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Lo de Di Stéfano, de una vez por todas

Ahora que ha fallecido Di Stéfano, me encuentro de nuevo con la recurrente acusación por parte de Barcelona de que llegó al Madrid en una operación de despojo al Barça, que encajaría con un pretendido deseo de Franco (o el franquismo) de hacer del equipo de la capital del país el gran equipo de España. A costa del Barça.

No es verdad. Hay una bola de nieve que se echó a rodar en Barcelona el 30 de noviembre de 1980, a partir de un artículo de Lluís Permanyer, hijo de un vicepresidente del Barcelona cuando se produjeron los hechos, que a mi modo de ver presentó una versión distorsionada del asunto.

Un asunto enredado, propicio a las medias verdades.

Sobre aquel arranque se han ido añadiendo fantasías, a partir de la idea matriz, que han ido enriqueciendo una leyenda fácil de creer. La prensa internacional ha contribuido a difundirla al exterior. Cuadra con la idea de un Franco combativo contra las aspiraciones independentistas de Cataluña.

Pero no fue así. Di Stéfano no jugó en el Madrid porque tal cosa se le metiera a Franco (o al franquismo) en la cabeza. Sé que es difícil ‘desconvencer’ a los convencidos, pero me parece de justicia intentarlo.

La cosa fue así:

Di Stéfano se había fugado del River Plate de Buenos Aires en agosto de 1949 para jugar con el Millonarios de Bogotá. Hasta ahí todas las versiones están de acuerdo. Allí se había organizado algo así como una ‘liga pirata’, que contrató a jugadores de diversas procedencias (muchos argentinos, pero no sólo de allí) sin pagar traspaso por ellos.

La FIFA reaccionó expulsando a Colombia de su organismo. Y se decretó la prohibición, para el resto del mundo, de concertar partidos amistosos con los equipos de la ‘liga pirata’ colombiana.

La situación no era deseable ni para la FIFA (el fútbol de clubes de todo el mundo estaba amenazado por un país que no pagaba traspasos) ni para los propios clubes colombianos, que no podían recaudar ingresos en exhibiciones en amistosos, fórmula que entonces (sin televisión ni torneos internacionales) daba mucho dinero.

Así que en 1951 se llegó a un pacto, el llamado ‘Pacto de Lima’, en el correspondiente congreso de la FIFA. Por él, se llegó al acuerdo de que los jugadores ’fugados’, seguirían siendo propiedad del correspondiente club colombiano hasta el final de su contrato, fecha en la cual su propiedad regresaría a su club de origen.

El correspondiente club colombiano no podría traspasar a ningún jugador incurso en el caso, ya que no era se su propiedad más allá del tiempo en que expirara el contrato. Y el club que podríamos llamar ‘de origen’ no podría disponer del jugador hasta una vez expirado su contrato con el club colombiano de que se tratase.

Con eso resuelto, los clubes colombianos ya podían jugar amistosos en el exterior. Eso permitió al Millonarios hacer una gira por Europa, que incluyó su presencia en los actos principales del Cincuenta Aniversario del Real Madrid. Un triangular entre el Madrid, el Norrköping y el Millonarios. Lo ganó el Millonarios y Di Stéfano deslumbró.

Eso ocurrió en marzo de 1952.

A Bernabéu le fascinó el jugador, se interesó por su fichaje y Alfonso Senior, presidente del Millonarios, le dijo que no podía vendérselo, por las condiciones del pacto de Lima. José Samitier, entonces secretario técnico del Barça y hombre extraordinario en todo (perspicacia, simpatía, relaciones…), también quedó prendado del jugador.

Ese mismo verano de 1952 el Real Madrid viajó a Caracas, a la llamada Pequeña Copa del Mundo. Allí jugaron dos partidos más el Madrid y el Millonarios, que, por cierto, salieron a palos. Y aún hubo un partido más, en Bogotá, entre ambos equipos. Mientras los jugadores se pegaban en el campo, los directivos estrechaban relaciones en el palco.

Al final de ese año 1952, y tras unos amistosos en Chile, Di Stéfano decide dejar el Millonarios y quedarse en Buenos Aires. Tiene ya 26 años, dos hijas, le aterroriza el avión (algo que siempre le acompañó) y su padre ha comprado una estancia grande en la que debe echar una mano. Está casado, con su novia del barrio (con la que hará toda su vida, hasta la muerte de ella), y tiene dos hijas. Le harta el ritmo de amistosos con que el Millonarios se está financiando.

Antes de quedarse en Buenos Aires, cobra por adelantado 4.000 dólares, en concepto de anticipo por el contrato que le ligaba al Millonarios hasta finales de 1954.. Se justifica ante sí mismo en la idea de que el Millonarios le tuvo sin pagar traspaso y que eso, a la larga, le ha complicado la vida. En el Millonarios, además, ha dado un rendimiento sensacional. Se siente con derecho a ese dinero.

