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Europa, el Sevilla y el Benfica

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Ahora que el Sevilla se va a jugar su final europea contra el Benfica es buen momento para recordar que el debut europeo del equipo andaluz fue precisamente ante ese querido equipo lisboeta. Se enfrentaron en dieciseisavos de final de la III Copa de Europa, los días 19 y 26 de septiembre de 1957. Y pasó el Sevilla. Buen precedente.

El Sevilla había sido subcampeón de Liga en la 56-57. El campeón había sido el Madrid, a su vez campeón de la Copa de Europa. En aquel tiempo, participaban en la competición los campeones de Liga más el campeón de Europa. Al ser este último el caso del Madrid, el derecho como campeón español se trasladó al Sevilla.

Un buen Sevilla, obra de Helenio Herrera, que hizo allí tres cursos magníficos. Pero se acababa de ir, lo que creó cierto desconcierto. Ramón Sánchez Pizjuán había sido un gran presidente, con el que Helenio Herrera, tipo difícil, se había entendido. Pero Sánchez Pizjuán falleció. Helenio Herrera se vio entre unos directivos que conspiraban entre sí y con los que no se entendía. Tenía contrato para dos años más, que hubiera cumplido encantado de seguir Sánchez Pizjuán, pero aquel revuelo le desagradó. Se amotinó, llegó a insultar a algunos directivos… La Federación le sancionó con dureza: dos años sin entrenar… al término de los cuales debería reincorporarse al Sevilla para cumplir los dos años colgados. Si no quieres caldo, taza y media.

Según cuenta Gonzalo Suárez, autor de su biografía, Helenio Herrera captó entonces para qué servía la Policía:

—Claro, ahora lo entiendo. Si no hubiera Policía, yo mataría a estos tíos y resuelto…

Para sustituirle, el Sevilla se hizo un lío. En la gira de verano por Sudamérica un directivo contrató a Alejandro Scopelli. Al tiempo, los que quedaban en España habían firmado a Satur Grech. Ganó la opción Satur Grech, cuya aparición en el club alcanzó mayor estruendo porque de repente Bernabéu le quiso contratar. El Madrid había ganado las dos primeras Copas de Europa con José Villalonga, que había saltado de preparador físico a entrenador provisional. Tras dos años de entrenador de verdad y alcanzando éxitos, Villalonga pidió más dinero. Bernabéu le mandó con viento fresco.

Satur Grech honró la palabra dada y siguió en el Sevilla. Empezó por ganar el Carranza (2-1 en la final al Athletic de Bilbao) y lo siguiente fue la eliminatoria europea, esperada en Sevilla casi en estado de éxtasis, tras tantos acontecimientos. El primer partido, en Sevilla, se disputó antes incluso de que el equipo empezara la Liga, porque el Barça-Sevilla se aplazó por las obras del Camp Nou, que estaba terminándose.

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La alineación del Sevilla en su estreno europeo, ante el Benfica en 1957

El 19 de septiembre, la prensa deportiva da noticia de que Roger Rivière ha elevado a 46.923 metros el récord ciclista de la hora, pero en Sevilla nadie repara en eso. En Sevilla lo importante es ese estreno internacional ante el campeón portugués, el Benfica, que llega con aires de grandeza. Vuela el mismo día, saliendo a las siete y media de la mañana, y contrata hotel para reposar unas horas. Moviliza mucha afición: se les ha enviado 8.000 entradas y piden más, pero no es posible, porque Sevilla arde en fiebre por el partido. Aquel Benfica, en el que ya estaba Coluna, había ganado 4-0 poco antes al Barça, en un amistoso. Se entiende la conmoción en la capital andaluza.

Las vísperas se distraen con el sembrado del futuro campo. Agustín Pujol, directivo de la Federación y delegado de la UEFA, elogia ante el nuevo presidente, Marqués de Sotohermoso (hijo de Ramón de Carranza, que fuera mítico alcalde gaditano), el avance de las obras. El Sevilla duerme en el Hotel Oromana, en Alcalá de Guadaira.

