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El tiqui-taca nació en Las Palmas

En la noche del sábado 20 de abril de 1968, penúltima jornada de Liga, saltaba al Bernabéu un equipo vestido con camiseta amarilla y pantalón azul resuelto a disputarle la Liga en su propio feudo al mismísimo Real Madrid. Era la Unión Deportiva Las Palmas, el suceso de aquel tiempo en el fútbol español. Estaba a sólo dos puntos del líder blanco. En la primera vuelta habían empatado en el viejo Insular. Si ganaba en el Bernabéu, Las Palmas llegaría líder a la última jornada, en la que debía recibir al Valencia.

Para entonces, el club palmeño apenas tenía 20 años de edad. Fue creado en 1949 como fusión (de ahí lo de La Unión) de cinco clubes de la isla: Deportivo, Atlético, Marino, Victoria y Arenas. Hasta ese tiempo, las dificultades de comunicación con la Península hicieron que el fútbol canario se desarrollara en régimen local. Pero ya daba grandes jugadores. Los patrones de pesca de los grandes clubes peninsulares se pasaban frecuentemente por allí, en busca de talentos. Y aparecían: Arocha, Hilario, Silva, Mujica, Campos, Molowny… En la selección era frecuente la presencia de jugadores canarios, siempre muy técnicos. Así que no fue raro que Las Palmas sólo tardara dos años en subir a Primera. Anduvo en vaivenes de equipo ascensor hasta que en la 64-65 regresó, de la mano de Rosendo Hernández, para establecerse ya por un largo tiempo.

Aquel era un grupo extraordinario. Molowny había estado en su origen, cuando llevó a la Selección Juvenil Canaria a campeona de España, vivero de ese juego y de ese estilo. Un juego técnico, de posesión, pausado, bien hecho, servido por jugadores aptos e inteligentes. Una escuela, escuela canaria, que contrastaba con el fútbol-fuerza en boga. Y los que jugaban bien, que los había (el Madrid ye-yé, el Zaragoza de Los Magníficos) lo hacían con más rapidez. Pero todos admiraban ese juego elegante, pachorrón y preciso, en el que Guedes y Germán armaban el medio campo y definían la línea. Ellos dos, Tonono, Castellano y Martín II frecuentaron la selección. Un día, en Malmoe, jugaron juntos Tonono, Castellano (que entró por Gallego con el partido en marcha), Guedes y Germán. Más Santos, tinerfeño de Los Magníficos del Zaragoza. Cinco canarios juntos en el equipo nacional. España empató en el campo sueco.

De los 11 que saltaron al Bernabéu aquella noche crucial, sólo el meta, Oregui, no era canario, sino guipuzcoano. Curiosamente, tuvieron enfrente al canario que les faltaba, Betancort, que guardaba la portería del Madrid. Aquella alineación aún se repite de memoria en la isla: Oregui; Aparicio, Tonono, Martín II; Castellano, Guedes; León, Gilberto II, José Juan, Germán y Gilberto I. Un guipuzcoano, seis palmeños, cuatro tinerfeños, que eran Martín II, José Juan y los dos Gilberto. Con ellos solían alternar el meta Ulacia (también guipuzcoano), el lateral José Luis y el medio Niz. Niz fue el primer jugador de España que hizo saques de banda largos, como córners.

El Madrid les opuso a: Betancort; González, Zunzunegui, Sanchís; Pirri, Zoco; Miguel Pérez, Amancio, Grosso, Velázquez y Gento. Miguel Muñoz era el entrenador del Madrid; Luis Molowny, el de Las Palmas. Después de ser el fabricante del estilo, le había correspondido acudir al rescate el año anterior, cuando las cosas iban mal. Salvó el apuro, y ahora estaba aspirando al campeonato.