Así que al empezar el año 1953, Di Stéfano está en Buenos Aires, resuelto a dejar el fútbol. No tiene, en principio, deseo de regresar al River Plate, donde ya antes de fugarse a Colombia había tenido problemas, porque había sido uno de los jugadores distinguidos en la huelga de futbolistas que, a la larga, desembocó en aquella fuga masiva a Colombia.

En esas condiciones recibe la visita de enviados del Barça. Domingo Vals Taberner y Riera. El Barça se había encontrado con que Kubala tuvo una afección pulmonar grave que hizo temer por su carrera. Martí Carreto, presidente del club, encargó a José Samitier la búsqueda de una estrella que pudiera compensar tamaña ausencia.

Samitier pensó inmediatamente en Di Stéfano.

Di Stéfano recibió a los enviados del Barça, y tras algunas conversaciones, animado por su padre y tras saber que en España viajaría en general en tren (coche-cama), decidió aceptar.

El Barça le pagó al River Plate cuatro millones de pesetas en números redondos. Y Di Stéfano vino a España para jugar con el Barça. El 22 de mayo de 1953, Samitier le recibió en Barajas. Di Stéfano venía con su familia. Viajaron por carretera, hicieron noche en Zaragoza y el día siguiente llegaron a Barcelona.

Pero mientras, habían sucedido dos cosas.

Una: Kubala se había curado. El Barça había vuelto a ser campeón de Liga. Y pronto lo sería también de Copa.

Otra: el Millonarios (Alfonso Sénior), conocedor de la operación, la había denunciado ante la FIFA. Sénior, que era hombre de alto vuelo en el fútbol internacional, tenía además razón. Di Stéfano era del Millonarios hasta el final de 1954, sólo a partir de enero de 1955 volvía a ser propiedad de River. Los derechos que había comprado el Barça no podrían entrar en vigor hasta entonces.

Al Barça la cuestión le pilla a contrapié, porque aún está litigando ante la FIFA el caso Kubala. En realidad, lo está litigando la Federación Española en su nombre. Al que tenga interés en este asunto y quera lealmente conocer la verdad, le remito al correspondiente capítulo de mi libro ‘Nacidos para incordiarse’.

(En síntesis, podríamos resumirlo en que Kubala, fugado de Hungría, fue acogido en España por su valor como propaganda anticomunista. Lo intentó fichar Bernabéu, pero la Federación, cuyo secretario y personaje crucial era entonces Ricardo Cabot, importante personaje barcelonista, lo desvió al Barça. Primero fue camuflado como ‘amateur’, hasta jugó como profesional. Hasta las fechas del Mundial de 1954, en el correspondiente congreso de la FIFA, no tuvo el Barça el tránsfer internacional. Para entonces llevaba dos años largos jugando en el Barça como profesional, tiempo en el que el Barça había ganado de forma consecutiva Copa (52), Liga y Copa (53), Liga y Copa (54). Este es quizá el momento de decir que si por algún jugador se partió el brazo el Régimen fue por Kubala, que además fue utilizado directamente como propaganda anticomunista en una película titulada ‘Los Ases buscan la paz’).

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Insisto, el que tenga deseo de mayores precisiones, puede leer el citado capítulo.

Di Stéfano llegó a Barcelona. En esos primeros días se le ve junto a Kubala presenciando un partido del España Industrial (después llamado Condal), a la sazón filial del Barça.

Y también de esos días son las fotos de Di Stéfano vestido del Barça, una de ellas, muy difundida, acuclillado junto a Kubala. En otra, fingen jugar uno contra otro. En otra, él controla un balón. Corresponden a un reportaje publicado en ‘Vida Deportiva’, revista de la época. Están hechas en Las Corts, el campo del Barça en la época. Las gradas están vacías. No corresponden a ningún partido.

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Pero para el Barça, el asunto se convirtió pronto en un problema, porque la FIFA, ante la que aún estaba pendiente el litigio por Kubala, advirtió a la Federación Española de que Di Stéfano no podía jugar en el Barça.

Y no jugó en esas fechas, aunque se haya sostenido muchas veces lo contrario. Jugó algunos amistosos u homenajes más adelante, como lo hizo en otros clubes, como mostraré después. En la época eso era una práctica bastante común.

Se ha sostenido con frecuencia, decía, que Di Stéfano jugó con el Barça tres partidos ese verano. No es verdad. Esos partidos no existen. No aparecen en ningún lado. Existen unos partidos ‘de costellada’ a los que me referiré luego.

