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Un espectáculo más allá del Tour

Hace diez años que no cubría una vuelta ciclista completa como enviado especial. Por circunstancias laborales, que no vienen al caso explicar, he regresado en la reciente Vuelta a Andalucía. Y tengo que reconocer que me he topado con muchos cambios.

Lo primero que me encontré fue con la presentación previa a la carrera, con hasta once corredores abiertos a las preguntas de los medios de comunicación. Allí estaban Bardet, Degenkolb, Lobato, Chavanel, Basso, Farrar o incluso Froome. Me cuentan que este tipo de actos lo organizan ya numerosas carreras. Los ciclistas y sus equipos saben que tienen que venderse, que representan a las marcas que lucen en el pecho.

Esa facilidad que ahora tienen los medios en la víspera se convierte, sin embargo, en trabas durante las salidas de las etapas. Hace unos años era fácil hablar tranquilamente con los corredores, con los directores, con los auxiliares… Era un momento de debate, de saludos, de visitas, de intercambio… Los periodistas sacaban rendimiento de aquellas charlas. Y los aficionados podían fotografiarse con sus ídolos, vitorearles o incluso tocarles. Ahora los corredores se quedan dentro de los autobuses, apuran el tiempo antes de ir a firmar… Y si quieres hablar con ellos, quizá puedas, siempre que pases por la criba del responsable de prensa, otra figura que ha emergido en los grupos deportivos.

A los ciclistas apenas se les ve, pero sus bicicletas sí que están expuestas en las afueras de sus autobuses, perfectamente colocadas en hilera, limpias y relucientes. Un detalle de marketing, un anuncio publicitario. Un director me cuenta claramente el porqué: “Las marcas de bicicletas antes simplemente te cedían el material, pero ahora ponen dinero, mucho dinero, y hay una enorme competencia. Hay que cuidarles, hay que mimarles y hay que promocionar la marca”.

Entre autobuses y bicicletas también asoman cada vez más mujeres… Muchos equipos tienen ya auxiliares femeninas, una rareza de entonces que ahora se ha convertido en cotidianeidad. Su presencia no es exótica, sino un rasgo de normalidad… Una normalidad que hace diez años era anormal.

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Pero entre tantas diferencias, lo que verdaderamente me ha llamado la atención es el desarrollo deportivo de Andalucía. Recuerdo los tiempos en los que se jugaban la victoria Cabello contra Della Santa, por poner un ejemplo. Ciclistas que tomaban protagonismo en el arranque de la temporada, pero que después iban a ser gregarios. Los líderes hacían entrenamientos con dorsal, con ninguna exigencia para la general. Ahora hemos visto a los dos mejores del mundo, Alberto Contador y Chris Froome, en un mano a mano vibrante desde su primer día de competición. Ningún jefe viene ya a las carreras de paseo. “Estos duelos son geniales para los aficionados”, han repetido ambos durante estos días. Como mejor se vende el ciclismo es con la calidad de la competición. Y las figuras ya no se esconden, ni asoman sólo un mes al año. Camino del Tour, también hay espectáculo.