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Una formación típica del Las Palmas en el curso del subcampeonato. Arriba: Oregui, Aparicio, Tonono, Martín Marrero, Castellano y Guedes. Abajo: León, Gilberto II, José Juan, Germán Dévora y Gilberto I./ diario as

El partido fue intensísimo y duro, con un Bernabéu lleno a reventar. Pirri gritaba a los suyos: “¡Que no nos contagien, que no nos lleven a su ritmo!”. Marcó Velázquez, de cabeza (rara avis), empató antes del descanso Castellano, en un gran tiro libre. Los dos porteros pararon mucho. En el 77, córner contra Las Palmas; el balón sale rebotado, González lo recoge y lo envía otra vez al área, con la defensa canaria saliendo. Pirri, que también volvía, recula y acierta a cabecear de espaldas, de coronilla, por encima de Oregui, que ha salido mal en su único fallo de la noche. Las Palmas reclama fuera de juego, pero Zariquiegui lo da. Ese gol va a hacer campeón al Madrid. El partido acaba con bronca. En el 88 es expulsado Gilberto II, por una patada a Zoco. Cuando los jugadores se retiran, hay tensión en el túnel, a Zariquiegui le dicen de todo, Guedes le agarra de la chaquetilla y como el árbitro resbala en la escalera y cae, se la rompe.

Ya en el vestuario, el secretario del club, García Panasco, se pregunta, temeroso de lo que pueda poner Zariquiegui en el acta: “¿Y el domingo que viene quién juega?”. Pero Zariquiegui omitió todos los incidentes en el acta. ¿Quizá el gol le roía la conciencia?

Aquel equipo, muy joven entonces (los principales estaban entre los 23 y los 25), siguió predicando su fútbol y su estilo hasta que sufrió dos golpes trágicos: Guedes y Tonono murieron prematuramente, en plena actividad. Guedes se encontró mal un día al llegar a Barcelona para jugar contra el Espanyol. Le llevaron a una clínica, le hicieron exámenes. Tenía un cáncer muy extendido. Le abrieron, le cerraron, le tuvieron unos días en la clínica y finalmente regresó a casa, desahuciado. Se mantuvo la verdad oculta, se hablaba de una operación menor, de una infección en los puntos, pero la realidad era otra. Murió el 9 de marzo de 1971, con 28 años.

Cuatro años después se fue Tonono, víctima de un virus hepático repentino. Las Palmas regresó de eliminar al Málaga de la Copa un miércoles cuando se encontró mal. El domingo se recibía al Madrid, partido de ida de la siguiente ronda. No pudo jugar, su estado se agravaba. Las Palmas ganó 4-0, pero el lunes (10 de junio de 1975) se cortó la fiesta: Tonono, abrasado por la fiebre, falleció. Tenía 31 años y había jugado 22 veces en la selección, muchas de ellas haciendo pareja en la defensa con el barcelonista Gallego, que voló de Barcelona para estar entre los que cargaron el féretro.

Grandes jugadores ambos. El Barça y el Atlético anduvieron tiempo detrás de Guedes, el Madrid, detrás de Tonono. Antes del partido del Bernabéu, Antonio Calderón le había preguntado a García Panasco:

—¿Cuánto vale Tonono?

—¿Cuánto vale Pirri?

—Pirri no se vende.

—Tonono tampoco se vende.

Aquellas desapariciones aceleraron el fin del equipo. No mucho más tarde surgiría otro gran Las Palmas, éste definido por su abundancia de argentinos: Carnevali, Wolff, Brindisi, Morete… Un gran equipo, también con personalidad diferenciada, también exquisito en el manejo del balón. Jugó una final de Copa, contra el Barça de Cruyff.

Hoy Las Palmas quiere volver. Pisa por la parte alta de Segunda. Su presidente de honor es Germán, experto criador de palomas mensajeras y bisabuelo con 69 años. Él, León y unos amigos veían juntos el España-Rusia de la Eurocopa de Viena, cuando comentó:

—Estos juegan como nosotros, ¿no os parece?

Aquellos veteranos se ven con frecuencia. A veces viajan los de Tenerife, a veces son los palmeños los que saltan allí. Faltan dos, Guedes y Tonono, pero siempre están en las conversaciones de sus viejos compañeros. Viven en ellos.