El que tenga interés puede repasar (es fácil ahora, en internet) las colecciones de El Mundo Deportivo o La Vanguardia en esos meses de verano de 1953. O, si se prefiere atajar, se puede consultar el espléndido libro ‘Barçaeterno’, de Toni Closas y David Salinas, que recoge con un detalle impresionante todos los partidos de la historia del Barça.

Un trabajo colosal. Existe una versión pequeña, del tamaño de una cajetilla de tabaco, o ni eso, en papel biblia, extremadamente útil.

El que quiera, puede comprobar que el Barça jugó ese verano, tras la final de Copa (que ganó al Athletic de Bilbao por 2-1), tres amistosos: uno en Perpiñán, otro en Manresa y otro en Badalona. Fechas, 25, 28 y 29 de junio, respectivamente. En ninguno de ellos jugó Di Stéfano.

Después de eso, el Barça se fue a Caracas, a la ‘Pequeña Copa del Mundo’, en la que se enfrentará a la Selección de Caracas, el Corinthians y el Roma. Dos veces a cada uno, porque era ligulla a dos partidos (Días 16, 18, 23, 26 y 28 de julio y 1 de agosto). Aún antes de regresar el Barça juega el día 4 de agosto con el Curaçao.

Di Stéfano no fue a esa gira. El Barça no le podía llevar porque pertenecía Millonarios, que había denunciado el caso.

Al partir hacia la gira, Martí Carreto declara que aprovechará el viaje para solucionar el ‘caso Di Stéfano’. Y, en efecto, allí se entrevista con Alfonso Sénior, con el que no llega a un acuerdo. Sénior le pide 27.000 dólares, el equivalente a 1.350.000 pesetas, la tercera parte de lo que el Barça había pagado al River. Martí Carreto no lo encuentra razonable. Entiende que el Millonarios quiere sacar un dinero excesivo por un jugador que en realidad ya no tiene, que se les ha fugado. Y le dice que está dispuesto si hace falta a tenerle un año y medio sin jugar, hasta que se cumpla el plazo de propiedad del Millonarios. Lo declara así, cosa que a Di Stéfano no le hizo ninguna gracia, como es de entender.

Rompen, pues, el Barça y Millonarios. Es entonces cuando Sénior habla con el Madrid, con el que tiene buenas relaciones. Y a instancias de Álvaro Bustamante, un vicepresidente muy atrevido que iba más allá que Bernabéu, el Madrid decide comprarle al Millonarios, por esos 27.000 dólares, la parte correspondiente de los derechos. Raimundo Saporta viaja para hacer la entrega.

Conviene hacer aquí dos reflexiones:

Una: si Martí Carreto hubiera pagado los 27.000 dólares al Millonarios, Di Stéfano hubiera sido jugador del Barça automáticamente.

Dos: el Madrid no podía ejercer su derecho sobre Di Stéfano, porque el Pacto de Lima establecía que los clubes colombianos no podían traspasar los derechos de los jugadores incursos en el caso, sólo disfrutarlos mientras se consumía el contrato.

Di Stéfano, por tanto, estaba bloqueado, al menos hasta enero de 1955.

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¿Y qué hizo ese verano de 1953? Impacientarse, quemarse. Para moverle, Samitier le montó tres partidos, esos que se pretende que jugó en el Barça ese verano, y que no jugó. Uno fue con el Palafrugell, contra el Barcelona amateur. Di Stéfano jugó con el Palafrugell, no con el Barcelona. Ahí están las fotos.

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Otro fue un partido en El Masnou (el pueblo de mi madre, precisamente), un partido entre ‘veraneantes’ y ‘residentes’. Entre los ‘veraneantes’ se anunció a Di Stéfano, César y Kubala. A la hora de la verdad no acudió Kubala, supongo que para no dar mucho el cante. Di Stéfano estaba en Barcelona en un estado de semiclandestinidad.

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El otro partido fue en Sitges. No he encontrado foto de él.

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Suele esgrimirse como prueba de que Di Stéfano llegó a jugar en el Barcelona y posteriormente ‘robado’ por la codicia franquista a favor del Madrid la foto que aparece abajo.

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Pero esta foto corresponde a un partido jugado dos años más tarde de los hechos, el 12 de junio de 1955, ante Vasco da Gama, cuando Di Stéfano ya había jugado dos temporadas completas en el Madrid. Acudió como invitado a ese partido, en el que faltó Kubala. Ganó el Barça 1-0, con gol de Flotats.



El que tenga dudas puede acudir a las hemerotecas de El Mundo Deportivo o La Vanguardia, tan fáciles de consultar, y mirar esos días. O a la citada compilación de Toni Closa y David Salinas.

