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El acecho de la Operación Puerto

Hace una semana asistí y hasta participé en las Jornadas de Salud y Lucha contra el Dopaje en el Deporte, y en estos últimos días deshojaba la margarita sobre si escribía o no sobre ellas en el blog. La duda me la resolvió una noticia sobre SportAccord, la convención de las federaciones internacionales que congrega a más de 2.000 personas del deporte. Allá se han ido los responsables de la candidatura de Madrid 2020, y allá, en San Petersburgo, fueron recibidos el martes con una primera pregunta sobre... la Operación Puerto.

Accord

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Que siete años después existan aún numerosas dudas sobre los clientes de Eufemiano Fuentes propaga todavía un halo de oscurantismo al exterior, a pesar de que por primera vez en la historia se haya condenado penalmente a un médico por demostrarse que sus prácticas de dopaje conllevaban un riesgo para la salud de los deportistas. La clave principal está en la negativa de la juez Julia Patricia Santamaría a la cesión de las famosas bolsas de sangre para incoar expedientes sancionadores. Sin duda, esas pruebas son importantes, pero me parece ventajista cargar ahora únicamente el marrón a una magistrada que se ha limitado a aplicar la ley según su interpretación.

Y me voy a explicar... ¿De verdad que en estos siete años no se ha podido hacer nada más para desenmascarar a los implicados? Ayer andaba curioseando el sumario de la Operación Puerto cuando me topé con el escrito de la UCI que instaba a la RFEC a sancionar a Alejandro Valverde y con la posterior negativa de la Federación. El desenlace de la historia es archiconocido: al final fue un órgano extranjero, el CONI, quien logró castigar al murciano. Me decía hace unos días José Luis López Cerrón que la RFEC había gastado 1,2 millones de euros en abogados en los últimos ocho años. Pues esa cantidad, vista con perspectiva, ha servido principalmente para llevarse revolcones y sonrojos en el TAS.

Marta

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Valverde ya cumplió su sanción, así que no es cuestión de cebarse. Si aludía a él no era con ánimo acusatorio, sino porque su caso me recuerda cada vez más al de Marta Domínguez. Todo apunta a que al final va a tener que ser un órgano de fuera, la IAAF, el que encuentre la fórmula de expedientar a la senadora, a través del pasaporte biológico. Aquí no esperamos mucho de la Federación de Atletismo, cuyo presidente fue apoyado en las elecciones por la propia Marta. Aunque esa losa también recae sobre la AEA y el CSD, porque por mucho que trabajen contra el dopaje, siempre van a convivir con la sospechosa coincidencia de que la atleta pertenece al mismo partido del Gobierno. En Francia se acorraló a Virenque; en Italia, a Pantani; en Estados Unidos, a Armstrong… Es cuestión de voluntad.

¿Y qué tiene que ver todo esto con las Jornadas? Pues mucho. Las sesiones fueron bastante instructivas y ratificaron que existe una labor activa desde la AEA y desde otros organismos internacionales, pero no por ello salí mucho más tranquilo de lo que entré. Las primeras ponencias se dedicaron a la explicación de la nueva Ley. Hubo interpretaciones para todos los gustos, pero nadie pudo afirmar con rotundidad que los jueces vayan a ceder las pruebas en el futuro, ni aclarar en qué momento del procedimiento se trasvasarían. Esa nueva Ley es una de las cosas que Madrid 2020 tiene que explicar a los votantes del COI.

Luis Horta

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Una Ley, por cierto, que será votada el próximo martes en el Senado por Marta Domínguez, quien ya ha asistido en las últimas semanas a dos reuniones de la Comisión de Educación y Deporte, que se ha encargado de su tramitación. Durante esas mismas Jornadas, Luis Horta, director de la Agencia Antidopaje de Portugal, contó cómo funciona el pasaporte biológico en su país, y en un momento concreto deslizó una frase: “Por ejemplo, si hay una atleta que ha hecho trampas toda su vida y ha mantenido unos valores y se le toma una muestra cuando se retira, el resultado también puede dar anormal por lo bajo”. Todos los presentes pensaron en la misma persona

En las Jornadas pudimos escuchar igualmente una frase que recordaba la impunidad que ha existido no hace tanto en este país: "El equipo de Armstrong y otros ciclistas acudían a lugares de España como Girona porque entendían que ahí era más difícil que sus prácticas fueran descubiertas”, dijo Onye Ikwuakor, director jurídico de la USADA. El objetivo actual es quitarse esa etiqueta, bien ganada a pulso. El problema es que desde hace años, en España funciona de maravilla eso de “estás conmigo o contra mí”, y a veces olvidamos que en muchas cosas, y el dopaje es una de ellas, no se está ni en un lado ni en el otro. Se está contra el dopaje o no se está.