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Y el 34º Federer-Nadal se lo llevó el suizo

Por Marta R. Peleteiro

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Tras 646 días, desde la semifinal del Abierto de Australia del año pasado, hemos vuelto a ver uno de los mejores duelos del tenis actual. 896 días después se veían las caras en una final Roger Federer y Rafael Nadal. La última fue la jugada en el Masters 1000 de Roma de 2003.

Antes nos habían dejado 33 partidos (un head to head de 10-23 para Nadal), 103 sets, 1.005 juegos y 21 desempates en más de 100 horas de juego. Y aun así, cada encuentro entre estos dos ex números 1 se vive de forma intensa, y este quizás más porque nunca habían tardado tanto en volverse a ver las caras.

Tras imponerse en las semis a Richard Gasquet (6-4, 7-6) y a Jack Sock (6-3, 6-4), el español y el suizo, respectivamente, se plantaban en la final de hoy con la presión para Federer, quien jugaba en su casa, Basilea, y en su superficie favorita, la pista rápida, ante su público. Este debía afianzarse en su saque y evitar entrar en los peloteos largos y al fondo del español que tanto daño le hacen, así como los ataques altos con el drive a su revés. Todo por hacerse con su sexto título del año, el séptimo en Basilea, y para cortar también la racha de cinco derrotas consecutivas antes el manacorí, a quien con 34 años parecía tenerle más ganas que nunca. El español iba a por su cuarta corona de la temporada y la primera en la cancha suiza, pero no pudo ser. Al final, 6-3, 5-7, 6-3 para el local.

Federer se llevó el primer set por 6-3 en solamente 38 minutos. Pero el resultado no debe engañarnos, ya que fueron nueve juegos disputados de tú a tú donde quizás el ataque del suizo ayudó a decantar la balanza a su favor, aunque en otras ocasiones le vimos subir a volear a la red de una forma casi un tanto kamikaze, dejando muchos espacios para el resto de Nadal. Le ayudaron también sus tres saques directos, el porcentaje del 61 en saques dentro y del 68 ganados con el primero. Así como que estuvo fino para romper el servicio del español.

Al comienzo del segundo set ya vimos al suizo, como se dice ahora, on fire, y quizás al español un escalón por debajo, aunque de él se puede esperar todo, como hemos visto a lo largo del torneo, donde ha venido remontando sets hasta colarse en la final y dar su mejor versión de los últimos tiempos ante un Federer muy centrado. Y eso fue lo que pasó, que se impuso 7-5 tras romperle el saque al helvético cuando este servía para el ­6-5. 

Así nos fuimos al tercer y decisivo (6-3 para el suizo), con un final dramático en el que incluso Federer, con un match-point, se fue a la red en el segundo saque y Nadal se la mandó a la línea. Acortar los puntos al máximo, como parece que le ha enseñado a hacer Stefan Edberg para alargar su carrera, fue una de las claves para verlo de nuevo levantando otro trofeo y ante uno de los tenistas que mejor le había tomado la medida.

Al final, dos horas más de tenis, tres nuevos sets, otro desempate, un 11-23 tras el 34º encuentro de esta rivalidad en la que hoy se vio más fino a Federer y a un Rafa mejorado comparándolo con el resto de año y que debe mirar ya a la temporada 2016.

Ojalá no tengamos que esperar otro año para ver de nuevo el clásico entre los clásicos del tenis. Ahora empieza el Masters 1000 de París Bercy y después, las finales ATP de Londres.