El dardo en la palabra
El Barcelona mira a Cardiff tras ganar la Copa. Para el club azulgrana, consolarse con este triunfo ante el Alavés es seguir en la rodada cuesta abajo.
...El Barça ganó y ahora queda a la espera de la final de Cardiff” escribió Relaño en su editorial posterior al vigésimonoveno título copero del Barça. Es lo que Lázaro Carreter definiría como ‘el dardo en la palabra’. En esa frase se condensa el argumentario de consolación azulgrana, y que se resume en números a modo de un plan quinquenal soviético, solo que sumando títulos en vez de tractores, torpedos o dinamos: de los dos grandes campeonatos que se juegan en España (Copa y Liga) el Barça suma 53 y el Madrid 52. De ahí la trascendencia de la final de Cardiff. Sólo un club como el Barça puede sumar como un título propio una final que no va a disputar. La ‘no victoria’ del Madrid en la Champions ante la Juventus permitiría igualar esta temporada con la del eterno rival, y puestos a afinar hasta se podría decir que real mente la Copa es el campeonato por excelencia, el decano, el original...
Pero no. Cruyff no sólo proporcionó juego, modelo y títulos al Barça, también hizo jirones la túnica con la que cubríamos nuestras miserias en temporadas como ésta. Consolarse con ese triunfo postrero ante el Deportivo Alavés es seguir caminando en la rodada cuesta abajo. Del triplete, al doblete, y del doblete a la Copa. Un título que no ganó el Barça sino Messi, y por ahí sangra la herida blaugrana. Messi es Dios, pero no será eterno.
El Madrid ha sido superior al Barça en el tramo decisivo del campeonato, donde se cocinan los títulos y donde historicamente se impuso hasta que a principios de los años noventa llegó Cruyff al banquillo del Camp Nou y sentó las bases de lo que realmente sí fue un ‘Barça Triunfant’. Al romper con sus sagradas enseñanzas y las de sus profetas Laporta y Guardiola ha vuelto al primer Nuñismo, a las Copas y Recopas.
El Barça no es Messi y diez más, pero casi, y por encima del once titular dejen ya de contar. Cualquier rotación o cambio convierte a los azulgrana en un equipo desnaturalizado. En Vigo, Coruña y Málaga el Madrid se presentó con varias modificaciones y ganó con autoridad allí donde en idénticas circunstancias el equipo de Luis Enrique naufragó. Esos nueve puntos de diferencia explican la derrota liguera, como las goleadas en París y Turín anunciaron su ocaso europeo.
El primer éxito del Madrid ha sido seducir a Bartomeu para que le disputase su propio modelo, el del carrusel de fichajes, y en eso Florentino es imbatible. El Barça corre así el riesgo de acabar siendo un trasunto del tardogasparismo, aquel de los Bogarde, Rochemback o Christanval, con el presidente celebrando en el palco el cuarto puesto en la Liga.