Y basta con ver que a Di Stéfano le flanquean Villaverde y Luis Suárez, que en el verano de 1953 no estaban en el Barcelona. Luis Suárez llegó a finales de la 53-54, y Villaverde se incorporó para la 54-55.

Hacía, insisto, dos años que Di Stéfano estaba jugando con el Madrid, que había ganado esas dos primeras ligas con él, cosa que no hacía desde la República, cuando había ganado las dos únicas que tenía hasta le llegada del genio.

No era la primera vez que Di Stéfano jugaba un amistoso en Barcelona desde su fichaje con el Madrid. Ya había jugado antes, el 26 de enero de ese 1955, un partido entre la Selección Catalana (que jugaba con alguna asiduidad durante el franquismo, aunque ahora suene raro) contra el Bolonia.

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Esa fue la primera vez que Kubala y Di Stéfano jugaron juntos, porque Di Stéfano aún no se había nacionalizado y no habían podido coincidir en la Selección Española. El equipo estaba formado por jugadores del Espanyol y el Barça, con Di Stéfano como guinda. Kubala le cedió el nueve. La delantera fue Basora, Villaverde, Di Stéfano, Kubala y Moll. La ‘Selección Catalana’ ganó 6-3. Los que lo presenciaron lo recuerdan como un partido colosal.

A estas alturas, seguramente alguien estará viendo algo extraño en esos dos viajes de Di Stéfano a Barcelona para jugar ‘como local’. Para entender eso, hay que trasladarse a la época. En aquellos tiempos, con calendarios menos cargados y mayores dosis de cortesía, era frecuente que grandes figuras se prestaran a reforzar a otros equipos, en casos de homenajes o partidos internacionales. Hoy suena raro. ¿Podría Messi jugar un amistoso con el Madrid, o Casillas con el Barça?

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Pero entonces era frecuente. Aportaré algunos casos:

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En agosto del 59 jugó un amistoso contra el Newcastle con la camiseta del Mallorca, ciudad en la que estaba veraneando. Fue con motivo de la inauguración de la luz artificial en el Lluís Sitjar.

El propio Kubala jugó con el Real Madrid, en una delantera en la que coincidió con Di Stéfano, en el homenaje a Molowny. Y Collar, el glorioso extremo izquierda del Atlético, también estuvo en esa delantera.

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Como estuvieron Di Stéfano, el propio Molowny y el central Oliva vestidos del Atlético en el homenaje a Escudero.

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Y aquí podemos ver a Di Stéfano en el Depor, entre Arsenio y Pahíño, en el homenaje a Cuenca.

Y más adelante, de nuevo vestido del Barça, a Di Stéfano, en el homenaje a Kubala, celebrado el 30 de agosto de 1961. En la foto que sigue aparecen Kubala, Di Stéfano y Puskas. No sé si con alguna intención, con frecuencia veo la foto de los dos primeros, sin Puskas. Fue un Barça-Stade de Reims, 4-3. Otro gran partido. En ese Stade de Reims jugaba Lucien Müller, que luego pasó por los dos clubes, Madrid y Barça, sucesivamente.

Pero retomo el relato. Di Stéfano vivía en un piso de la calle Balmes que puso a su disposición el Barça. En la misma calle tenía Samitier una oficina de un negocio de textiles que llevaba con un socio. La única distracción de Di Stéfano era visitarle. La monotonía sólo la rompieron aquellos tres partidillos que le montó. Notó que en las oficinas del Barça le rehuían.

Saporta le visitó allí. Le recibió con cajas destempladas:

-Ustedes qué quieren, ¿bloquearme?

Saporta le aseguró que no, que lo que querían era contratarle, convencer al Barça de que les vendiera el contrato de River. En prueba de buena voluntad le adelantó dinero. Di Stéfano empezaba a estar corto de recursos y se agobiaba al notar que el Barça le daba largas, que se había convertido en un problema.

Como la fecha se echaba encima, la Federación hizo una consulta a la FIFA, que a su vez delegó el arbitraje en Muñoz Calero, ex presidente de la Federación Española pero miembro de la propia FIFA. Muñoz Calero era hombre del Atlético, no del Madrid. Fue vicepresidente del Atlético. A su pueblo, Águilas, había llevado a Kubala para bautizarse como católico, a fin de que pudiera obtener la nacionalidad española.

Fue Muñoz Calero quien determinó la solución salomónica. Primera y tercera temporadas (53-54 y 55-56), con el Madrid. Segunda y cuarta (54-55 y 56-57) con el Barça. Luego ya se vería. No dos y dos, como suele decirse, sino una, una, una y una.

Entretanto se había echado encima la fecha del 24 de agosto, en la que entraba en vigor la nueva prohibición de la Delegación Nacional de Deportes para fichar extranjeros. Una complicación más.

