Un mojito por el ciclismo
Este domingo aproveché mi libranza semanal para tomarme un mojito en el Bar Elhecho, una coctelería madrileña que ocupa el local situado en la calle Costanilla de los Desamparados 2, esquina con la calle Huertas 56. No soy muy aficionado a estas bebidas alcohólicas combinadas, aunque estaba bastante rico, lo reconozco. Me va mejor un buen vino o una buena cerveza, pero creo que la ocasión que me llevó hasta allí se lo merecía.
Un 15 de noviembre tal que ayer, hace 120 años, se constituyó en este mismo espacio la Unión Velocipédica Española (UVE), el embrión de la actual Real Federación Española de Ciclismo (RFEC). No había allí un bar en aquel 1895, sino la redacción del periódico El Veloz Sport, la publicación deportiva más importante de la época. En aquellos tiempos, hablar de deporte era hablar prácticamente en exclusividad del emergente ciclismo, salvo en el caso de disciplinas militares como los caballos, la esgrima o la colombofilia, única federación más antigua que la de ciclismo en España.
A la redacción de El Veloz Sport se dirigieron aquel viernes 15 de noviembre de 1895 cinco conocidos periodistas de la época para firmar los estatutos fundacionales de la UVE: Manuel del Campo, Adolfo González, Julio Amodio, Antonio Sendrás y Antonio Viada. El periodismo siempre ha estado en el origen de las carreras y de la regulación del ciclismo. El Tour de Francia y el Giro de Italia pueden dar fe.
Hace unos días escribí un reportaje a doble página en AS, que también se puede leer en as.com, sobre la fundación de la UVE y su 120 cumpleaños. Una información que hubiera resultado imposible de redactar sin la minuciosa labor de Pablo Antón, exmánager de la ONCE y del Liberty, junto a Alejandro Martín, actual secretario general de la RFEC. Antón compró hace más de diez años mucho material histórico de ciclismo que reposaba misteriosamente en la Fundación Pedro Ferrándiz. Y de ahí nació un trabajo que ya ha tomado forma: la Historia Ilustrada del Ciclismo Español, tres tomos que suman unas 1.000 páginas y que buscan una editorial valiente que mire más allá de las superventas.
Desde el primer día que Pablo Antón me advirtió de la fecha histórica que se avecinaba, tuve en la cabeza acercarme al bar. Había pasado por delante cientos de veces, aunque no lo había pisado nunca hasta este domingo. Me hice unas fotos en sus dos entradas y dentro estuve charlando un rato con los dos camareros, Thomas y Lucas, que derrocharon simpatía. Ambos desconocían que trabajaban en los orígenes del ciclismo, aunque me contaron otra historia del local: el asesinato de una carnicera. Por eso se llama Elhecho.
Entre los adornos de la coctelería hay una bicicleta y una máquina de escribir. Muy apropiadas. En un ambiente agradable, lancé un brindis por el ciclismo, por el deporte, por el periodismo... Y también por este Madrid entrañable y seductor que esconde tras sus muros tantísimos secretos.
