Chris Froome se coronará este domingo tras la etapa nocturna de los Campos Elíseos como ganador de la centenaria edición del Tour de Francia. Realmente, en esta penúltima jornada solo un milagro podría haberle despojado del maillot amarillo. Lo que estaba en juego en la inédita subida a Semnoz eran los nombres de sus compañeros de podio: Nairo Quintana, vencedor en la cima, y Purito Rodríguez le escoltarán en la segunda y tercera plazas, respectivamente, en detrimento de Alberto Contador. El ciclista del Movistar, además, se lleva los maillots de mejor joven y de la montaña… Y todo ello el 20 de julio: el Día Nacional de Colombia.

Purito volvió a abrir las hostilidades con un ataque a 8,5 kilómetros de la meta. Quintana respondió a su demarraje. Y poco después, Froome salió también a por ambos y protagonizó uno de esos movimientos raros a los que nos ha acostumbrado en este Tour: el keniano rebasó a ambos y se marchó en solitario. Sólo fue un cruce de cables, o un chispazo, o un gesto de ‘aquí estoy yo’. Contador no pudo contestar a la ofensiva. Kreuziger, ya ni estaba. Y ante ese panorama, Froome, Nairo y Purito rodaban camino del podio final. Y de la etapa…

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Quien más gasto hacía era el catalán, que no en vano era quien más retrasado estaba en la general. Quintana no le dio relevos, no le interesaba: el podio ya lo tenía asegurado y quería guardar para pujar por la etapa. A dos kilómetros arrancó Froome, pero el colombiano le tomó la rueda con facilidad y luego le remachó. Era su día, como ya había profetizado Fabio Parra esta semana en Twitter: “Nairo Quintana ganará la montaña, el maillot de joven, la etapa de Semnoz y se subirá al podio”. ¡Bingo! Palabra del único colombiano que había subido al cajón hasta ahora: tercero en 1988, el año de Pedro Delgado. El sabio Parra también ha pronosticado que Nairo ganará algún Tour. Ya hemos tomado nota.

Movistar había trabajado durante todo el recorrido con esos objetivos en el horizonte. En algunas fases apoyado por el Katusha, que tenía aspiraciones similares. Diez corredores formaron la escapada del día prácticamente de salida, con tres aventureros españoles (Antón, Astarloza y Flecha), y con dos franceses que miraban más al premio de la montaña (Rolland y Riblon) que a la meta de Semnoz. La fuga incluía al ‘abuelo’ Jens Voigt, de 41 años, una máquina de rodar y especialista en poner en jaque al pelotón en etapas cortas y explosivas como esta. Voigt se quedó solo en la ascensión al Mont Revard (1ª), el penúltimo puerto, y mantuvo un pulso con el grupo con gallardía y dignidad hasta las rampas de la ascensión final. Pura clase. Un purasangre.

(Mi crónica de la 20ª etapa del Tour con final en el inédito Semnoz)