Todavía hace el Barça un último intento con Alfonso Sénior, que está en Madrid. El vicepresidente, Narciso de Carreras, viaja a Madrid a verle. Va él, y no Martí Carreto, por la mala relación de este con Sénior. Pero no hay arreglo, Sénior insiste en que ha vendido su parte al Madrid y que no tenía interés en reabrir la cuestión.

Martí Carreto intenta entonces vender su parte a la Juve, que no acepta, porque entiende que lo que le ofrecen comprar no es un futbolista sino un problema, un jugador bloqueado durante año y medio. Después, intenta revender los derechos a River, que también rechaza. Ambas maniobras, hechas sin conocimiento y mucho menos consentimiento de Di Stéfano, irritan a este, que se va inclinando más hacia el Madrid.

Por fin el Barça se aviene al laudo de Muñoz Calero y acepta el pacto salomónico, que ambos clubes firman. Al tiempo, elevan un recurso de súplica al General Moscardó, Delegado Nacional de Deportes, para que prorrogue el plazo de inscripción de extranjeros, a fin de dar salida al asunto, que se había convertido en un problema casi de Estado.

Martí Carreto y Narciso de Carreras me contaron, por separado, que fueron presionados para aceptar el acuerdo. Creo que eso es verdad. La Federación se veía a contrapié ante la FIFA, porque el pleito entre los dos clubes españoles estaba bloqueando a un jugador, justo en el tiempo, y esto es importante, en el que la Federación estaba solicitando insistentemente de la FIFA que obtuviera de la Federación Húngara el tránsfer de Kubala.

Ninguno me habló de amenazas personales, como he llegado a leer (“Recuerde que tiene familia”). Martí Carreto me dijo que le insinuaron que no tendría las facilidades por parte del Instituto de Moneda Extranjera que venía teniendo para sus negocios con el exterior. Narciso de Carreras me dijo que se sintió espiado cuando estuvo en el Palace. Pudiera ser, pero me figuro que por parte del Madrid.

En todo caso, la maniobra de Martí Carreto de querer quitarse de encima a Di Stéfano, mandándolo a la Juve y devolviendo los derechos al River Plate, no lo ayudó.

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Moscardó viajó al Pazo de Meirás, donde estaba reunido el Consejo de Ministros, para consultar a su superior, el Ministro Secretario General del Movimiento, Fernández Cuesta. Ese viaje es lo que hace a muchos relacionar a Franco directamente con el asunto. El nombre del General Moscardó también es muy goloso, hay que admitirlo. Pero es que era el Delgado Nacional de Deportes, y viajó para obtener la autorización para echar para atrás un decreto.

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Esa autorización no era exactamente para que Di Stéfano jugara en el Madrid, sino para que jugara un año en el Madrid, otro en el Barça, el tercero en el Madrid y el cuarto en el Barça. Conviene recordarlo.

El 19 de septiembre, tras la autorización correspondiente, la Delegación Nacional de Deportes admite que se inscriban los jugadores extranjeros que estuvieran en trámite antes del 22 de agosto. A esta apertura del plazo se apuntaron, además de Di Stéfano, el holandés Faas Wilkes, para el Valencia, el chileno Andrés Prieto, para el Espanyol, y el francés Charles Ducasse, para el Valladolid.

Martí Carreto, descontento con la solución, dimitió. El Barça nombró una gestora, a cargo de Agustín Montal padre, que haría el tránsito hasta la llegada de Miró Sans.

La ficha de Di Stéfano fue presentada en la Federación el 22 de septiembre. Al día siguiente se presentó en un amistoso organizado ex profeso, ante el Nancy. El Madrid perdió 2-4. Él marcó en el 67’ su primer gol como madridista. De ese partido quedó para el recuerdo esta espectacular foto de una chilena. Medias negras. Las medias blancas no aparecerán hasta tiempo después, con la Copa de Europa y sus partidos nocturnos entre semana.

La chilena de Di Stéfano en su debut ante el Nancy

El domingo 27 debuta en la Liga, ante el Racing.

Tras la quinta jornada, el Madrid aventajaba al Barça en dos puntos. En la sexta deberían enfrentarse ambos equipos en Chamartín, llamado así entonces, más adelante Estadio Santiago Bernabéu. El Barça decidió esa semana (“per vosaltres el pollastre”, “para vosotros el pollo”) venderle su parte de Di Stéfano al Madrid. Le parecía irregular la situación de tener un jugador compartido con el club blanco. Previamente al partido entre ambos clubes, jugado el 25 de octubre, se firmó el documento por el que el Madrid le pagaba al Barça los cuatro millones, con intereses, que el Barça había pagado meses atrás a River Plate.

Desde eso momento, Di Stéfano era plenamente del Madrid. El partido lo ganaron los blancos por 5-0.

