Froome enseña las garras
Chris Froome enseñó las garras cuando nadie lo esperaba. Al doble ganador del Tour le faltaron sólo unos metros para rematar. Se lo impidió Tom Dumoulin, otro sorprendente protagonista de la jornada, que se impuso en la Cumbre del Sol, una subida de 3,75 kilómetros con rampas del 19%, y recuperó el maillot rojo que ya había vestido durante una jornada. Cuando se aguardaba a los escaladores, especialmente a Purito Rodríguez y Esteban Chaves, surgieron dos consumados especialistas contra el crono. La Vuelta esconde una contrarreloj en Burgos en la última semana. Conviene no olvidarlo.
El equipo Movistar pegó los primeros arreones en la ascensión. Desde abajo. Primero Valverde, luego Nairo, después otra vez Valverde. Los ataques eran continuos, pero nadie abría hueco y sólo un favorito se descolgaba: Froome. El africano ya nos tiene acostumbrados a esas falsas alarmas. No se altera, mira hacia abajo, se mide con su potenciómetro y asciende a su ritmo. Froome no sólo enlazó, sino que tuvo fuerzas para atacar. Antes ya lo había hecho Dumoulin, por dos veces. Y Fabio Aru. Y Majka. Sólo el neerlandés puso terreno por medio, pero Froome le atrapó, con Purito siempre vigilante. El líder del Sky tiró una ofensiva a 800 metros que parecía definitiva, pero el rodador del Giant todavía guardó un esfuerzo final que le sirvió para remontar y para erigirse vencedor. No fue el día de Chaves, que ya es tercero a 59 segundos. También le ha adelantado Purito, segundo a 57”. Landa se dejó 13:57.
Hasta la resolución de esta etapa alicantina, los efectos de los numerosos accidentes del sábado todavía retumbaban un día después. Jasper Stuyven no tomó la salida con un escafoides roto, que no le había impedido ganar al sprint en Murcia. Unas pruebas radiológicas confirmaron la lesión y le enviaron a casa, con el sabor agridulce de la victoria y con esa capa de superhéroe que con tanta frecuencia exhiben los ciclistas. Paolo Tiralongo o David de la Cruz también pueden dar fe en esta Vuelta.
Tampoco se presentó en el control de firmas Peter Sagan, oficialmente por las quemaduras que padeció al ser atropellado por una moto, en la práctica también por la quemazón que siente con la organización. El eslovaco ya llevaba un par de días con la cabeza calenturienta, con quejas continuas contra el calor y con propuestas para la UCI cuando los termómetros eleven sus temperaturas. Sagan regresó a su domicilio para recuperarse de sus heridas y para continuar preparando el Mundial de Richmond. Se marcha con un triunfo de etapa y con una implicación en la carrera que no merecía ese final.
El atropello de Sagan se une a un rosario de problemas que ha afectado esta temporada a todas las carreras World Tour españolas. Unos bolardos mal señalizados en Bilbao ya provocaron una tremenda caída en la Vuelta al País Vasco, la moto de un juez derribó a Van Avermaet cuando se dirigía a la victoria en la Clásica de San Sebastián, los arcos se desinflaban en las salidas y la televisión se apagaba en las etapas de la Volta a Catalunya… No ha sido una racha exclusiva de España, porque también hemos visto casos parecidos en las clásicas de primavera y hasta en el Tour. Pero el calendario nacional lleva un pleno que daña profundamente la imagen de los organizadores.
Obviamente, el factor fortuna juega una baza decisiva en los accidentes. No hay carreras sin caídas. Y mucho menos en los primeros días de las grandes vueltas, cuando todavía no se han abierto diferencias y muchos se consideran aún con las posibilidades intactas. Pero no es menos cierto que hay otro tipo de percances evitables. Y también que las calzadas españolas, con baches y suciedad, han sido otras víctimas de los recortes infinitos impuestos en el país por la crisis. Los talleres de neumáticos de vehículos están haciendo su agosto. Puedo dar fe de ello. También los enviados especiales de AS.
La etapa comenzó con un buen atasco en la entrada de Torrevieja, con la llegada muy apurada de todos los equipos. En agosto, en Torrevieja, hay atascos. También puedo dar fe. Un ciudadano de lujo de la localidad alicantina, Bernardo Ruiz, y otro dominador de la zona, Julio Jiménez, rompieron la cinta junto al alcalde del municipio, el ecologista José Manuel Dolón.
Poco tardaron los ciclistas en desplegar las hostilidades, siempre en paralelo al mar Mediterráneo. Ya en el kilómetro 5 se formó una fuga de 13 corredores, que poco después pasaron a ser 14 con la incorporación de Gougeard. Entre otros estaban el todoterreno del Sky Geraint Thomas y el rey de la Montaña Omar Fraile. Poco después, para no perder la costumbre, hubo una caída masiva en el km 30 que afectó a hombres importantes de la general como Chaves, Valverde, Landa, Aru, Samuel Sánchez, Dumoulin y Pozzovivo, aparentemente sin consecuencias graves. Thomas Degand sí tuvo que abandonar la carrera.
El Katusha, volcado en torno a Purito Rodríguez, fue el equipo que más trabajó en cabeza para reducir la ventaja de la escapada. En el primer paso por la Cumbre del Sol, Fraile cruzó en primera posición para reforzar su maillot a puntos azules, pero el pelotón se encontraba ya a poco más de dos minutos. Los favoritos subieron muy atentos, vigilantes, pero se guardaron las balas para después. En la ascensión final sí dispararon casi todos: Valverde, Nairo, Aru, Majka, Dumoulin, Froome… Y sólo uno cazó la pieza mayor: Dumoulin.
(Aquí rescato esta crónica de la novena etapa que, por un error humano, ya no se puede leer en la web as.com)