Llega la hora del partido, aún con luz natural. El campo está abarrotado. L’Équipe ha enviado un periodista, lo que le da rango a la eliminatoria. También están las principales firmas de los periódicos de Madrid. Juegan estos:

Sevilla: Busto; Romero, Campanal, Valero; Ramoní, Herrera II; Antoniet, Arza, Pepillo, Pepín y Pauet.

Benfica: Bastos; Calado, Serra, Angelo; Pegado, Alfredo; Palmeiro, Coluna, Aguas, Caiado y Cavem.

Hasta tres goles le anula el francés Groppi al Sevilla, dos por fuera de juego, uno por despiste en la ley de la ventaja. Por fin, en el 47’, marca Pauet, en potente zurdazo. Palmeiro empata pronto, pero en el 59’ Antoniet hace el 2-1. En el 80’ el genial Pepillo, tras un regate muy suyo, con cambio de pie en una baldosa, hace el 3-1.

Satisfacción moderada. Manolo Meana, seleccionador nacional, teme que no valga. Otto Gloria, entrenador benfiquista (al que más adelante veremos por aquí), es cauto. Satur Grech lamenta los goles que se han escapado. Todos coinciden en que el Sevilla ha ido a más, ha demostrado más fuerza. El sello HH. El Benfica regresa en vuelo nocturno. Embarca a la una y media, tras la cena protocolaria y los discursos de rigor.

La vuelta es la semana siguiente, el 26, también miércoles. El Sevilla viaja de muy otra manera. Sale el lunes, por carretera, hace noche en Badajoz, llega el martes. En la capital portuguesa, el embajador, Ignacio de Muguiro, ofrece una recepción el propio martes, a la que acude el Conde de Barcelona, Don Juan, padre de nuestro actual Rey.

Al Benfica le preocupa la asistencia. Emite un comunicado pidiendo a comercios y empresas que cierren antes, para que la gente pueda acudir al campo pese a ser día laborable (Se llama Estadio da Luz, pero no hay luz artificial, que empezará a extenderse en Europa esos años, por los partidos internacionales entre semana).

Se establece, antes, el lugar del eventual desempate. Dos sorteos. Primero, si en Portugal o España. Luego, si en Madrid o Barcelona. Gana Barcelona, pero no habrá desempate. El Benfica sale con los mismos, salvo el duro Zezinho, por el más cerebral Caiado. El Sevilla se adecúa al partido: Arza y Pepillo, los artistas de la compañía, no salen. Se pretextan sendas lesiones. Satur Grech saca un equipo amarrete:

Busto; Romero, Campanal, Valero; Ruiz Sosa, Herrera II; Antoniet, Arsenio, Loren, Pepín y Pauet (Arsenio sería luego O Bruxo de Arteixo del Superdépor de Lendoiro).

El jovencísimo Ruiz Sosa resultó clave. Un jabato en el corte y la entrega. Un acierto de Satur Grech. No se arrugó, a pesar de que las patadas nublaron el sol. Campanal, que ha pasado ya los 80 y reúne 100 récords de atletismo de veteranos (era un coloso de la condición física) lo recuerda como un partido macho:

—Nos quisieron arrugar…

Pero no, no les arrugaron. Fue cero a cero y pasó el Sevilla. Luego eliminaría al Aarhus, danés, y caería en cuartos ante el Madrid, llamado a ganar la tercera de sus cinco Copas consecutivas. Fue en una noche invernal en el Bernabéu cuando, expulsado Campanal y con el Fondo Sur helado, encajó 8-0. Adiós a Satur Grech. Nadie le agradeció su lealtad de septiembre. El Sevilla fue a menos, como pronosticó HH.

Ahora ha vuelto: 100 años, dos títulos europeos. Y de nuevo el Benfica. Campanal sigue por ahí. Seguro que el Sevilla le invita a este partido…

* Mantenemos el texto íntegro publicado el lunes 12 de mayo de 2014 en 'El País'.