Luego vino todo lo que vino: el título de Liga, primero desde la Guerra Civil, el siguiente, las cinco Copas de Europa… El Madrid cambió.

Ese fue el asunto, si quieren creerme. Y si han tenido paciencia de llegar hasta aquí.

En Barcelona se cuenta de otra forma, que a mi modo de ver se aleja de la verdad. Hubiera bastado que Martí Carreto le pagara a Sénior la cantidad que le pidió para que Di Stéfano hubiera sido del Barça.

Si Franco hubiera tenido tanto interés en hacer del Madrid una gran cosa hubiera empezado antes, digo yo. Para cuando ocurrió todo esto, el Madrid no había ganado ni una Liga desde las dos de antes de la Guerra, ambas, por cierto, ganadas durante la República. Tras la guerra, lo que el Madrid se encontró fue una competencia extraordinaria en su propia ciudad, el Atlético Aviación, fusión del Atlético de Madrid y el equipo ‘Aviación’, creado durante la guerra para jugar partidos de exhibición en retaguardia, con jugadores de verdad o soldados muy aptos. El Atlético Aviación ganó las dos primeras ligas de la posguerra. Los cuarenta son el único periodo largo en el que el Madrid fue menos que su rival ciudadano. Y fue menos que el Barcelona, el Athletic e incluso el Valencia.

Los cuarenta, los años de hierro del franquismo, fueron los peores años del Madrid.

Con Di Stéfano cambió todo. A partir de los sesenta el Madrid estuvo instalado y se convirtió, de facto, en un instrumento del Estado. Como tal se le percibió. Y en momentos abusó de ello. Pero eso pasó en los sesenta, y como consecuencia de lo que provocó Di Stéfano. No antes. Y no fue un estatus provocado por las fuerzas del Estado, sino por la tenacidad de Bernabéu y la extraordinaria capacidad de Di Stéfano.

Para el que quiera alguna precisión más, añado unos anexos que detallan alguno de los pasajes.

ANEXO 1

El pacto de Lima

Congreso Sudamericano. Lima, 1951

“Los jugadores de los Clubs de la División Mayor, habiendo pertenecido anteriormente a Clubs de las Asociaciones Nacionales de los ocho países siguientes: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay y, habiendo sido transferidos sin tener el certificado correspondiente de transferencia de parte de sus Clubs de origen, son autorizados a continuar jugando con sus Clubs respectivos y actuales de la División Mayor hasta lo más tardar el 15 de octubre de 1954. Inmediatamente después estos jugadores están obligados a regresar a sus Clubs de origen”.

“La Asociación Colombiana de Fútbol no está autorizada para transferir ni siquiera uno solo de estos jugadores a otra Asociación Nacional, a menos que no se haya hecho con arreglo previo a este respecto con la Asociación Nacional interesada”.

“Los jugadores de los Clubs de la División Mayor, transferidos sin un certificado de transferencia emitido por su Club de origen, y sin haber pertenecido a un Club de una Asociación Nacional de los ocho países arriba mencionados, habiendo sido suspendidos de este hecho por su Asociación Nacional correspondiente, quedan suspendidos y no son autorizados de continuar jugando con su Club actual de la División Mayor, hasta que no se haya hecho un arreglo, por el cual la Asociación Nacional competente levantará expresa y formalmente la suspensión promulgada anteriormente”.

Asimismo, los jugadores ilegalmente huidos de sus clubs, con contrato en vigor, deberían retornar a los mismos al finalizar los contratos suscritos con los equipos colombianos y con el plazo máximo del día 31 de diciembre de 1954.

ANEXO 2

El River Plate se lava las manos

Comunicado de Enrique Pardo, presidente del River Plate. Buenos Aires, 1953.

El 3 de septiembre, Enrique Pardo, presidente del River Plate, hacía público el siguiente comunicado:

1.º Cuando el River Plate transfirió a Di Stéfano al Club de Fútbol Barcelona no existía la resolución de la Federación Española que posteriormente prohibió la contratación de jugadores extranjeros.

2.º En el convenio de la transferencia de Di Stéfano no dejó constancia de que cualquier arreglo con el jugador era por cuenta y riesgo del C.F. Barcelona.

3.º Al hacer entrega de la transferencia de Alfredo Di Stéfano a la Asociación del Fútbol Argentino para formalizar su traspaso al Barcelona, el River Plate quedó totalmente desligado del jugador y “de los compromisos posteriores”.

4.º Si la Federación Española tomó una resolución posterior a la transferencia, “el River Plate no tiene nada que hacer”.

ANEXO 3

Di Stéfano se reparte

Acuerdo al que llegan Santiago Bernabéu, presidente del Madrid, Enrique Martí, presidente del Barcelona, y Muñoz Calero, miembro de la FIFA.

