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LA DORMILONA

Los pitos a Belasteguín y Lima o la razón de la sinrazón

El público, desde hace tiempo, ha optado por silbar a los números uno del World Padel Tour en contra de la opinión de muchos, incluidos los jugadores de pádel.

El argentino Fernando Belasteguín (i) junto a su compañero, el brasileño Pablo Lima celebran un punto en la final masculina de dobles del Abierto de Alicante de pádel.
EFE

Hace tiempo ya que los pitos y abucheos se han instalado en el pádel. Más concretamente, estos han tomado forma de silbidos enfocados a una pareja: la formada por Fernando Belasteguín y Pablo Lima. Curiosamente, la número uno del ranking World Padel Tour.

Porque el público, o un sector, o personas sueltas con tendencia al ruido y la notoriedad, ha decidido desde hace tiempo mostrar su disconformidad o descontento con ciertas acciones de los números uno con el peor de los sonidos de viento para un deportista. Una acción cuanto menos extraña en un deporte de "públicos educados" como lo definió Paquito Navarro.

Las criticas de la afición

Y es válido, respetable y hasta necesario que el aficionado sea soberano de mostrar su opinión en público o privado. A favor o en contra. No podemos obviar que el pádel es lo que es y llegará a ser lo que sea por él. Por todos ellos. Porque el World Padel Tour se cimenta en el fan que busca disfrutar con su ídolo, en el ‘especialista’ que no se pierde un partido en casa o el pabellón y en el que invierte su ocio, tiempo y dinero en el deporte de la pala. Hasta ahí todo correcto.

Pero hay algo que se me escapa, o que quizá no soy capaz de interiorizar, y es cómo se puede abuchear, pitar o silbar a la pareja número uno del deporte que sigues de una forma tan ferviente. A la misma que no escatima un ápice de esfuerzo, sacrificio y honradez en cada partido, en cada punto. A la misma que ennoblece su profesión con gestos, declaraciones y actos como aquel que definió a Belasteguín en La Nucía. Aquellas palabras en las que no dudó en defender la vuelta del streaming en la jornada de octavos de final, la de los jueves, que tan importante es para esos jugadores que pueden entrenar y competir gracias a los sponsors. A los mismos jugadores que, como Pablo Lima, piden respeto por sus familias una vez el show ha terminado.

¿Ansias de cambio?

Una moda, la de los silbidos, que esconde ansias de cambio en el ranking. Esperanzas soterradas de parte de la afición de ver caer a Belasteguín y Lima en su incontestable dominio del Circuito desde que unieran sus caminos para lucir ese juego eficaz, efectivo y al servicio del resultado. La necesidad, para muchos, de renovar la parte noble del World Padel Tour y encumbrar a otros jugadores más del agrado del venerable o, quizá, simplemente más vistosos o espectaculares.

Una carga de razón la de los silbidos que valida la opinión del público en el fondo, pero nunca en la forma. Una disconformidad evidenciada en alto en el deporte mejor practicado en este país, la crítica. Un acto reflejo que cabalga en la razón de la sinrazón de desmerecer aquello que sigues, pero criticas.