo de 1955, en una delantera cuyo centro ocupaba Kubala. Tenía 21 años y venía a suceder al legendario Gaínza. Se habló de “la tercera G”. Las otras dos habían sido Gorostiza y Gaínza.

Al principio le costó instalarse en la Selección. El Atlético tenía en ese puesto a Collar, en términos técnicos abiertamente superior a Gento, al que desplazó en algunos partidos. A Gento le tocó jugar una vez en la B, después de haber debutado en la A.

La rivalidad Gento-Collar fue comidilla en Madrid durante años, a despecho de su profunda amistad. A la larga se impuso Gento claramente, por su velocidad y el poderío de su disparo. Collar jugó en ocasiones de extremo derecha, se hacía raro dejarle fuera.

Reflejo de aquella polémica fue lo que pudo leerse en la Agenda de Escartín, sensacional filtración periodística. Era el documento que Escartín dejó en la Federación, con recomendaciones a su sucesor, al cesar como seleccionador tras clasificar a España para Chile 62. Sobre Gento y Collar había este párrafo: “Esta temporada está mejor Collar, y con muchas ganas. En Chamartín, contra Marruecos, le aplastó el apasionamiento del público. Gento ha perdido parte de su velocidad, que es su mejor arma, y tengo la impresión de que este chico no hace buena vida, y lo siento, porque es excelente. Los dos saldrán a jugar con ilusión, pero insisto en que Collar tiene en mis fichas una mejor línea de regularidad”.

A Chile fueron los dos. Collar jugó en la derecha y Gento en la izquierda. España estuvo mal y entró un nuevo seleccionador, José Villalonga. Tocaban las eliminatorias para la Eurocopa 64. En la primera delantera, ante Rumania, les mantuvo a ambos, Collar a la derecha y Gento a la izquierda. Gento jugó ocho partidos con Villalonga, hasta un feo empate contra Bélgica en Mestalla. Villalonga decidió dar un vuelco.

Por entonces era figura en un muy notable Zaragoza (el de Los Magníficos) Carlos Lapetra, extremo izquierda que hacía algo más: se retrasaba a la media, organizada. Cerebral, solidario, activo, buen centro con la izquierda. El fútbol además evolucionaba del 4-2-4 al 4-3-3, que pronto sería 4-4-2. Se empezaba a poblar más el medio campo, hasta entonces conocido como “zona ancha”, por la escasez de pululantes en él.

Lapetra ocupó el puesto. Gento quedó fuera con 35 partidos, dos más que Gaínza en su retirada. En lo que recuerdo, aquello no fue polémico. Había cogido peso y perdido velocidad. En el Madrid mismo se discutía si debía dejar el puesto a Manolín Bueno, que lucía en los partidos de los suplentes entre semana.

Respecto a Collar, una grave lesión sufrida en Zaragoza le paró un año, ya en la frontera de los 30. Y perdió el sitio en la Selección. Se quedó en 16 partidos.

España, sin Gento, ganó la Eurocopa, batiendo a la URSS en la final, con aquel gol de Marcelino a Yashin. Lapetra era el 11. Nadie reclamaba a Gento.

Empezó el ciclo siguiente y España se clasificó para Inglaterra 66 con Lapetra dueño del 11. En los amistosos de preparación, contra equipos de clubes (Saint Trond, Girondins y Meidericher SV), Villalonga empezó a probarle como interior, pero con Zaballa o Rogelio como extremos. Nada de Gento... todavía.

Cerca del Mundial, anunció una lista de cuarenta, en la que entró Gento. ¿Por qué? En la segunda mitad de la temporada 65-66 había revivido. En el Madrid ye-yé apareció Velázquez. Interior inteligente cuyo magnífico pase largo le revivió. Gento, ausentes ya Di Stéfano, Puskas y Santamaría, y treintañero corrido pero más joven que ellos, se responsabilizó. Quedó de hermano mayor. Adelgazó, corrió tras los lanzamientos de Velázquez, volvió a ser él. El Madrid ganó la Copa de Europa de 1966.

Así que Villalonga le metió en la lista de 40, luego en la casi definitiva de 26, los que se concentraron el Santiago de Compostela, y finalmente en la definitiva de 22. En Santiago fue titular en los partidos de preparación, tres contra clubes (Ajax, Royal Beerschot y Wiener Sportklub) y uno con Uruguay, contabilizable como su partido número 36. ¿Y Lapetra? A veces interior a su lado, a veces suplente, dejando el 10 a Luis Suárez.

Ese Mundial, en el que jugó dos de tres partidos, no nos añadió mayor gloria. Cayó Villalonga, entró Balmanya, y Gento aún se mantuvo, aunque a duras penas. Apareció el asturiano José María, que se hizo con el puesto. A Lapetra le apartó una lesión. Gento jugó sólo cuatro de los once partidos con Balmanya. Ya le pesaban las carreras. Velázquez, que lo sabía, le buscaba menos. Fleitas, que llegó al Madrid por ese tiempo, me contó que el primer día le metió un buen balón, Gento lo corrió y casi mete gol Amancio. A los diez minutos, repitió, y Gento ya no siguió la pelota: “En el descanso, me dijo: A mí, una en cada tiempo, no más”.

A Balmanya le sucedió Toba, que no utilizaba extremos y fue un desastre. Y a este, Kubala, que había sido compañero de Gento en la selección, más de diez años atrás. En su primer partido, oficial pero inútil, ante Finlandia, ya eliminados para México 70, le hizo el homenaje de llamarle por última vez. Fue un reclamo más en un partido “patriótico” jugado en La Línea de la Concepción, a la vista del Peñón, la eterna reivindicación, entonces agudizada. Gento estaba a una semana de cumplir los 36. Ahí lo dejó, con 43 partidos, a tres de los 46 de Zamora, récord mítico en aquel tiempo. Sin el apagón de tres años lo hubiera batido, claro. Pero aquel apartamiento lo entendió todo el mundo como algo justo. Ni cuando le quitaron ni cuando regresó hubo polémica. Fue el caso Villa de los sesenta.