Madrid, 15 de septiembre de 1953

“ACUERDAN.- Primero.- Aceptar plenamente el arbitraje de don Armando Muñoz Calero, así como las siguientes cláusulas dictadas por el mismo, con la advertencia de que están inspiradas en el mejor deseo de solucionar esta cuestión, y que requieren previamente para su efectividad la aprobación por parte del Excmo. Sr. Conde del Alcázar de Toledo, delegado nacional de Deportes, del escrito de Súplica al mismo dirigido, y la anuencia de la Real Federación Española de Fútbol:

a) El jugador Alfredo di Stéfano, una vez cumplido el requisito reglamentario de su inscripción legal en la Real Federación Española de Fútbol, podrá ser alineado en el equipo representativo del Real Madrid F.C. en las temporadas de 1953-54 y 1955-56, y, por el Barcelona C.F. en las temporadas 1954-55 y 1956-57, tanto en los encuentros de competición oficial como en los amistosos o de entrenamientos públicos o privados que los respectivos Clubs consideren oportuno organizar.

b) Los Clubs Barcelona C.F. y Real Madrid C.F. designarán respectivamente un delegado que con plena autoridad liquidará los gastos efectuados por cada uno de los Clubs, aceptando el cargo del 50% del total para cada uno de ellos.

c) Finalizada la temporada 1956-57, ambos Clubs, con la conformidad del jugador Alfredo di Stéfano, y si así se lo permitieran las disposiciones legales entonces, decidirán sobre la posterior actuación de dicho jugador en España.

d) Los ya indicados Clubs podrán de mutuo acuerdo modificar las anteriores cláusulas, en el sentido de la cesión definitiva de derechos sobre el jugador, en favor de alguno de ellos, siempre que a esta modificación contractual no se opongan las disposiciones vigentes de los Organismos Superiores.

e) Sea cualquiera la resolución que la Delegación Nacional de Deportes adoptara en relación con el jugador Di Stéfano, ambos presidentes se comprometen a realizar el máximo esfuerzo para consolidar las amistosas relaciones deportivas que siempre han debido existir entre sus respectivos Clubs, de tan destacada raigambre en la afición futbolística de Barcelona y Madrid”.

ANEXO 4

La dimisión de Enrique Martí por el caso Di Stéfano

Barcelona, 22 de septiembre de 1953

“Aceptando la amable invitación que me hace el excelentísimo señor gobernador civil y consciente de mi deber, me creo en la obligación de dar pública cuenta de la causa de mi dimisión a los socios y simpatizantes del Club de Fútbol Barcelona. Iniciadas las gestiones para la adquisición, en traspaso, del jugador Alfredo Di Stéfano, con el River Plate, de Buenos Aires, no pudimos mantener relaciones oficiales con el jugador por estar reglamentariamente prohibido por la Real Federación Española, hasta tanto no fuera un hecho el traspaso.

Una vez tenida la anuencia del River Plate, nos pusimos en relación con el Club Millonarios, de Bogotá, y después de largas gestiones y vicisitudes se nos manifestó por su delegado que el club que presentara el pase del River obtendría también el de ellos. Esto no sucedió, ya que más adelante tuvimos conocimiento de que el presidente del Millonarios había cedido sus derechos al Real Madrid.

Hecha pública la disposición de la Delegación Nacional de Deportes sobre jugadores extranjeros, orden que acatamos respetuosamente, hicimos todos los posibles para traspasar el jugador a un club extranjero.

Como para esto necesitábamos la conformidad del Real Madrid, me trasladé a dicha capital y bajo los auspicios de un miembro de la FIFA, que se ofreció para ello, se hicieron todas las gestiones para efectuar el traspaso de acuerdo totalmente con el Real Madrid, sin lograrlo, en definitiva. En esta situación y tratando ya sólo de defender los intereses deportivos y económicos del club, y bajo el arbitraje del doctor Muñoz Calero, se dirigió una súplica conjunta al excelentísimo señor Delegado Nacional de Deportes, en solicitud de excepción para dicho jugador, ya que los trámites reglamentarios se habían cumplimentado con anterioridad.

No obstante, era necesario que ambos clubs se pusieran de acuerdo y tras arduo empeño mío en querer superar todas las dificultades, en un caso que, más que difícil me pareció especialísimo, sintiendo el pesar de presumir que no satisfaría la decisión, acepté el laudo y firmé el pacto, que establecía una igualdad económica y un contrato alternativo entre los dos clubs, con las salvedades de que de mutuo acuerdo podría ceder un club al otro definitivamente el jugador.

