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¿Sagan es el clasicómano perfecto?

¿Quién ha sido el mejor clasicómano de la primavera ciclista? Después de que Lieja haya puesto el cierre a este vibrante periodo del calendario, toca hacer balance. Seguramente la mayoría coincidamos en señalar a Peter Sagan como el más destacado en este 2016, porque ha cazado una de las piezas gordas (el Tour de Flandes) y además es el único que ha doblado victoria (también ha conquistado la Gante-Wevelgem).


Pero mientras repasaba los resultados, he comenzado a divagar y hacerme preguntas. ¿Qué es realmente una clásica? ¿Y qué entendemos por un clasicómano? Como su nombre indica, una clásica sería una carrera con arraigo y solera en el calendario. Bajo esa definición no entraría por ejemplo la Strade Bianche, con solo diez ediciones disputadas, pero sí es de justicia incluirla entre las grandes competiciones anuales. Por eso en el mundillo ciclista se acepta, de forma tácita, llamar clásica a toda ‘carrera de un día’, aunque unas sean más clásicas que otras. Para deshacer el ‘empate’ se ha tenido a bien destacar cinco por encima del resto, bautizadas como Monumentos: Milán-San Remo, Tour de Flandes, París-Roubaix, Lieja-Bastoña-Lieja y Giro de Lombardía.

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Un clasicómano sería el ciclista que sobresale en este tipo de carreras, pero aquí también habría mucho que matizar. Por esa descripción, Purito Rodríguez sería un relevante clasicómano, porque ha ganado dos veces el Giro de Lombardía y una la Flecha Valona. Sin embargo, nadie se imaginaría a Purito sobre el pavés de Roubaix, más apto para corredores fuertotes del corte de Cancellara, Boonen o Degenkolb. Los adoquines tienen poco en común con las cotas ardenesas o con el otoño italiano. El pavés sí es compatible con otras clásicas más propicias para sprinters, como esa Milán-San Remo que ha visto ganar recientemente a Cancellara y Degenkolb, y también a Kristoff (campeón en los muros empedrados de Flandes en 2015).


Me pierdo en este tipo de divagaciones, algunas de ellas obvias, porque no tengo claro que en el ciclismo actual haya un corredor que pueda ser etiquetado como el ‘clasicómano perfecto’. Es decir, con un perfil para ganar en cualquier tipo de clásica. He chequeado el histórico de los cinco Monumentos y sólo hay tres ciclistas con el repóquer: Eddy Merckx (7 San Remo, 2 Flandes, 3 Roubaix, 5 Lieja y 2 Lombardía); Roger de Vlaeminck (3-1-4-1-2), y Rik Van Looy (1-2-3-1-1). A Merckx, además, le daba el tiempo y el motor para conquistar también el Tour, el Giro y la Vuelta. Nada se le resistía. Nos hallamos aquí ante un interesante reto para el ciclismo moderno. ¿Podría ser Peter Sagan el siguiente?