Inmediatamente después de dar cuenta al Comité Directivo del club, y sabiendo que el criterio de muchos socios hubiera preferido que se realizara de otra forma, se confirmó mi creencia de que cualquiera de ellos, con más acierto, podría cumplir la misión mejor que yo, presenté por mi propia voluntad la dimisión irrevocable, que ha sido aceptada por la Real Federación Española de Fútbol.

En la presidencia del Club de Fútbol Barcelona he puesto con ilusión toda mi posible capacidad de trabajo, y si el Club ha triunfado en lo deportivo ha sido gracias a la colaboración de mis compañeros de Directiva, de los servicios técnicos, de los empleados, entrenadores y, sobre todo, de los jugadores, a los que he animado siempre y tenido verdadero afecto.

No habiendo llevado a cabo todo lo que hubiera querido en beneficio del Club, no tengo ninguna razón para sentirme satisfecho; sin embargo, mis cinco años en la Directiva son bastante conocidos. Por eso, al dimitir no siento amargura.

He buscado el bien por la satisfacción de hacerlo, y a ello han tendido siempre mis anhelos por los colores azulgranas de mi querido Club de Fútbol Barcelona”.

ANEXO 5

El Barça renuncia a Di Stéfano

Madrid, 23 de octubre de 1953

“En Madrid, a 23 de octubre de 1953, de una parte don José Vidal-Ribas Güell, como miembro de la Comisión Gestora del Club de Fútbol Barcelona, debidamente autorizado por la misma y en nombre y representación del referido Club, y de otra don Santiago Bernabéu de Yeste, como presidente del Real Madrid Club de Fútbol, y en nombre y representación del mismo, con relación al acuerdo concertado entre los Presidentes de ambos Clubs con fecha 15 de septiembre próximo pasado, bajo el arbitraje de don Armando Muñoz Calero, miembro de la FIFA, convienen y estipulan:

Primero. Que el Club de Fútbol Barcelona hace expresa renuncia en favor del Real Madrid Club de Fútbol de todos cuantos derechos le corresponden, a tenor de lo que se preceptúa en el apartado a) del acuerdo antes referido, sobre el jugador don Alfredo Di Stéfano, el cual, a partir de este momento, dependerá de la exclusiva disciplina del Real Madrid Club de Fútbol durante los cuatro años de vigencia del acuerdo antes citado.

Segundo. Que el Real Madrid Club de Fútbol, en compensación a esta renuncia, se compromete a reintegrar al Club de Fútbol Barcelona la cantidad de CUATRO MILLONES CUATROCIENTAS CINCO MIL PESETAS, importe de los desembolsos efectuados por el Club de Fútbol Barcelona, más los intereses del pago aplazado en parte que corresponde satisfacer al Real Madrid Club de Fútbol.

Tercero. La indicada cantidad de CUATRO MILLONES CUATROCIENTAS CINCO MIL PESETAS la hará efectiva el Real Madrid Club de Fútbol en la siguiente forma: UN MILLÓN DOSCIENTAS VEINTICINCO MIL PESETAS, que se entregan en este acto por cheque al portador número 329998 a cargo de la cuenta corriente número 20337 que el Real Madrid Club de Fútbol tiene abierta en el Banco Mercantil e Industrial, de Madrid. UN MILLÓN QUINIENTAS MIL PESETAS, en una letra aceptada por el Real Madrid Club de Fútbol, con vencimiento al 31 de julio de 1954, siendo el efecto empleado en esta operación de la clase primera número A3351252. SETECIENTAS CINCUENTA MIL PESETAS, en otro efecto aceptado por el Real Madrid Club de Fútbol, con vencimiento al treinta y uno de enero de mil novecientos cincuenta y cinco, siendo el efecto empleado para esta operación de la clase primera, número A3351253. NOVECIENTAS TREINTA MIL PESETAS, en otra letra aceptada con vencimiento el treinta y uno de julio de mil novecientos cincuenta y cinco, siendo el efecto empleado en esta operación de la clase primera número A3351254. Este efecto enjuga el saldo total de la cuenta aplazada y los intereses correspondientes a la misma y con ello quedan canceladas todas las obligaciones que el Real Madrid Club de Fútbol hubiera contraído con el Club de Fútbol Barcelona por cesión de los derechos que este Club ostentaba sobre el jugador señor Di Stéfano.

Y para que así conste y surta todos los efectos, lo firman por cuadriplicado las partes en Madrid, en la fecha arriba indicada”.

Y, a más a más, como se dice en la tierra de mi madre, adjunto como anuncié antes el capítulo de mi ‘Nacidos para incordiarse’ sobre el fichaje de Kubala. El que tenga paciencia y lo lea, verá que aquellos hechos se compadecen mal con la imagen de un Barça perseguido durante el franquismo. 

El Barça se lleva a Kubala